DESDE LOS BALCONES
Querétaro recibe anualmente alrededor de 600 millones de dólares, algo así como 12 mil millones de pesos, aunque la información de Banxico, no precisa el número de emisores y receptores de esos dineros.
Destaca una apreciación general en la distribución de tales remesas que llegan a cada una de las 18 municipalidades de la entidad.
Y se observa que el municipio de Querétaro, la capital del Estado, es quien mayor proporción de esas remesar recibe, por ejemplo, en 2018, durante los cuatro trimestres se recibieron, respectivamente, 47 mil 470 dólares, primer trimestre; segundo trimestre, se registró un ingreso de 55 mil 714 dólares; tercer trimestre fue de una cuantía de 55mil 877 dólares y finalmente en el cuarto trimestre ingresaron a las familias 48 mil 503 dólares.
¿Cómo se distribuyen estos recursos, cuántos son los receptores de los mismos? El Banxico no lo reporta; podría saber lo anterior por el total de operaciones anuales que se envían.
Llama la atención que los municipios de la Sierra, menos urbanizados, por ejemplo Cadereyta, reciban un volumen de esas remesas relativamente considerable; aunque San Juan del Río destaque hasta casi alcanzar el valor total de todo lo que recibe el Municipio de Querétaro.
Amealco de Bonfil recibe cerca de 35 mil dólares anuales, su promedio diario en pesos, es de aproximadamente de 200 pesos; pero no podemos promediarlo así, sino por tantas más cuantas familias que reciben esos aproximadamente 700 millones de pesos anuales en este municipio y lo propio acontece en Cadereyta y San Juan del Río y el resto de las municipalidades.
Por su parte, los programas federales en QUERETARO, DISTRIBUYEN UNA SUMA TOTAL DE 5 MIL MILLONES DE PESOS, QUE REDONDERÍAN ALREDEDOR DE 250 MILLONES DE DÓLARES, POCO MAS DE LA MITAD DEL TOTAL DIVISAS QUE RECIBE EL ESTADO.
Lo específico de estos programas federales, es que van dirigidos a 209 mil beneficiarios de estos mismos programas, correspondiendo mil 429 millones de pesos para 113 mil adultos mayores; mil 229 millones que benefician a dos mil 400 estudiantes.
Seguramente algunos estudiantes becarios, no la totalidad, tienen a sus padres, o a uno de ellos, trabajando en el extranjero y reciben parte de alguna de estas remesas. Ambos ingresos no se excluyen, se refuerzan y permiten algún desahogo y aligeramiento familiar, respecto de los gastos adicionales que significa estudiar, transportarse, calzar, vestirse y varios otros pequeños gastos que pulverizan esos ingresos.
Quien no ha sido estudiante pobre, urbano o rural, no podrá calibrar jamás lo que una beca significa. Al estudiante se le mira entre estas familias, como un lujo o hasta como un parásito familiar, no digo que así sea, sino que la cotidianidad mezquina y ruinosa de las familias pobres a veces lo experimentan de esta manera.
Es una ventaja que el estudiante pueda alternar sus tareas escolares con algún empleo, lo que no puede generalizarse y esto queda condicionado al estado de desarrollo de la localidad donde el estudiante lleve su vida; mayormente difícil para quienes tienen que alejarse de la vida familiar.
Por eso los estudiantes “pelean” las becas y por ello valoran los programas federales que estableció AMLO EN TODO EL PAÍS Y ESTO FORMA PARTE DE LA POLITICA EDUCATIVA QUE NO PASA POR LAS UNIVERSIDADES, NI TAMPOCO POR LAS AUTORIDADES EDUCATIVAS; SINO QUE SON APOYOS DIRECTOS, PERSONALIZADOS.
¿Cuántos de los políticos y los funcionarios públicos conocen y pasaron por una realidad así? Yo conozco a uno de ellos que ha sido Rector de la UAQ, ENTRE OTROS MILES QUE FUERON MIS COMPAÑEROS EN TODO EL PAÍS.