QUERETALIA
El Querétaro surrealista
Fuera de la señora Josefa Ortiz de Domínguez y su entusiasta grupo de insurgentes, mi Querétaro bonito ha sido más escenografía que protagonista en los magnos eventos de la Historia patria. En 1847-1848 fuimos Capital de la República para observar la firma de ratificación de los tratados de Guadalupe Hidalgo que nos arrancaba más de dos millones de kilómetros cuadrados de nuestro territorio. En 1867 fuimos la tumba del Imperio y en 1916-1917 nos convertimos en la cuna de la Constitución que actualmente nos rige. El Monje Loco (no es Federico Rivera) y el Lonje Moco se preguntarán si fue ¿casualidad o destino?
De por qué Querétaro fue la sede del Congreso Constituyente de 1916-1917 se han hecho muchas hipótesis ya que al jefe Carranza se le olvidó poner el motivo en su convocatoria de septiembre de 1916, y en su declaratoria del 2 de febrero del mismo año, en que señala a Queretarín como Capital de la República, tampoco expuso las razones de esa decisión.
Los sesudos analistas tratan de encontrar la verdad y vierten las siguientes razones:
1.- Porque Querétaro estaba libre de la guerrilla zapatista que asolaba a la Ciudad de México por el Sur, además de que Francisco Villa se encontraba muy al Norte perseguido por los gringos.
2.- Porque a Carranza le gustaba la Historia y decía que en Querétaro “hablaban las voces de la Historia”, amén de que sus ídolos históricos eran don Benito Juárez y Agustín de Iturbide.
3.- Por sus baños de aguas termales que curaban las reumas y las almorranas de don Venustiano, quien en Querétaro exclamaba “me siento en las nubes”, sobre todo en El Relox de Tequisquiapan y en El Piojo de La Cañada.
A nadie se le ha ocurrido una más que hoy les presento a mis lectores y detractores en esta irreverente columneja dominical: creo, opino, pienso, argumento, vierto, deduzco que Carranza escogió a Querétaro para ser sede del Congreso Constituyente por las tres razones anteriormente citadas, pero también por una muy pero muy importante y que puede ser muy subjetiva pero sabemos que de subjetividades se llena la Historia: por el gran afecto que sentía por don Ernesto Perusquía Layseca, queretano sanjuanense que hizo carrera pública en la Economía y en las finanzas públicas, mismo que se encontraba en Coahuila como delegado de lo que hoy es Hacienda Federal en aquella entidad norteña gobernada por Venustiano Carranza.
¡Sí señores! ¿Para qué buscarle chiches a las culebras o mangas al chaleco? Carranza, enamorado de la Historia patria de la cual Querétaro fue escenografía y solamente protagonista en la idea de Independencia, no iba a dar el paso más importante y conocido de su historia personal en una ciudad pequeña, sucia, abandonada, condenada por la República por haber alojado a Maximiliano y que no representaba nada en el mapa político nacional. Mucho influyó Ernesto Perusquía para que Carranza se decidiera por Querétaro y no por Veracruz o el entonces Distrito Federal. Don Ernesto Perusquía fue de los primeros que se aliaron con Carranza al proclamar éste el Plan de Guadalupe en 1913, siendo delegado de la Oficina del Timbre, de la cual entregó los recursos recaudados a los Constitucionalistas para hacerle frente a “El Chacal” mariguano y alcohólico de Victoriano Huerta. Además, don Ernesto pagó de su propio peculio cincuenta mil pesos para la compra de materiales de guerra y alimentos en favor del movimiento constitucionalista.
La amistad nunca la perdieron, a pesar de que la mugrosa política suele acabar con todo, pero Perusquía era un caballero, educado en la lealtad y en el honor en el seno de una distinguida y acaudalada familia. Perusquía gozó de los favores del viejo jefe pero no para robar, como otros carrancistas, porque dinero ya tenía. A la entrada en vigencia de la nueva Constitución, Perusquía fue electo como el primer gobernador de Querétaro electo por el sistema de votación directa, y claro, hizo un muy buen papel como gobernante al contar con todo el apoyo de su viejo amigo. Era tanto el cariño de Perusquía por su amigo Venustiano que hasta le regaló una casa de su propiedad en Tequisquiapan para que el viejo siguiera sintiéndose (sentándose) en las nubes.
Al eclipsarse el poder de Carranza y morir éste, Persuquía con mucha dignidad no trató con los obregonistas –causantes de la muerte de aquél- y se fue a los Estados Unidos. Murió en su amado Tequisquiapan en 1946.
En conclusión, Ernesto Perusquía, seguidor del proyecto constitucionalista desde los albores del movimiento de 1913, fue la causa principal por la que se designó a Querétaro como sede del Congreso Constituyente. ¡¡¡Cómo arriesgó su libertad y su vida Perusquía al ser de los iniciadores del movimiento Constitucionalista cuando lo más fácil era seguir al borrachito sanguinario de Victoriano Huerta!!! ¡¡¡Qué valiente Perusquía al jugarse su patrimonio al disponer de los caudales federales que había recaudado en la zona de Coahuila y haberlos puesto en las manos del ejército defensor de la Constitución en contra de los asesinos de Francisco I. Madero!!! Seguir a Venustiano Carranza al triunfo era fácil: seguirlo en sus inicios revolucionarios de 1913 era lo difícil, al igual cuando cayó en desgracia política en 1920 al querer imponer en la presidencia al desconocido embajador en Brasil Ignacio Bonillas en lugar de Álvaro Obregón. Ernesto Perusquía fue de una sola pieza. Honor a quien honor merece.
He dicho caones. Les vendo un puerco huertista, pelón y federalista.