JUEGO PROFUNDO
“Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y el gigante cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza.” (Samuel 17, 49-50).
Todos conocemos la historia de David y Goliat. Y, aunque no la hayamos leído, sabemos bien lo que significa: es la victoria del pequeño frente al grande, del desvalido frente al poderoso, un recuerdo de que, aunque tengamos todo en nuestra contra, siempre habrá posibilidades de salir triunfante. Esta historia es una metáfora que se ha extendido por todo el mundo, y ha sido la que de mejor manera se ha acoplado al deseo que tenemos todos de poder decidir nuestra suerte por nuestra propia mano. Y justo así, hace apenas unos días el México-americano Andy Ruiz, dio la sorpresa del año en el boxeo derrotando al gigante británico: Anthony Joshua. Sin nada a su favor, con las casas de apuestas 11 a 1 en su contra y la mofa de todo el mundo sobre su físico, Andy Ruiz receto como medico especialista, una dosis de contundentes derechazos que no solo cimbraron al británico, sino a todo el mundo del boxeo. Andy con toda su historia, nos regaló una indiscutible victoria; de esas victorias que nos encantan (incluyendo, por supuesto, las palabras hacia su mamá en la conferencia de prensa al finalizar la pelea), de esas victorias que nos hace creer que el mundo es más justo de lo que es. Y es que eso tienen los triunfos de los considerados débiles: nos hacen creer en el poder de la determinación, talento y trabajo y nos inspiran a intentarlo. Además, esta pelea es un elixir de credibilidad y cae de lujo en un deporte que tantas dudas nos ha generado por los intereses comerciales que lo rodean.
Andy llego a esa batalla prácticamente como un desconocido y salió como torero después de una gran faena: en hombros. Y es que todo lo que rodeo el combate tiene tintes de heroísmo y fortuna. Desde el momento en que gracias a que el retador oficial Jarrell Miller se cayó de la contienda por dar positivo en pruebas antidopaje, y al quedar vacante el puesto de retador; Andy Ruiz, sin nada que perder, envió un mensaje por Instagram al promotor Eddie Hearn, quien detallo: Cuando se confirmaron los tres positivos (de Miller), tuvimos que buscar un nuevo rival y no había instrucciones, simplemente el que nosotros quisiéramos. Y alguien me envió un mensaje en Instagram que captó mi atención: “Dame la pelea, voy a pelear más fuerte que cualquiera de los hombres que han mencionado, voy a darle una mejor pelea y voy a vencer a Anthony Joshua”. Y el resultado, ya todos lo conocemos y celebramos. También debo decir que nunca había escuchado que, en el deporte profesional, una oportunidad de ese tamaño se diera a través de redes sociales, definitivamente, hasta en eso, está la era de los millennials.
Para Andy, fue la mejor noche de su carrera, y aunque por reglamento, la bolsa económica no le hizo justicia, estoy seguro de que no cambiaría esa noche por nada. Sin duda, con historias como la de Andy Ruiz, el deporte adquiere un contexto diferente. Esa noche, Andy Ruiz logro la victoria con las formas y el sabor que tanto anhela el “Canelo” Álvarez. Esa noche el “gordo” nos robó el corazón a puñetazos.
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