DESDE LOS BALCONES
Escribimos estas letras, en los momentos que circulan por las redes, es decir por el mundo entero, las intenciones y los pensamientos de un político que dirige la más grande potencia del mundo: el imperialismo norteamericano, cabeza de un mundo que ya no es como lo fue “La Santa Alianza”, de los años en que Inglaterra se expandía colonialmente y tropezaba con los restos feudales de distintas imperios a la baja: el Imperio Otomano, que chocaba con las naciones europeas (Austria, Francia, Prusia) y al oriente con el decadente absolutismo zarista, de Rusia.
Inglaterra tuvo como representante de ese sistema, a alguien que no representaba los intereses del comercio mundial y de la industria, sino a un vizconde de raigambre feudal, PALMERSTON, DE ORIGEN Irlandés, magnífico actor, aunque no gran político, sino un extraordinario disimulador del poderoso colonialismo inglés que se extendía por entonces a la India y China, lo mismo que, luego, impuso a la postre sus intereses sobre Europa, jugando a las cartas de su dominación con Bismarck y Metternick, los mismo que con los Borbones y los Habsburgo, sin darles a saber la realidad en la que aquellos no vivían; pero que ya se les venía encima.
Esto viene a colación, a propósito de los tuits agresivos del Presidente Donald Trump, contra México y su economía que, a querer o no, es parte central del sistema de valor capitalista, pasando por los mercados, los bancos, el crédito mundial y, sobre todo la deuda externa de México, que alcanza los 11.5 billones de pesos, expresión que tiene su correlativo real en la demanda y valor mundial del dólar, como patrón de precios frente al total de las economías.
El Presidente Donald Trump, quiere enganchar a Andrés Manuel López Obrador, pero éste no se come el anzuelo y no se lo comerá, vale decirlo y repetirlo.
¿Por qué se produce ese juego diplomático tan abierto y en apariencia tan agresivo? ¿Son acaso dos políticos de dos niveles de sistemas distintos? No lo son, las diferencias son de otro orden, estructurales, de subdesarrollo tributario el primero y, de otro, de un polo del ultra imperialismo con una visión particular alrevesada en que las causas son efectos y éstos, a su vez causas de sus propias contradicciones internas mundiales.
México y EU, no eligieron vivir uno al lado del otro, al igual que Polonia tampoco eligiera situarse entre Rusia y Europa, pero ambos procesos los han afectado y tuvieron y tienen su repercusión episódica en el mundo, sin que ninguno de los dos espacios se borrara de la realidad.
EU ha impuesto sus condiciones económicas y políticas a toda Centroamérica; no así, en la misma medida o de otra forma a México. Eso nadie lo discute; pero querer que nuestro país frene o controle procesos internacionales de la renta territorial con que toda una zona económica contribuye a la economía imperialista, eso es tener corta vista, o de un muy bien disimulado juego de intereses con que México no puede, ni pretende, ni pretenderá engancharse. Porque no puede y tampoco le conviene comprometerse a la manera de una hegemonía militar y poblacional que ni los Estados Pontificios pudieron sostener y soportar desde el imperio romano hasta ahora.
Lo episódico absurdo, resulta de la narrativa declarativa de personajes menores de la subordinación política nuestra, que pontifican y califican de “débil y tibia” la postura internacional mesurada del Presidente Mexicano Andrés Manuel López Obrador.
De la misma manera con que lo hacen hoy los panistas, se comportaron los conservadores del siglo XVIII mexicano, que sin entender qué pasaba en el mundo, se fueron a Miramar pretendiendo eternizar la dependencia colonial que, ni siquiera en España, se sostuvo con Fernando VII, él que luego regresara cobijado por las bayonetas napoleónicas, después de pasar breves vacaciones destronado al amparo de las mismas.
Que un Senador Queretano, una casualidad doblemente lograda, salga con la zarandaja de que la posición del Presidente AMLO es tibia y débil, se hace un flaco favor a sí mismo y a sus sostenedores y aliados, por no poder mirar el barranco de los intereses comerciales reflejados en los aranceles, y por los cuales una nación y un país jamás se cortarán las venas de las muñecas, para quedarse muerto o manco.
Mauricio Kuri no sabe nada de historia, como tampoco de economía, pero se deja ir, él y sus congéneres, por el engaño momentáneo de exasperar la valorización internacional de la plusvalía y la renta mexicanas, pensando que con ello frenan los procesos adversos, en vez de sortearlos con diplomacia y otorgándole tiempo al tiempo. ¡Pero que cada quién con su PAN Se lo coma!