DESDE LOS BALCONES
El doctor José Narro Robles, cometió el grave error de salirse de la UNAM y encaminarse al PRI. Jamás el Rector Javier Barros Sierra hubiera hecho eso; tampoco el doctor Ignacio Chávez; todo indica que la historia volvió a invertir sus procesos como cuando José Vasconcelos, después de ennoblecer a la SEP, durante el gobierno de Obregón, se volvió aspirante y opositor de sí mismo con su candidatura presidencial.
A la UNAM todos querían llegar, no salir. La Ciudad Universitaria, CU por sus abreviaturas, es un universo social, cultural y político que jamás tuvo el país; antes, sus recintos, fueron y lo son ahora, las calles de San Ildefonso y Justo Sierra, se extendieron hasta Camarones, Primo de Verdad y Puente de Alvaro; fue siempre ese mundo colonial, virreinal, hasta que el Presidente Miguel Alemán Valdez, le dio a los jóvenes y a su época, la magnífica obra jamás concebida, quizás desde los tiempos lejanos en que los Toltecas y los Mexicas, erigieron Teotihuacan, Tula o la Plaza Mayor donde edificaron El Gran Teocalli y esculpieron La Piedra del Sol que, durante mucho tiempo estuvo ahí empotrada a un costado de La Catedral Metropolitana.
Así es la historia. ¿Quién iba a imaginar que a alguien, surgido del lejano sotavento veracruzano, metido y FORMADO en el viejo barrio universitario de la ciudad de México, se le iba ocurrir, como jefe de Estado, construir una obra, un enorme proyecto estudiantil, social, científico y político del tamaño y la grandeza de los grandes centros de nuestra antigüedad indígena?
Y lo hizo, lo acompañaron muchos grandes mexicanos, ahí está su obra esplendente por donde tantos sueños e ilusiones de centenares de generaciones enteras hemos pasado. Todavía vendrán muchas.
La Ciudad Universitaria, bañada por LA LAVA del Xitle, antiguo volcán que sepultara a los habitantes de Cuicuilco, fue el escenario magnífico que eligieron los hombres del Alemanismo, así se les denominó por sus contemporáneos hasta ahora, para construir la magnífica CU con sus edificios de Rectoría, Biblioteca Central, Filosofía, Derecho, Economía, Ingeniería, Arquitectura, Ciencias y Medicina, me falta nombrar a la Facultad de Comercio, la zona de los Frontones y todo los demás que después se ha venido edificando, hasta donde no conozco ahora.
Al Poniente está el gran estadio de CU, muy bello y un centro de Maestros Académicos, que linda con otros espacios arrebatados de algún modo a su patrimonio.
A Pericles se le atribuyen los monumentos de la Antigua Grecia, creo que Fidias fue su arquitecto, los nombres de los mexicanos que intervinieron en la creación de Ciudad Universitaria casi no figuran, pero ahí está su magnífica obra material y espiritual, una de las fisonomías de la Ciudad de México de lo más esplendente en donde se han congregado alguna vez, muchas veces, enormes multitudes de obreros ferrocarrileros, maestros y pueblo, intentando cambiar el país y la política.
CU tiene historia, es la historia de todos nosotros y así seguirá por mucho tiempo espaciosa y hermosa como siempre.
¿Qué fue a hacer el doctor José Narro Robles, aspirando a dirigir el PRI, cuando éste ya no existe, nunca existió más que como indicativo de politiquería y baratura social? Es la otra invención del Presidente Miguel Alemán Valdez, crear un partido político con los escombros de la contrarrevolución mexicana, ya casi sin generales populares como Lázaro Cardenas del Río, Heriberto Jara, Francisco J. Mújica y, desde luego, los jefes de todos ellos, el general Alvaro Obregón y don Plutarco Elías Calles. Así es esta parte de la historia, lo más auténtico y nuestro del México que tenemos.
¿Para qué iba a buscar el PRI, el doctor José Narro Robles, ex rector de la UNAM? Se equivocó de camino, perdió el horizonte de la historia y sobre todo de la historia y quiso regresar al seno de la ya no viven las oligarquías políticas ni sus restos. Son otros tiempos.
La UNAM no se hizo con contratos y concesiones mal habidas y costosas. Nuestros tiempos y claudicaciones de ahora son el derrumbadero de las fuerzas productivas de Pemex, de la CFE, de los 28 mil ejidos regados por el país, como una tentativa anti feudal de nuestra debilitada y flaca burguesía mexicana.
¿Qué fue a hacer el doctor José Narro Robles, a querer dirigir una guerra política varias veces perdida y olvidada a lo largo del país concesionado y vendido al poderío trasnacional con que ilusionó a la neo política tecnocrática y balín de siempre?
Se equivocó el doctor Narro. Nos equivocamos nosotros. Pero esto fue la última tentativa de apretujar la basura política hoy prófuga por Europa. Ni modo nos equivocamos. UN día de estos, voy a tratar de llegar la casa de Vicente Lombardo Toledano, la otra antítesis de Miguel Alemán Valdez.
Esta aspiración del doctor Narro, fue una tentativa perdida antes que una lucha real; ni siquiera el general Gonzalo Escobar se equivocó tanto, cuando quiso regenerarse del Callismo que, ya para entonces iba de picada en 1929.
Por esos años se dio la AUTONOMIA UNIVERSITARIA, pero el doctor José Narro Robles, ignoró todas las lecciones de la historia. ¿Quién puede rescatar el pasado que nunca alcanzó contenidos concretos, sino meramente adjetivos y complementarios de una clase que no amacizó tornándose dependiente de OHL, Iberdrola, Repsol, Odebreck, Etc.?
El doctor Narro Robles, no advirtió que hasta los panistas y los correligionarios suyos rechazan la reforma electoral, que trata de amarrarles las manos a los gobernadores y abrirle las puertas a la población, sin que le trampeen las boletas o se las crucen de bando para inflar candidaturas.
Los procesos que vienen desde el vacío agrario se repiten y cambian de forma, no se pueden revertir con elecciones promedio que no llegan a un total de población empadronada. Si así faltan y sobran boletas electorales, ¿qué pasaría si votáramos todos los mexicanos? Ha terminado la era del PRI. La era de los fantasmas político electorales aunque ni ellos puedan o quieran creerlo. Les faltan los Corona del Rosal, los Gabriel Leyva, los Carlos Madrazo Becerra, los Gutiérrez Barrios, los Martínez Domínguez, los Lauros Ortega, los Federico Reyes Heroles, los Marianos Palacios Alcocer y hasta los García Paniagua.
Esa historia se acabó. ¿Qué viene ahora? ¿Qué vendrá después? Nadie lo sabe; las masas populares no hablan; se hallan estampadas en los murales de Diego, Siqueiros y Orosco. Ahí están vivas ahora en el Palacio Nacional y en los murales pegados al poder; no en el PRI que está muerto, como los dioses que nunca existieron. Esto fue parte de la leyenda suprimida por la reacción y la contrarrevolución que se deja pasar y hasta se auspicia, como aquella que se movilizara para intentar tapar el Mural Paseo por la Alameda, de Diego Rivera.
Mientras tanto, las almas y los cuerpos algún día se juntaran como en el Juicio Final que se halla en otro Mural de San Ildefonso y que lleva por título “La Trinchera” de Orozco.