ESTRICTAMENTE PERSONAL
El humor social de los mexicanos se ha venido agriando con los años. Desde que se comenzó a medir en los 90’s, los presidentes Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, que vivieron magnicidios, levantamientos armados y una profunda crisis económica, experimentaron molestia con los gobernados, pero nunca llegaron a estar en niveles negativos. Vicente Fox fue una bomba, y al tomar posesión ocho de cada 10 mexicanos lo apoyaban. Decepcionó rápidamente, pero no se colapsó. Felipe Calderón se mantuvo en la franja positiva hasta que lo arrastró la crisis financiera global de 2008-2009, que por primera vez llevó a un presidente a niveles negativos. Enrique Peña Nieto asumió el poder con la molestia acumulada, y su mejor momento en el humor social, fue el peor que tuvo Calderón.
Andrés Manuel López Obrador recogió y su victoria electoral fue un día de campo. Obtuvo un histórico 53% del voto, aunque insuficiente para lograr un político e ideológico a su favor. Hubo muchos votos de castigo, documentados por las encuestas, que le abultaron de sufragios las urnas. No pareció tan importante sacar al PRI de la Presidencia, como expulsar a una generación de priistas que por omisión o comisión, se convirtieron en símbolo de la mediocridad, la ineficiencia y la corrupción.
Las uvas de la ira contra Peña Nieto fueron aumentadas con algo en donde su gobierno no tenía nada que ver, los sismos del 19 de septiembre de 2017, donde de acuerdo con la herramienta del INEGI que mide el sentimiento de las conversaciones en Twitter, había sido “el día más triste” en la vida de los mexicanos. El índice de 1.51 puntos que había registrado, parecía imbatible, hasta el 18 de octubre pasado, cuando el sentimiento en esa red social cayó hasta 1.21 puntos.
En la víspera había sucedido el culiacanazo, cuando ante el desastre de la operación para capturar a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, y extraditarlo a Estados Unidos, el presidente autorizó que lo liberaran porque de otra forma, analizó, habría habido pérdida de vidas inocentes. La derrota del Estado Mexicano ante el Cártel de Sinaloa, que se movilizó para evitarlo, partió al país y, de acuerdo con expertos en opinión pública, rompió el blindaje que cubría a López Obrador.
El presidente ha identificado ese día como uno de los cinco más difíciles que le ha tocado enfrentar en su gobierno. Las cosas parecían no haber vuelto a ser como antes. Sin embargo, no era así. El humor social de los mexicanos con relación a López Obrador, había venido mostrando una caída -o enardecimiento- desde que tomó posesión hace casi un año. De acuerdo con un amplio reportaje publicado en la edición impresa de Eje Central, “desde que el tabasqueño se alzó con el triunfo se han impuesto tres nuevos récords en el desánimo de los internautas”.
“El primero, según la plataforma del INEGI”, encontraron los reporteros de Eje Central, “tuvo lugar el 29 de octubre de 2018, al día siguiente de que se anunciaran los resultados de la consulta en la que ganó el proyecto de Santa Lucía y se canceló la construcción del Aeropuerto en Texcoco”. En esa ocasión, aún como presidente electo, López Obrador dio un manotazo sobre la mesa y estableció, como antes y después lo frasearía, que los empresarios no volverían s gobernar. Sería él, como jefe del Ejecutivo, quien mandara. El golpe de timón fue claro para todos, pero tuvo consecuencias que se sienten hoy en día. Según Jorge Buendía, director la empresa de opinión pública Buendía, Laredo y Asociados, que realiza estudios demoscópicos para inversionistas mexicanos y extranjeros, aquella decisión provocó la pérdida de confianza del sector privado, cuya falta de inversión causó que el crecimiento económico para este año sea nulo.
La decisión fue celebrada por muchos, pero el sentimiento de los mexicanos contradecía la percepción que construyó López Obrador. Aunque ese día hubo 60% de comentarios positivos contra 40% de negativos, con un índice de 1.49 puntos”, reveló el reportaje de Eje Central. “Ese día, el humor social bajó dos décimas de punto”. Nadie registró en su momento la forma como el país, visto a través de las redes sociales, se dividió. El registro del INEGI lo colocó por debajo del humor social de Peña Nieto tras los sismos, cuando venía en caída libre su gobierno, envuelto en acusaciones de corrupción, incompetencia y creciente violencia, lo que habla de la relevancia de las decisiones y acciones que tomó López Obrador antes incluso de llegar al poder.
“López Obrador no llevaba ni dos meses despachando como Presidente cuando ocurrió otra tragedia que pegó en el ánimo de los usuarios de las redes sociales”, reportó Eje Central. “El 19 de enero, al día siguiente del estallido de un ducto en Tlahuelilpan, Hidalgo, que dejó más de 100 personas muertas, el estado de ánimo cayó a 1.45 puntos, resultado de un 59% de comentarios positivos contra 41% negativos”. El culiacanazo fue la tercera caída histórica en el índice del INEGI, que empezó a mostrar el ánimo en las redes sociales el 1 de enero de 2016, tras registrar 55% de comentarios positivos contra 45% negativos.
Este sentimiento no se registra en la encuesta de El Financiero y otras realizadas por las casas especializadas, donde el promedio de aprobación de López Obrador es 68%. Sin embargo, algo serio están diciendo. Las tres caídas son altamente significativas y deberá estudiar qué es lo que está haciendo mal para corregir. De otra forma, como perfila el primer año de su gobierno, se va a llevar una sorpresa. La peor, que termine con un coraje tan grande como el que acumuló Peña Nieto y frustre su proyecto de nación.