QUERETALIA
¡Qué tiempos aquellos en que la Feria Decembrina de Querétaro se ponía en el lado poniente del Cerro de Las Campanas, justo en lo que hoy son las facultades de Química, Ciencias Políticas y Sociales e Ingeniería. Pero todo eso duró de 1957 a 1970, en que el gobernador Juventino Castro Sánchez piensa ubicar allí a la Uni Queretana e inauguró el nuevo Centro Expositor en las faldas del sur citadino, en El Cimatario Peregrino. En El Cimatario la feria dura hasta el año 1999 en que el gobernador Nacho Loyola Vera la coloca en la antigua Cuesta China, su actual ubicación, lejana, fría, ventosa, polvosa y llena de incomodidades para los atrevidos feriantes, pero no había otra opción para un Querétaro en constante crecimiento. El mejor cronista feriante queretano es mi amigo Toño Vera Soto, autor de valiosos escritos sobre la Unión Ganadera y la Feria Decembrina, con invaluables fotos.
Lo más atractivo de la Feria Decembrina siempre fue su palenque y no por las peleas de gallos: ¡al queretano de la perrada le valía madre el coso gallero y la justa gallera; al queretano promedio le gustaba el espectáculo artístico que venía después de las apuestas, muy entrada la noche, casi siempre a las doce. En ese momento, los galleros profesionales y los viciosos de la adrenalina apostadora se retiraban de sus preferentes asientos –con aire de tristeza o de alegría, según les hubiere ido- y se retacaba el coso de melómanos, sobre todo si era un cantante de moda como “El Jotrillo” y sus caídas etílicas y cóconas, pero al que las mujercitas queretanas –ya incróspidas- le aventaban el calzón y pantaleta con todo y el ticket de La Tienda de El Sol.
No olvido la feria horrible de 1985 en que los ganaderos se distancian berrinchudos con el gobierno estatal y éste decide llevar el palenque y espectáculo al pésimo auditorio José María Arteaga que fue hecho y remodelado para voleibol y basquetbol pero nunca para un show musical dada su pésima acústica. Total, los queretanos ochenteros en edad de merecer tuvimos que semi oír allí a Raphael, Emmanuel con su corista Mijares, Paloma Sanbasilio y a otras celebridades que simplemente no lucieron.
Pues bien, en febrero de 1986 dejó Andrés Garrido del Toral la presidencia de la F.E.U.Q., por lo que fue electo Alejandro Correa Granados en su lugar e Hiram Rubio García “el Topo” quedó como líder de los estudiantes de la Facultad de Derecho, con Antonio Murúa Mejorada “El Salanueva” como su segundo a bordo. Para festejar las fiestas navideñas de ese año, los tres amigos electos decidieron ir al palenque ubicado en el Centro Expositor de El Cimatario y fueron colocados en primera fila, junto al redondel, por el elegante, atento y circunspecto sobrino del señor Alfonso Patiño, Don Ramón Hernández Patiño. Hiram no se midió tomando aguardiente y encargando melodías a los cancioneros del lugar, por lo que al tener lugar las peleas de compromiso ya estaba “lleno”, es decir, había llenado tanque o panza etílica. A la hora de la pelea entre “El Batán” contra “Montenegro”, Hiram pensó que los gallos le estaban aventando plumas, sangre y gorupos y decidió separarlos a almohadazos. ¡Mejor no lo hubiera hecho! Los galleros, apostadores y camoninas rugieron indignados y más de un valentón se fue sobre “el Topo” con pistola y cuchillo en mano. Afortunadamente la corpulencia de Correa y los buenos oficios de Antonio Murúa Mejorada “El Salanueva” impidieron a los machos de palenque y bravucones de cantina hacer cochinita de topo. Solamente pidió el señor Patiño –dueño del coso- que sacaran a chingadazos a Hiram Rubio inmediatamente. Todavía éste le dio una nalgada a una camonina nalgona, sobrina de Rodolfo Vega y del maestro Francisco Antonio Peña Mejía; ya después lo llevarían sus alcahuetes a “La Cabaña” night club a cenar una pírrica y espartana “comida vegetariana” a base de machitos, consomé, cabritos y otras cosas sanotas, sanotas.