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“Vamos bien”

ESTRICTAMENTE PERSONAL

por Raymundo Riva Palacio
29 septiembre, 2020
en Editoriales
El reguilete de Lozoya

 

La vida en el México de hoy se aprecia de una manera rara en Palacio Nacional. Apenas hace 11 días el presidente An­drés Manuel López Obrador, embistió a Reforma, cuyo encabezado principal esa maña­na mencionaba que durante su gobierno se ha­bían registrado 45 masacres, en contraste a su afirmación durante su segundo informe, don­de dijo que esos asesinatos colectivos ya no exis­tían. López Obrador mostró la portada del dia­rio, exclamó “¡ahí están las masacres!”, como sugiriendo que sólo en el papel existían, y soltó una carcajada. ¿De qué se reía?, criticaron va­rios columnistas, parafraseando un poema de Mario Benedetti.

Los asesinatos colectivos no paran. Este do­mingo un comando asesinó a 11 personas den­tro de un bar en el sur de Guanajuato, que moti­vó que en la mañanera del lunes, le hicieran una pregunta directa: “¿en serio ya no hay masacres en este país?”. La respuesta se fue para otro lado: “Pues mire, vamos bien, se está avanzando, es­toy cumpliendo con los compromisos que hice”.

La reportera insistió: “¿Hay un país más pa­cífico, con mayor seguridad?”. El Presidente no contestó lo que le preguntaron y se fue con el mismo discurso de siempre, la corrupción, la justicia, su ataque a los medios y, como innova­ción, la lectura de 96 de los 100 compromisos que ofreció y que, dijo, ya cumplió.

Ya no hubo risas por parte del Presidente, pero tampoco respuestas. No las tiene. El ma­yor compromiso, que por definición es la razón de ser de los gobiernos, es la seguridad. En no­viembre de 2018 presentó el Plan Nacional de Paz y Seguridad, donde afirmó que “el nuevo go­bierno federal (garantizaría) la paz y la tranqui­lidad en el país”. El 3 de enero de 2019, asegu­ró: “En 100 días vamos a terminar toda la acción transformadora y vamos a mejorar en este tema de la inseguridad”. El 25 de abril del año pasa­do, el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, citó como crítica que en “unos cuantos años” la tasa de homicidios nacional pasó de 13 a 23 por cada 100 mil habitantes”.

Los resultados han sido muy lejanos a lo ofre­cido, lo prometido y lo declarado. La tasa de ho­micidios durante 2019 fue de 29 por cada 100 mil habitantes, similar a lo que se dio en el últi­mo año del gobierno de Enrique Peña Nieto, y superior al registrado en el de Felipe Calderón, según reportó el INEGI, lo que significa un pro­medio de 99 por día. El México de hoy es más violento que Brasil o Colombia, aun que menos, si sirviera de consuelo, que Honduras, el gran hoyo negro de América Latina, donde los maras dominan amplias franjas de territorio.

En México no hay lucha contra el narcotrá­fico, donde los cárteles de la droga viven proba­blemente el sexenio más tranquilo desde el go­bierno de Vicente Fox, que como López Obra­dor, tampoco los combatía. Sin embargo, esto no significa que, como era su diagnóstico inicial, los asesinatos desaparecerían. No se combate la violencia con violencia, justifica reiteradamen­te el Presidente que no enfrente a los crimina­les, pero los resultados tampoco le dan la razón.

De acuerdo con el análisis comparativo de la consultora TResearch, en los primeros 21 me­ses de la administración de López Obrador, el total de homicidios asciende a 62 mil 765, que duplica el total en el mismo periodo del gobier­no de Peña Nieto, que alcanzó los 30 mil 321, y supera por mucho el total durante los de Fe­lipe Calderón y Fox, que contabilizaban 19 mil 571 y 24 mil 20, respectivamente. En lo que va del gobierno lópezobradorista, supera en 50% el total de homicidios que se dieron durante to­do el sexenio de Calderón, y se encuentra casi a la mitad del total durante el de Peña Nieto, con cuatro años por delante todavía que le quedan al frente del Ejecutivo.

Los números en materia de seguridad son muy malos para el gobierno de López Obrador, como lo son también los de la economía y la pan­demia del coronavirus. En el primer caso, como sucedió este lunes, dice que “vamos bien”, aun­que los datos dicen todo lo contrario. En el te­ma económico, con todos los indicadores a la baja, asegura que “ya estamos saliendo del ho­yo”, mientras que en el descontrol estratégico de la pandemia, su explicación es que “ya va­mos de salida”.

El Presidente miente no porque sea un men­tiroso patológico, sino porque políticamente no puede hacer otra cosa. Todo lo fácil que creía era gobernar, como alguna vez lo dijo públicamen­te, ha resultado más complejo de lo que, por sus palabras, se imaginaba. Su equipo no le funcio­nó en el tema de la seguridad y en el manejo del coronavirus, pero no lo va a reconocer. La eco­nomía caía desde agosto de 2019 como conse­cuencia de sus políticas económicas personales, lo que tampoco admitirá, y este año se agravó por la pandemia mundial.

De ahí que todos los días quiera desviar la atención de los asuntos de mayor relevancia, que tiene descontrolados. Es lo que comúnmente se llaman “distractores”, donde plantea temas en las mañaneras o busca pleitos para encauzar el interés general hacia otro lado. La preocupación del Presidente por todo aquello para lo que no tiene solución parece ser proporcional al tiempo que dura la mañanera, que en las últimas sema­nas se ha incrementado de manera significati­va por encima de los 140 minutos, incluso, has­ta rozar los 160, cuando solían promediar 90.

La retórica sigue siendo el sustento del go­bierno de López Obrador, pero por la mayor in­cidencia en los ataques hacia fuera de su go­bierno y hacia funcionarios de su propia admi­nistración, se puede argumentar que cada vez es más difícil ocultar la realidad que desviarla. “Vamos bien” es una frase que suena hueca, por­que está hueca.

[email protected]

twitter: @rivapa

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Etiquetas: INEGILópez ObradorPeña Nieto
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