SERENDIPIA
La Secretaría de Hacienda es la reina de las secretarías, por encima incluso de Gobernación, que posee el poder político pero no ostenta el control que da el dinero. En los últimos cinco gobiernos (Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña), la tecnocracia fue en realidad el poder tras el trono y su influencia lo abarcó todo, decisiones y obras capitales, y otras menores por igual.
Andrés Manuel López Obrador ha tumbado del trono a una buena parte de la tecnocracia, que por despido o por renuncia ha debido abandonar los cargos más importantes en Hacienda, mientras el Presidente de la República ha adquirido un rol determinante en el diseño, el gasto y la ejecución de la política económica y hacendaria.
La principal semejanza y distinción entre estos dos modelos es la base de las decisiones. Antes esa plataforma era la tecnocracia, que resolvía la construcción de una autopista o de una calle en una comunidad desde la frialdad de la ciencia y de los números; ahora el Presidente define el destino del presupuesto, intentando que el dinero público obedezca a la realidad de la vida de la gente.
Al final ambos modelos coinciden en la concentración del poder y las decisiones de carácter hacendario y económico, antes en poder de la tecnocracia y ahora en las manos del presidente. Un modelo ya lo vivimos y el otro lo estamos conociendo.
¿Cómo era la influencia que llegó a tener la tecnocracia en la reina de las secretarías?
Es posible adentrarse en esos pasadizos poco conocidos del gobierno desde el pensamiento del secretario de Hacienda más poderoso de los últimos sexenios, Luis Videgaray. Un día distante, antes de llegar a la secretaría, Videgaray le preguntó a Agustín Cartens cómo era conducir la reina de las secretarías.
“Me dijo que era como conducir un F18”, contó Videgaray en una ceremonia en la que develó el retrato de José Antonio Meade en el salón de los secretarios de Hacienda. “Puedes hacer piruetas, disparar, aventar cohetes, pero en el trabajo de un piloto y de un controlador aéreo no hay margen para la academia. Las decisiones son ineludibles y a veces se confunden con soluciones técnicas que sólo entienden unos cuantos, pero tienen un efecto importante en la vida de la gente”.
Carstens y Videgaray veían a la Secretaría de Hacienda como una especie de pecera que concentraba a “la gente más conocedora y talentosa del país” en la toma de las decisiones económicas.
En el gobierno de AMLO la tecnocracia no ha desaparecido, pero su poder e influencia se han reducido radicalmente. Lo que no solo se sostiene, sino se potencia profundamente, es la concentración de las decisiones del presupuesto.
Un solo hombre tiene el poder de decidir como nunca antes el futuro del país: un sube y baja en el que veremos lo mismo la entrega de 50 mil millones de pesos a los servicios de salud y mil millones para dos estadios de futbol en Sonora.