Un refugiado sirio y su hijo fueron enterrados este miércoles en Nueva Zelanda, los primeros funerales de víctimas del atentado contra dos mezquitas de Christchurch, mientras los neozelandeses se preparan para días de emotivas despedidas tras la masacre.
Cientos de personas, principalmente musulmanes, se congregaron la mañana del miércoles en un cementerio cercano a la mezquita de Linwood, la segunda de las atacadas el viernes 15 de marzo en Christchurch por un supremacista blanco australiano, que provocó 50 muertos.
Allí rezaron e inhumaron los restos mortales de Khalid Mustafa, de 44 años, y su hijo Hamza, de 15.
La familia Mustafa llegó el año pasado a Nueva Zelanda como refugiada, huyendo de la guerra en Siria. Pero se toparon con la tragedia en la tierra en la que habían buscado asilo cuando Khalid y Hamza fueron abatidos en la mezquita de Al Noor, la primera atacada.
Su hermano pequeño, Zaid, de 13 años, resultó herido pero sobrevivió. Este miércoles asistió al funeral en silla de ruedas.
Entre los asistentes se encontraba también Abdul Aziz, un refugiado afgano que se enfrentó al atacante en la mezquita de Linwood.
Angustiosa espera
Al dolor por la pérdida de seres queridos, a los musulmanes afectados se les suma el hecho de que las autoridades no les devolvieron los cuerpos de las víctimas dentro del plazo de 24 horas en el que deben ser enterrados los muertos según la costumbre islámica.
Por el momento, solo se devolvieron a las familias los cuerpos de seis de las 50 víctimas.
Las autoridades afirman que hacen todo posible por acelerar las autopsias y la identificación de los asesinados.
El comisionado de policía Mike Bush explicó que el proceso había sido lento por la necesidad de identificar a los cadáveres y la causa de las muertes sin ningún genero de dudas, para no perjudicar el proceso judicial.
“Sería imperdonable devolverle a una familia el cuerpo incorrecto”, señaló este miércoles ante la prensa. Por el momento se identificó a 21 víctimas, señaló.
“Estoy triste”
El atentado provocó indignación y rechazo en Nueva Zelanda, así como un debate sobre las leyes sobre tenencia de armas y dudas sobre si las autoridades hicieron suficiente en la vigilancia de los extremistas de ultraderecha.
La primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, visitó este miércoles el centro de educación secundaria Cashmere, al que asistían Hamza y Zaid y que también perdió a otro alumno, Sayyad Milne, de 14 años.
Cuando un estudiante le preguntó cómo se sentía, Ardern respondió: “Estoy triste”.
El martes, la primera ministra prometió que el atacante, el australiano Brenton Tarrant, de 28 años, “enfrentará toda la fuerza de la ley” y aseguró que le privará de la notoriedad que buscaba con su acto negándose a pronunciar su nombre.
Desde Australia, el primer ministro Scott Morrison condenó este miércoles unos comentarios que realizó tras los atentados el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
“Erdogan hizo unas declaraciones que considero muy ofensivas para los australianos y muy insensatas en esta delicada situación”, dijo Morrison, advirtiendo que sopesa “todas las opciones” en lo referente a las relaciones bilaterales.
Erdogan había presentado los atentados en Nueva Zelanda como un ataque a Turquía y al islam y advirtió a los antimusulmanes de ese país que sufrirán la misma suerte que los soldados de la batalla de Gallipoli, durante la Primera Guerra Mundial, en la que los otomanos propinaron una sangrienta derrota a una fuerza aliada integrada básicamente por australianos y neozelandeses.
En un “manifiesto”, el atacante de Chritchurch dijo que su acción era un golpe contra los “invasores” musulmanes.
El grupo yihadista Estado Islámico pareció animar a cometer ataques en represalia en un mensaje publicado en las redes sociales.
“Las escenas de muerte en las dos mezquitas […] incitan a los miembros del califato que viven allí a vengar su religión y a los hijos de la umma [los musulmanes] que están siendo masacrados en todas partes del mundo con el patrocinio y la bendición de los países cruzados“.
Tras la masacre, Ardern prometió una reforma de las leyes sobre tenencia de armas en Nueva Zelanda, y dijo que los detalles se anunciarán la próxima semana.
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