EL CRISTALAZO
La historia de la rebeldía femenina (por llamarla de alguna manera) no es algo novedoso. Mucho menos nuevo.
En el año 400 a.c., Aristófanes nos contó cómo las mujeres, encabezadas por Lisístrata, decidieron negarse a yogar (viejo verbo) con sus maridos, si estos no deponían las armas y dejaban de guerrear y causar la muerte de sus hijos. Fue una protesta contra la sistematización de la violencia llamada guerra. Y detalle curioso, sólo las mujeres pensaban en los hijos, pues los soldados muertos en los campos de batalla, también tenían padres.
Hoy las mujeres hacen (as{í lo, podríamos llamar), un voto de ausencia y anuncian su decisión de suspender sus quehaceres profesionales y sociales (no sé si los conyugales), como protesta por la injusticia inherente al sistema heteropatriarcal, cuyas características, condiciones, efectos y raíces, seguirán exactamente igual un día después. Por desgracia.
En su glosa de la obra griega, “National Geographic” lo sintetiza de esta manera:
“Lisístrata, la que disuelve los ejércitos, (del griego Λύσις —lýsis—, disolución y στρᾰτός —stratós—, ejército) fue la mujer que instigó la primera huelga feminista desde su papel protagonista en la obra homónima de Aristófanes, en la que las mujeres de Atenas y Esparta se unieron para acabar con el eterno conflicto entre las ciudades-Estado más poderosas de la Grecia clásica.
“No contentas con tan severa privación, las mujeres tomaron la acrópolis (del griego ἄκρος —akros—, ‘cima’ y πόλις —polis—’ciudad’), símbolo de poder y lugar sagrado con función defensiva donde además se almacenaba el oro necesario para impulsar las guerras de los hombres.
“Lisístrata, junto con sus compañeras Cleonice, Mirrina y Conciliación, desafiaron al poder establecido y defendieron soluciones pacíficas frente a los demagogos (del griego δῆµος —dēmos—, ‘pueblo’ y ἄγω —ago—, ‘dirigir’) que empujaban al pueblo a una eterna guerra fratricida.
“Decididas a privar a los hombres de su despótico gobierno sobre la sociedad, las huelguistas se enfrentaron a las iras del consejo de sabios de la ciudad representados por el coro de ancianos, que rodearon la acrópolis en un intento de recuperar su poder acusándolas de profanar lugar sagrado.
“En un alarde de determinación, las mujeres se mantuvieron unidas en su protesta, pero no sin esfuerzo. La abstinencia forzosa a la que Lisístrata había empujado a sus compañeras tuvo sus momentos de flaqueza.
“Como buenos seres humanos, algunas huelguistas helenas sufrieron más que otras la voluntaria abstinencia sexual durante su encierro e inventaban pobres excusas domésticas para visitar fugazmente el lecho conyugal.
“Sin embargo, las que pasaron a ser las primeras ‘esquirolas’ de la Antigüedad Clásica se arrepintieron posteriormente de su debilidad y regresaron al recinto sagrado junto a las demás activistas griegas donde continuaron exponiendo sus argumentos en favor de una sociedad pacífica e igualitaria.
“Al final, el personaje mudo Conciliación logró escenificar la firma de una paz entre las dos polis griegas motivada por la prolongada abstinencia a la que fueron sometidos los hombres, razón de peso en opinión de los varones para deponer las armas y dedicarse a hacer el amor y no la guerra.
“La comedia griega representa el triunfo de la razón y el diálogo femenino sobre la belicosa y testaruda actitud de los hombres. Este ejercicio de reflexión ética sigue muy vigente casi 2 mil 500 años después…
“…Lisístrata demuestra que el problema de la desigualdad entre hombres y mujeres no es un defecto de la sociedad moderna (lástima yo ya me había creído aquello del neoliberalismo) , ya que la obra de Aristófanes —hace ya 2.429 años—, desarrolló a través de las artes escénicas algunos conceptos del movimiento feminista que hoy en día parece despertar nuevas sensibilidades”.
De manera coincidente, mientras la convocatoria a este paro nacional femenino se propaga y afirma en México, llegan noticias del extranjero: Harvey Weinstein, símbolo del abuso y a prepotencia machista en la industria del cine, está con los pies en la cárcel, y Plácido Domingo publica un texto de sincero (o no) arrepentimiento, hacia las mujeres cuya acusación de abuso cayó sobre su cabeza.
Y mucho de esto debería olvidarse:
“Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo” (S. Pablo, Epístola a los Efesios 5,21-24).
“Los hombres están por encima de las mujeres, porque Dios ha favorecido a unos respecto de otros…” (El Corán 4,38/34).
“Gracias, Señor, porque no me hiciste esclavo, porque no me hiciste mujer…” (Oración del Siddur hebreo que el varón debe rezar a diario).