ENTRE LÍNEAS
La violencia endémica contra las mujeres y contra las minorías que manifiestan diferencias de género, debemos entenderla desde la profundidad psíquica de las relaciones de poder. Es un asunto que rebasa a la política y, sobre todo, a los partidos. Por ello, con respecto a la manifestación del 9 de marzo ningún partido o persona puede adjudicarse un poder de convocatoria que no le corresponde, es un fenómeno social profundo compartido a nivel nacional e internacional.
Al examinar las múltiples manifestaciones en redes sociales y en los medios sobre la convocatoria al paro nacional de mujeres y, ya desde antes, ante las manifestaciones contra los feminicidios y las agresiones generalizadas contra las mujeres, no nos queda más que preguntarnos ¿De dónde viene tanta violencia? Aquí es donde se advierte la importancia del psicoanálisis como generador del cambio. Cabrían algunas hipótesis: la primera es que la frustración narcisista a la cual se ven impuestos los jóvenes en México genera una violencia sin contención porque un estado débil la favorece para sostenerse en el poder. El mundo está organizado a partir de las estructuras y modelos de pensamiento masculinos. La agresividad, la fuerza, la dominación y el control.
Muchas personas que llegan a consulta psicoanalítica están afectadas por el narcisismo y la violencia. Tienen frustración y miedo, depresión y angustia. Su infelicidad está enraizada en la agresión. Pero el hecho es que no todos buscan soluciones terapéuticas. Los más encuentran en la expresión violenta o en la cultura que la ensalza un escape de su situación traumática. En efecto, la ecuación es: más psicoanálisis y menos presupuestos de seguridad pública. O como dice el dicho, más psicoanálisis y menos Prozac. Apoyándose en los escritos de Freud, se muestra cómo la pulsión de apoderamiento puede dar lugar a una expresión sádica de poder o contribuir a la constitución del saber. En el psicoanálisis se historiza la progresiva insuficiencia del modelo objetivante del paciente y la progresiva inclusión de la subjetividad del analista y los efectos de poder a que esto último puede dar lugar. Al ser el poder inherente al ser humano, no se lo puede controlar por medios artificiales, sino que requiere procesos elaborativos continuos. La convocatoria del 9 de marzo es un esfuerzo claro para reelaborar las relaciones de poder entre sujetos y se inscribe en un proceso largo de luchas en el mismo sentido, sobre todo en la historia reciente.
La frustración genera aspiraciones narcisistas excesivas que solamente pueden ser paliadas con la violencia. Hay muchas causas para provocar violencia, una de ellas muy importante es la violencia de género dentro de una sociedad patriarcal. El tener superioridad ante los pares es un ejercicio que puede tornarse violento. Algunas sociedades dan cauce a la violencia resultante de la frustración poniéndola al servicio del Estado, pues los líderes políticos aprovechan incluso la delincuencia organizada para sostenerse en el poder. Esto se demuestra con los presupuestos crecientes e inmensos que alimentan a las organizaciones del estado dedicadas a la seguridad pública, a su ineficacia y falta de operatividad y a la corrupción, como lo demuestra claramente el caso de García Luna. No es casual la ecuación: Muchos recursos, poca eficacia y creciente impacto social de la violencia. El resultado son muchos ricos, criminales y políticos, y una sociedad violentada que exige más recursos para acabar con la criminalidad y con ello refuerza el círculo vicioso: más violencia, más recursos para seguridad pública, más corrupción y nulos resultados. El miedo controla la reacción social, por ello es tan importante romper el miedo con acciones como la del 9 de marzo.
Este fenómeno lo estudia muy bien Michel Foucault, que sostiene que no existe un poder omnímodo. En la sociedad se dan múltiples relaciones de autoridad situadas en distintos niveles, apoyándose mutuamente y manifestándose de manera sutil. Uno de los grandes problemas que se deben afrontar cuando se produzca una movilización como la que están convocando las mujeres para el 9 de marzo es el que no persistan las actuales relaciones de poder, no me refiero a las legales, sino a las reales, a las microcósmicas. El llamado de atención de Foucault va en sentido de analizarlas a niveles microscópicos. No se trata pues de cambios constitucionales o legales macro, sino de las relaciones micro-cósmicas que son condicionantes de ese poder del estado. En el libro Microfísica del poder Foucault señala que para que el Estado funcione como funciona es necesario que haya del hombre a la mujer o del adulto al niño relaciones de dominación bien específicas que tienen su configuración propia y su relativa autonomía. El poder se construye y funciona a partir de otros poderes, de los efectos de éstos, independientes de los procesos económicos o político-electorales.
Hay que reconocer que los convocantes a la movilización, aún sin proponérselo, se dan cuenta que las relaciones de poder se encuentran estrechamente ligadas a las familiares, sexuales, productivas, que están íntimamente enlazadas y desempeñando un papel de condicionante y condicionado. Queda claro que el poder tiene que ser analizado como algo que no funciona sino en cadena y éste es el principal efecto de la convocatoria, todo el mundo se une al paro del 9 de marzo, aunque con titubeos de algunas figuras públicas. La adhesión a la convocatoria de una gran variedad de sectores y líderes de opinión demuestra el funcionamiento reticular del esfuerzo para cambiar estas relaciones micro-cósmicas de poder.
El poder funciona, se ejercita, a través de una organización reticular, por ello son las redes sociales las que están movilizando a la opinión pública. El poder es ubicuo, transita a través de los individuos, de ahí la importancia de analizar las relaciones del fenómeno del poder de dominación masculina. Foucault reconoce al poder estatal como el más importante, pero su meta es tratar de elaborar una noción global que contenga tanto al estatal como aquellos poderes marginados y olvidados en el análisis.
El impacto de la protesta del 9 de marzo se verá fundamentalmente en la transformación de la subjetividad, en una nueva manera de concebir las relaciones de dominación que caracterizan a nuestra sociedad. Existen cuestiones como el dinero, el poder y el control, a las cuales las mujeres no son inmunes. Desde esta perspectiva, lo único que se reproduciría sería el concepto de poder masculino. Si el poder se ve como algo interno, entonces la situación cambia drásticamente. A medida que más y más mujeres alrededor de México y del mundo se juntan para fijar estrategias sobre cómo cambiar esta imagen que nos viene del pasado, la misma se hace cada vez más difícil de transformar. Esta transformación, que impacta en la subjetividad y en el desempeño de roles femeninos, influye en la vinculación entre ambos géneros, en las configuraciones contemporáneas de la familia y desafía los imaginarios sociales convencionales.
Hombres y mujeres tenemos retos comunes que es necesario abordar con claridad. La convocatoria del 9 de marzo propone una conquista no sólo del espacio público sino del modo de ser nacional, de modo que las nuevas generaciones ya no podrán tener la misma lectura en términos del “deber ser” como hombres y como mujeres. La transformación que impacta la subjetividad y el desempeño de los roles femeninos, impacta también la subjetividad y los roles masculinos.
Está claro que el cambio cultural ha de transformar las principales estructuras de las que depende la reproducción de la vida cotidiana. Cuando una idea llega a un gran número de personas no hay manera de detener el cambio que genera. Punto.