CAMBIO DE RÉGIMEN
Uno de los grandes argumentos en contra de la regulación del cannabis en México tiene que ver con el estigma que carga su consumo. Sin embargo, algunas de las concepciones erróneas que se tienen de la droga, están asociadas con la manera en la cual se ha difundido información de ésta, en parte por su ilegalidad.
Regular el cannabis no es sinónimo con propiciar su consumo ni motivar la generación de nuevos usuarios; al contrario, es una medida que busca reducir los daños a la salud que pudiese generar el consumo irresponsable, regular los productos para garantizar los activos en su contenido y aprovechar los beneficios médicos y científicos que estén asociados con ésta.
La larga prohibición mundial sobre el consumo del cannabis, también implicó una prohibición sobre los estudios de las aplicaciones, utilidad y efectos medicinales de la droga, lo cual detuvo la generación de conocimientos. En vez de que hubiese información científica, verificable, de estudios revisados por paneles de expertos, la información que permeó en la sociedad sobre los efectos del consumo, fue aquella generada por la cultura popular (estereotipos) y la anecdótica (experiencia personal); ambas carentes de un rigor y una metodología.
Fomentar un consumo responsable, significa además de regular, poder proveerle a la población información veraz, confiable y sustentada con la cual pueda decidir sobre los beneficios o los riesgos que implica consumir cannabis. Como ejemplo, el alcohol: es un enervante regulado, cuya publicidad y paquetería claramente desincentiva el consumo; asimismo, existe información accesible en espacios escolares y de salud sobre los potenciales efectos nocivos de su consumo.
Por ende, uno de los trabajos más importantes hacia garantizar un consumo responsable, será asegurar que esté acompañada de campañas educativas e informativas, que nos permitan mejor entender los usos de la droga y los patrones de consumo.