EL JICOTE
Cien o más días. El Gobierno de los sobresaltos
Aunque se supone que López Obrador inició su mandato el primero de diciembre, lo cierto es que desde el día siguiente que ganó abrumadoramente la elección, empezó a impulsar sus personales proyectos gubernamentales, ante la actitud Peña Nieto, pasiva e indiferente de abandonar la plaza. López Obrador ha puesto al país entero frente al ventilador de sus buenos deseos, el vendaval tabasqueño ha arrastrado pajas nefastas, inercias que parecían inamovibles en el gobierno, pero el tsunami también se ha llevado a granos que tenían mucho de positivo y benéfico.
Antes de hacer una evaluación de estos cien días o más que están plagados de claro oscuros es necesario partir de que su triunfo electoral fue arrollador, treinta millones de votos y, no sólo eso, su legitimidad, según las encuestas. se ha ampliado, pues tiene un índice aprobación que va del 64 al 85 por ciento. Si bien la popularidad no es necesariamente sinónimo de buen gobierno ni tampoco le otorga un blindaje a la crítica, semejante apoyo ciudadano es un patrimonio político que le otorga un aval importante a su mandato.
De la misma forma, como han sido estos más de cien días en los que el país ha vivido en la montaña rusa de aciertos y errores, procuremos mezclar aplausos y chiflidos. Ya lo hemos dicho, independientemente del éxito o fracaso de López Obrador, después de su mandato el país no será igual. Sus grandes banderas: la lucha contra la corrupción y la austeridad han calado en la historia y serán referencia en el futuro, aunque sus promesas estén marcadas de contradicciones, incongruencias y simulaciones. Simplemente la sociedad ha hecho suyos esos anhelos y no quitará el renglón hasta avanzar a hierro y fuego por alcanzarlos. Un gran aplauso.
Ideológicamente se le llama en forma elegante “voluntarismo político”, más llanamente se le bautiza como gobernar al chilazo, Cuando toma una decisión se lanza como el Borras, bajo la convicción de que todo depende de su voluntad. Considera que su deseo es más que suficiente para transformar la realidad. López Obrador está peleado con la planeación. Es la adaptación de la frase de Villa: “Fusílenlo y luego viriguamos”. López Obrador dice: “Hágase esto y luego hacemos la consulta popular y los estudios de viabilidad” Chiflidos.