Ante la proliferación de terrazas turísticas en Querétaro, el INAH ha propuesto y acordado con las autoridades estatales y municipales una revisión conjunta de permisos de construcción y operación en el Centro Histórico para imponer disciplina y orden en las instalaciones comerciales.
Así lo informó Rosa Estela Reyes, delegada del Instituto Nacional de Antropología e Historia, adelantando que el primer punto a analizar es el Jardín de la Corregidora, en donde han aparecido azoteas habilitadas para venta de bebidas y alimentos. En algunos casos se amparan en permisos municipales o del Estado, pero no tienen autorización del órgano federal en tratándose de la zona de monumentos, catalogada como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
A partir del surgimiento de más y más antros que adaptan casonas antiguas para operar, el INAH revisa junto con la dirección estatal de monumentos y el Ayuntamiento capitalino cada uno de los casos.
Rosa Estela Reyes planteó y se aprobó comenzar por el Jardín de la Corregidora, en donde hay restaurantes con décadas de operación, como la Fonda del Refugio, pero hay otros recientes que han dispuesto cambios en frente del monumento a doña Josefa Ortiz de Domínguez, inaugurado hace más de 100 años.
El Instituto de Antropología e Historia pretende unir esfuerzos con las distintas instancias y compartir criterios de conservación.
“Aceptamos el fenómeno del crecimiento, pero sin perder la esencia de la ciudad” dijo la funcionaria a PLAZA DE ARMAS, El Periódico de Querétaro, luego de que la administración capitalina acató la orden de retirar la maqueta de la ciudad que pretendía colocar en el Jardín Guerrero.
Finalmente la estructura podrá instalarse en la Alameda Hidalgo, como recomendó el INAH, que también rechazó la opción de la Plaza Fundadores, en La Cruz. Confía Rosa Esthela Reyes, a un año de su nombramiento, en lograr mayores avances en la preservación del casco antiguo de la ciudad con el acuerdo de los tres niveles de gobierno para revisar construcciones, especialmente en las plazas y jardines, como el de La Corregidora.
POR: SERGIO ARTURO VENEGAS ALARCÓN