El número de personas afectadas por el hambre a nivel mundial ha ido en aumento desde 2014, y la carga de la malnutrición sigue constituyendo un desafío. Esto afirma el reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO): El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo. Tan solo en 2019, alrededor de 690 millones de personas (casi el nueve por ciento de la población mundial) pasaron hambre: un incremento de 10 millones en comparación con las cifras de 2018. A estos datos habrá que integrar la variable de la pandemia de la COVID-19, que ha intensificado la crisis alimentaria y nutricional que el mundo ya vivía antes de la llegada del nuevo coronavirus.
El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) advierte que, en América Latina, el hambre y la inseguridad alimentaria van en aumento, lo que crea un ambiente propicio para los conflictos y la emigración de las poblaciones más vulnerables. El PMA estima que el incremento en el número de personas en situación de inseguridad alimentaria grave durante los próximos meses será del 269 por ciento, es decir, 16 millones de habitantes de la región no tendrán la certeza de que comerán al día siguiente. En 2019, esa cantidad llegaba a 4,3 millones.
El origen del hambre está tanto en la pobreza como en el funcionamiento de los sistemas alimentarios. Luego del confinamiento, el reto está en reforzar estos sistemas y atacar dos de sus causas principales: el desperdicio de alimentos y la falta de una dieta saludable.
Si bien las soluciones específicas varían de un país a otro, uno de los factores por considerar en cualquier acción de respuesta es combatir el desperdicio de alimento, que también ha empeorado con el confinamiento, y que alcanza cada año un tercio del total de los alimentos que se producen en el mundo.
Dos casos recientes sobre campañas para combatir el desperdicio de alimentos son los de Perú y China. El primero, en marzo pasado, puso en marcha su campaña nacional “Cero Desperdicios de Alimentos”, que busca informar, sensibilizar y educar a la ciudadanía sobre la prevención y reducción en las pérdidas y el desperdicio de alimentos, para contribuir a generar buenas prácticas en la producción, y un cambio de actitud y hábitos en el consumo de alimentos.
De igual manera, China lanzó su iniciativa “Plato Limpio 2.0”, mediante la cual el presidente Xi Jinping instó a la población a dejar de desaprovechar alimentos en medio de la pandemia, desperdicio con el que se podría dar de comer a cerca de 200 millones de personas.
En México debemos buscar soluciones integrales. Si bien, por una parte, el Congreso está considerando diversas iniciativas para frenar el consumo de alimentos con poco valor nutricional y exceso de ingredientes que nos permitan combatir la epidemia de obesidad y las enfermedades relacionadas con ella, requerimos que gobierno, minoristas, proveedores de servicios alimentarios y personas consumidoras evitemos el desperdicio, para cuidar que las futuras generaciones tengan alimentos sanos en cantidades suficientes.
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