JUEGO PROFUNDO
Hay jugadores que nunca deben irse del futbol…
Hay jugadores que nunca deber salir de un equipo…
Hay jugadores que dicen mas de una institución, que la propia institución…
Hay jugadores que son historia… Y el Conejo es uno de ellos.
Hay preguntas que no son fáciles de responder. Por ejemplo, cuando dejas de ver a un buen amigo por mucho tiempo, después de años por fin se reencuentran, y él te pregunta: ¿Cómo te ha ido? ¿Qué has hecho en todo este tiempo?… después de tantos años, con tantas cosas buenas y no tan buenas vividas… ante esas preguntas: te quedas en blanco. ¿Que se responde en esos casos?; regularmente respondemos con un simple y llano: Bien, me ha ido bien. Aunque si pudiéramos responder algo más genuino y verdadero ante la pregunta: ¿Qué has hecho en todo este tiempo?, la respuesta más real y cercana sería: Vivir la vida. Con sus cosas buenas y no tan buenas, así de simple: vivir la vida.
Entonces, en el ejercicio de buscar algunas palabras que resuman y plasmen la longeva y ejemplar vida deportiva del Conejo Perez, uno se queda en blanco. ¿Que se responde en esos casos?; podríamos responder con un simple y llano: Fue una buena carrera. Aunque si pudiéramos responder algo más genuino y verdadero, la respuesta más real y cercana seria: Vivir el futbol. Con sus cosas buenas y no tan buenas, así de simple: vivir el futbol.
Todas las historias tienen un comienzo y un final. Y la historia futbolística de Oscar “El Conejo” Perez, inicio el 21 de agosto de 1993 y termino el 27 de julio del 2019. El club de sus amores, el Cruz Azul, lo premio con un reconocimiento: permitiéndole despedirse como uno más en la cancha, permitiéndole vestirse y saltar al empastado más histórico del futbol mundial, calentar con la misma intensidad de siempre, escuchar su ultimo silbatazo inicial y tocar su ultimo balón… en medio de un pasillo de jugadores aplaudiéndole, el futbol despidió con un abrazo fraternal y lágrimas al Conejo. Así se deberían de ir las figuras, por la puerta grande.
Con emoción, aun recordamos como defendió el arco en aquella final de Libertadores vs Boca, su gol vs Corea en la Selección Nacional Sub-23, su sorpresiva aparición como titular en Sudáfrica 2010, aquellos dos penales detenidos a Figo, cuando esté era considerado el mejor jugador del mundo y por supuesto, que él fue el arquero con que el Cruz Azul gano su ultimo titulo hace casi 21 años…
Con solo 1.72 metros de altura, el portero tocó alturas futbolísticas envidiable; pero, sobre todo: ejemplares. En estos tiempos llenos de globalización, de excesos y redes sociales, es muy difícil encontrar una carrera tan pulcra, tan llena de buen espíritu deportivo, de sencillez y de compañerismo como la del Conejo. Y todo eso, en estos tiempos donde todo se puede comprar, tiene un valor incalculable.
Sus 3 mundiales (dos de ellos de titular), 1 Copa Confederaciones, 3 Copas de Oro, 2 ligas MX, 3 Títulos de CONCACAF liga de campeones, 740 partidos jugados y algunos goles anotados en club y selección son el legado que nos deja Oscar. Con esos números, pero, sobre todo, por su personalidad, El Conejo se puede ir en paz del futbol profesional ya que pocos futbolistas tienen esa virtud de combinar el éxito profesional con el reconocimiento de todos hacia su persona.
En esté, su retiro, a sus 46 años, el Cruz Azul podría tomarlo como símbolo e incluso bautizarlo como su Matusalén, sino fuera porque existe el histórico Nacho Trelles. En su ultimo juego, el Conejo no pudo contener las lágrimas y a más de alguno nos conmovió, ya que esas lágrimas, son de las que aparecen en nuestros ojos cuando dejamos algo que amamos y que, aunque sabes que ya no estará ahí, siempre le agradecerás por lo feliz que te hizo.
Se te echara de menos Conejo.
Para terminar esta columna, quedan perfectas las palabras del maestro Eduardo Galeano: “…El no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El gol, fiesta del fútbol: el goleador hace alegrías y el guardameta, el aguafiestas, las deshace. …” (Del libro Fútbol a sol y sombra, Siglo Veintiuno Editores)
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@Escritorsga