
Desarmado. El esclavo liberado del monumento a la Corregidora, inaugurado hace más de 100 años, fue despojado de su espada, previó a la conmemoración del pasado día 14 en honor de la heroína, doña Josefa Ortíz de Domínguez. El hecho, grave y absolutamente reprobable se suma a atentados -de otros años-contra estatuas de la ciudad, como la decapitación del Neptuno de Santa Clara o cuando le tumbaron el sable a la de Escobedo, ubicada entonces en Zaragoza y Tecnológico. ¡Miserables depredadores!