SERENDIPIA
Confrontación histórica
El sábado trabajó por primera vez la nueva legislatura. Los gritos y las recriminaciones en la sesión inaugural pueden reducir a un pleito de cantina una confrontación histórica entre las izquierdas, representadas por Morena y sus aliados, y las bancadas del PRI, del PAN, de MC y otros partidos, todos impelidos por la aciaga realidad a aprobar reformas y leyes pospuestas durante años.
La Cuarta Transformación a la que aspira López Obrador tendrá en las cámaras del Congreso una aduana ineludible para aprobar las reformas que presentará el Ejecutivo federal.
¿Cómo deberían comportarse la nueva mayoría y las nuevas oposiciones ante la más grande transformación política que puede experimentar el país en décadas?
En días pasados leía un caudal de opiniones que retrataban como borregada a la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, después de que en la instalación del Congreso los legisladores de la nueva mayoría corearon: “¡Es un honor, estar con Obrador!”.
Me parece un buen ejemplo de cómo los partidos derrotados en la pasada elección replican los errores de campaña, dando forma a una narrativa repleta de simplismo, argumentos frágiles e interpretaciones que se diluyen como agua entre las manos.
La arenga de campaña de López Obrador tiene un contexto histórico: significa la manifestación de una nueva mayoría parlamentaria, la primera en 20 años. Los gestos son importantes, pero suelen ser pasajeros. En contraste, prevalecen los números, las leyes aprobadas por una mayoría y el arrasamiento o la incorporación de las propuestas de los partidos de oposición.
¿Qué debería hacer Morena para no convertir ese grito en una posición pusilánime?
Para empezar, evitar la tentación de los últimos presidentes de convertir el Congreso en una oficialía de partes. El gobierno de Peña presentó 123 iniciativas; el PRI y sus aliados aprobó 99, 80 por ciento, prácticamente sin modificaciones importantes de la oposición.
La nueva mayoría de Morena, apoyada en la experiencia parlamentaria de diputados como Pablo Gómez, tiene el desafío de revertir esa tendencia: por un lado, dignificar y tomar en cuenta las propuestas de la oposición, al tiempo que evita alzar dedos para aprobar las iniciativas del presidente, sin enmendarle ni una coma, como ha ocurrido hasta ahora.
Hace unos días López Obrador decía que nos sorprenderemos al ver a las bancadas del PRI y del PAN votar a favor de sus propuestas.
¿Será así? Dependerá de tres cosas: Que la bancada de Morena no siga como un mantra la línea de AMLO; que las bancadas de oposición trabajen en serio en la disección de las iniciativas del Ejecutivo y la construcción de una narrativa y argumentos sólidos; y de que la sociedad civil se encargue de recordarles a todos sus responsabilidades legislativas en los años siguientes. El presente apremia.