DESDE LOS BALCONES
El extraño San Benito de la Seguridad
Hace tiempo que no se le encuentra la cuadratura al círculo de la seguridad PÚBLICA interna en México. Todos se la disputan por capitanearla, por el mando único y quien sabe cuántas cosas y medicinas anticorrupción van y vienen; pero todos los sujetos y la fórmulas fracasan hasta en los Estados políticos más consolidados y desarrollados, ya no se diga en el atraso social latinoamericano.
El Estado policial, que se conocen históricamente, tampoco es garante de seguridad interior alguna.
Las policías políticas, combinación militar y civil, con investidura civil sobre todo, han arrojado mayores resultados, mejor aun cuando se lucha contra los enemigos del Estado, ejemplos sobran, el más emblemático es la ominosa Gestapo, de Alemania; otra cosa fueron las policías políticas rusas del zarismo y después de éste, especialmente los Jefes de la Seguridad Interior durante el régimen de Stalin, dos de ellos siniestros, pero cuya efectividad político represiva desemboca en Laurenti Beria, a punto de convertirse en Jefe de Estado, de no habérsele opuesto el general Chukov, héroe de la defensa en la gran guerra patria de la URSS.
Así las cosas, uno no entiende cómo es que tantos agentes de la Seguridad interior se interesen por comandar las estructuras y los mandos en los Estados de la República.
Recientemente un grupo de gobernadores estatales, se inconformaron porque los recién nombrados delegados o coordinadores generales en las entidades federativas, tuvieran qué ver en las cuestiones de SEGURIDAD PUBLICA.
¿Qué tienen de misterio oculto los intríngulis policíaco militares de la seguridad interior? ¿Es acaso la derrama de los miles de millones que se destinan a ese rubro, o qué otra cosa puede despertar el celo de los señores gobernadores para que estos funcionarios federales de ínfimo nivel, recién creados y que ninguno de ellos, que se sepa, solicitó tal “chamba”, de pronto fueron convertidos en el centro de todas las denigraciones burocráticas del Estado y partidarias, naturalmente éstas últimas de los partidos de oposición?
Hasta la misma Secretaría de Seguridad Pública ha ido de un lado para otro; parte de ella ubicada en el pasado en la esfera de la Procuraduría General de Justicia de la República, para que después de mucho se le inventara una gigante autonomía recién ubicada en la Secretaría de Gobernación que, en el pasado, una y otra germinaron de la Dirección Federal de Seguridad, así como de la policía judicial Federal, no menos temible y siniestra que sus hermanas naturales.
Hoy se intenta, con la Secretaría de la Seguridad Pública y el proyecto adjetivo de la conformación de una Guardia Nacional, hacer frente por fin a la seguridad pública, principalmente a la que dimana del crimen organizado, digámoslo así simplemente; pero se prohíbe o se veta a los delegados encargados del Bienestar Social que siquiera se asomen a las reuniones diarias de estos enclaves. ¿Qué interés oculto y misterioso hay en este veto que algunos gobernadores, no todos, oponen a los Coordinadores Generales?
Ninguno de ellos, que se sepa, aspiró o pidió esta “chamba” o cargo que no existía; ellos no sugirieron que se hiciera tal o cual cosa en los diversos órdenes que se les asigna coordinar. ¿En dónde está la clave de la objeción a estos cambios de manejo federal, como atribuciones que son de la administración Pública Federal y en particular del Ejecutivo Federal que se sustenta en el Presidente de la República?
Nada dicen al respecto, sus reparos lindan en las prohibiciones de las “buenas costumbres”, con que se les prohibiera a las mujeres no cubrirse con un velo la cara, para asistir al sacramento de la misa. A esto suena y a esto sabe el prurito de exclusividad que tanto reclaman algunos delegados.
Parece que las cuestión ha pasado a segundo término sin que se aclare el interés de fondo de este diferendo entre gobernadores y Poder Presidencial; pero así las cosas, los Coordinadores han salido ganando; pues qué caso tendría que algún connotado investigador y premio nacional de ciencia, de pronto se entendiera de las cuestiones policíaco militares que, además, por su valor táctico estratégico debe operar con el sigilo y la discreción de sus operativos. Riazanov, el traductor y editor de los textos más afamados de la Academia de la URSS, no se iba entender con Beria, o con sus antecesores, como no fuera cuando se dictara su defenestración y asesinato posterior. MEJOR QUE QUEDEN ASI LAS COSAS. POR LO
PRONTO.