QUERETALIA
EL QUERÉTARO PRÍSTINO
Los concheros chichimecas de Querétaro son una manifestación cultural que, con su presencia rica en rituales, ceremonias, y hermosas danzas propias, enaltece los valores de un pueblo con orígenes indígenas, orgulloso de su legado cultural.
Los concheros tienen abundancia en sus rituales, danzas y ceremonias únicas, dueñas de un contenido estético y cultural que le son propios, en los que se integran magistralmente. Los concheros se unen en familia, cuyo foco de actividad es continuar la tradición heredada de sus ancestros, manifestada en su vida cotidiana en el arte de su música, danzas y cantos de alabanza.
Diestros en las artes y oficios que manejan, y en que, se pone de manifiesto su origen indígena en la elaboración de sus bellos y originales: huaraches, sus ornamentados trajes de danza tanto para hombres como para mujeres, instrumentos musicales de percusión y cuerda rasgada como conchas de armadillo, huehuetl y teponaxtle, collares, aretes, etc.
La manufactura de los diferentes elementos rituales que utilizan durante la ceremonia nocturna de la velación de ánimas y que deben ser elaboradas en el lugar y momento: Las rocitas –coronas de cucharilla, Los bastones –especie de banderillas con cucharilla, cempasúchil e hinojo que son usadas para al final de la velación dar limpias a los presentes-, y las custodias –discos con base hechos con cucharilla, hinojo y cempasúchil-. La santa forma -una cruz de brazos iguales sobre el piso, formada también de hinojo, cucharilla y flor de cempasúchil y finalmente La Santa Cuenta –una cruz hecha con cinco velas de sebo-.
En su parte pública, se les puede ver vistiendo sus atuendos de danza congregando a su alrededor a la gente del pueblo, sobre todo cuando hacen sus recorridos rituales por las calles o danzan en las plazas llenándolas con la algarabía de su “mitote”, también se les puede ver pidiendo permiso al interior de los templos.
Otra de sus ceremonias con gran contenido cultural, e insuperable belleza, es la que se realiza al acaecer la muerte de un miembro de su comunidad. Ceremonia que se conserva de antiguo, y que aún es practicada por ellos, a petición de los deudos de algún difunto de algún pueblo o barrio, donde aún hay el arraigo de despedir a sus muertos con la gala de la usanza indígena.
Muchas instituciones educativas, privadas, y gubernamentales, los han impulsado como embajadores de la cultura de Querétaro para el mundo.
Además de lo ya mencionado, existe una amplia gama de actividades que distinguen su origen indígena: Amarrar tilmas o boda-, los ensayos de danzas –dirigidos a los de nuevo ingreso-, Aplicación de la herbolaria y otras técnicas de sanación –tradición transmitida de forma oral, y presencial-, y sólo por mencionar algunas.
Habrá de tomarse en cuenta que los datos históricos como tales que se refieren a la tradición de los concheros no existen o no están al alcance, y con lo poco que se puede contar proviene de “LA TRADICION ORAL”, la cual, ubica los hechos por épocas y no con fechas.
Los descendientes de Atilano Aguilar y algunos otros, coinciden en que, su fundación es coetánea a la de la ciudad de Querétaro el 25 de Julio de 1531, lugar en donde la tradición cuenta que dio inicio, aunque es de suponerse que no se trata de un acto espontáneo y deba tener algún antecedente que por desgracia se ha perdido.
Esau Márquez nos cuenta que “El dato más accesible a nosotros es el que nos hereda Valentín Frías sobre Atilano Aguilar en Leyendas y Tradiciones Queretanas: “… tal personaje funda su danza de “concheros” en el año de 1852, pero no es hasta 1872 que se le da el reconocimiento de cacique general de danza. Con el máximo nombramiento a que danzante alguno puede aspirar y otorgado por su homólogo de Tlaxcala, Atilano se convierte en el jefe supremo de la danza “chichimeca” en el estado de Querétaro, puesto que no se tienen noticias de que título similar se haya otorgado con anterioridad. Hay que tomar en cuenta, puesto que es reconocido por todos los grupos de danza “chichimeca”, que tal danza tiene sus raíces en el enfrentamiento de indios y españoles durante la batalla del cerro del “Sangremal” de Querétaro; sin embargo, la organización de la danza permaneció aquí al margen en relación a otras áreas, tales como Guanajuato, Hidalgo, Michoacán, Valle de México y Tlaxcala; reconocida esta última como la más antigua. Esto viene a hacer valedero que el nombramiento expedido al “compadre” Atilano tuviese que provenir de una de estas partes.”
Fallecido Atilano, le suceden en la dirección de la danza sus tres hijos: Antonino, Petronila y Antonio Aguilar Trejo, reconociendo como jefe de la misma al primero de éstos. Al tiempo y fallecidos los hermanos se hace cargo Gervasia Ramírez, esposa de Antonino. De este matrimonio nacen Antonio (primero), Pedro, Mateo, Antonio (segundo) y Juana Aguilar Ramírez, que desde temprana edad se inician en los menesteres de la danza; desaparecida la madre, los hijos varones conforman y continúan la danza en un solo grupo.
En enero de 1952 los descendientes de éstos acuden a Guillermo Romero, presbítero de la iglesia de la Cruz, para redactar un documento en el que consta que la “mesa” fue presidida por Antonio primero, con el grado de capitán general, y que después de su muerte la responsabilidad del grupo recae en sus tres hermanos. Posteriormente fallece Antonio segundo (1918) y Mateo (1937), por lo que Pedro, el último varón sobreviviente, se hace cargo de la “mesa” como jefe único hasta 1943. Consta en la tradición y está fundamentado en el principio de autoridad, que el cargo de capitán general es exclusividad de los hijos varones, delegando a las mujeres el cargo de capitanas como el título máximo que pueden ostentar.
Con la muerte de Pedro Aguilar y tratando de continuar con la tradicional organización familiar, se hacen cargo de la danza los hermanos Margarito y José Dolores Aguilar Reséndiz y los primos hermanos Antonio Aguilar Gonzáles y Narciso Aguilar Jiménez. Por problemas internos suscitados entre éstos, surge la necesidad de la división del grupo.
Después de tres años de permanecer unidos, Antonio Aguilar G. decide formar su propia “mesa”, en 1963 Narciso Aguilar J. funda la suya, después de un período de permanencia con Antonio, quedando así formada la “mesa” de Margarito y José Dolores Aguilar R. con otros miembros de la familia: José Martínez A., hijo de Julia Aguilar, e Ignacio Luna A., hijo de Juana Aguilar. En los años subsecuentes este grupo se fracciona, quedando por un lado José Martínez., y por otro Ignacio Luna y su hija Manuela, en 1980.
Finalmente, al fallecer José Martínez (diciembre de 1981), Narciso Aguilar (abril de 1983) y Margarito Aguilar (octubre de 1985), se definen los grupos que en la actualidad presiden “los Aguilar”. Del primero se forma un grupo que se autonombra “Hermanos Martínez” bajo la dirección principal de mateo Martínez C., del segundo surgen tres “mesas”, dirigidas por Ninfa, Justina y Ramón Aguilar; y por último, está el que se encuentra bajo el mando de Pedro (Margarito) Aguilar conjuntamente con los descendientes de José Dolores, fallecido éste en el mes de diciembre de 1974.
Este proceso de rupturas define y explica la existencia de siete “mesas” dentro de la familia Aguilar, desquebrajándose así toda la organización tradicional de grupo fundada por sus antecesores; sin embargo, ha venido revestir nuevas formas y tendencias organizativas que Amplían el horizonte de la danza.
Asimismo, estas divisiones trajeron consigo la disyuntiva en cuanto a definir en quién recaía el cargo de capitán general, ya que por la línea paterna y directa, tres miembros de la familia se manifiestan como legítimos herederos al grado. Si nos apegamos a las reglas de la heredad tendríamos como “beneficiario” directo a Antonio Aguilar G., en cuanto que su padre fue el último que sustentó el grado capitán general de la antigua organización unificada. Ahora, si tratamos de verlo a título legal, entenderíamos que tanto Narciso, como Margarito y Antonio Aguilar son legítimos herederos y por lo mismo capitanes generales con facultad de transmitir el cargo a sus descendientes, que en el caso de los dos primeros, lo han hecho a favor de Pedro y Ramón Aguilar, mientras que Antonio Aguilar, que a sus 82 años aun sustenta el mando de su “mesa”, tiene como heredero legítimo de la misma a José Candelario Aguilar.
Cualesquiera que sea el justo adecuado y a conveniencia de toda organización familiar, existe la necesidad de dar el reconocido mérito a cada una de las “mesas” de los “Aguilar”, en cuanto son uno de los pilares que sostienen la tradición de la danza y el rito de “concheros”; en este sentido las “mesas” vienen a constituir la más importante agrupación que acude a la fiesta de la Santa Cruz de Querétaro, tanto por su aspecto cuantitativo y su profundo apego a la tradición, como por su indispensable participación en diferentes festividades religiosas del país.”