La consecuencia más clara del enclaustramiento ha sido que la humanidad se ha visto obligada a reflexionar sobre su vida cotidiana, principalmente observar sin miramientos lo que se realiza para ganarse la vida. El trabajo no ha sido solamente un medio para que el ser humano sea libre de todo tipo de ataduras de la naturaleza y del ambiente, sino que también, se supone, debe ser un medio para el desarrollo integral de las facultades físicas y mentales del trabajador. Ya sea por estar inmerso en el sistema capitalista, esencialmente competitivo, el trabajo se ha reducido mayoritariamente a un medio de subsistencia. En el mejor de los casos, trabajar para tener la posibilidad de acceder a los tesoros que están al final del arco iris capitalista: el confort, las diversiones y el consumo.
El problema es que el virus vino a hacer añicos estos placebos. No se ha podido ir normalmente a los centros comerciales, donde más de una familia se pasaba su tiempo, comprando y recorriendo aparadores. Los espectáculos y las diversiones están prácticamente inexistentes. Personalmente en los sábados por la noche, sin box, braceaba dificultosamente para salir del tedio. Algunos han optado por el alcohol y los más radicales en la fuga del tiempo muerto, por las drogas. Pues tedio y transgresión van de la mano.
El enclaustramiento ha permitido contrastar los equilibrios personales, acordes al metabolismo, con los que se someten al ritmo del crecimiento material de la empresa, a los horarios que impone la ganancia, a los larguísimos viajes para llegar a los centros de trabajo. La verdad es que descubrir un tiempo en el que cada quien ha hecho lo que se le da la gana, ha sido sentirse como Adán en el paraíso antes de comer la manzana.
En la peor de la crisis de vacío, más de uno ha considerado que si bien el trabajo que realiza no desarrolla su potencial, cuando menos es algo entretenido. Otros más, sin embargo, han puesto a consideración si vale la pena el cheque quincenal por toda la frustración que se padece en el trabajo. Toda esta circunstancia ha hecho que en las redes sociales haya cada vez más memes de los que se resisten al regreso de la rutina. ¿Qué hacer para tener un trabajo en el que se extraiga la realización y la alegría de vivir? El tedio puede ser la matriz que conduzca a esta reflexión.
Reconozco que lo que diré a continuación no tiene como base una investigación seria y sistemática, ni resultado de exhaustivas encuestas, pero si López-Gatell se la pasa diciendo mentiras a nivel nacional, que no pueda yo especular con mis observaciones personales. Creo que el tedio invade hoy más a los queretanos que a los “dendenantes”, ¿La causa? Creo que es la pérdida de tradiciones, en el tedio nos quedamos en el vacío, sin asideros, anteriormente teníamos una serie de fiestas, que eran de todos, sin ninguna distinción. El sentido de la vida tenía una brújula, uno se refugiaba en la alegría comunitaria o en el misticismo personal. La queretanidad era el mejor escudo contra el enemigo del tedio.