DEL ZÓCALO A LOS PINOS
Coco: un espacio para recordar la maravilla de país que somos
En la premier celebrada en Bellas Artes, quienes dieron vida y voz a los personajes expresaron su sentir sobre COCO, la película de Disney-Pixar que hoy se estrena. Los creadores de la cinta destacaron que lo más valiosos que les dejó la producción fue la convivencia con familias mexicanas y conocer a fondo desde diferentes visiones la celebración del día de muertos, que sin duda es un mensaje para todo el mundo. Adrián Molina dijo “una de las cosas más especiales de esta película es la idea de que las tradiciones se pasan de una generación a otra. Espero que cuando las familias vayan a ver esta película tengan una manera de ver el valor de estas cosas que se pasan de generaciones, las historias de las personas que vinieron antes de ti”. Lee Unkrich reflexionó: “Espero que quienes vean está película sientan la urgencia de conocer las historias familiares y compartirlas. COCO llega en un momento difícil de las relaciones México-Estados Unidos, confío en que la película ayude a unir lazos, creo que es bueno presentarla ahora que hay mucha negatividad en el mundo, es un honor traer un poco del positivismo que se necesita”.
Y en efecto, COCO es un recorrido por nuestro México; el México real, el México profundo que no cambia, para bien, el que se sostiene en sus culturas, sus tradiciones, sus leyendas, sus historias; sus personajes y lugares reales, son de los comunes y corrientes que somos mayoría; plasma momentos, lo mismo cotidianos que históricos, olores y sabores de la enorme riqueza culinaria que nos distingue; la arquitectura majestuosa, los colores mezclados en sintonía mágica en los alebrijes dibuja el arte y el sentir de nuestros artesanos; la música es una sinfonía permanente en la que se recobran notas, instrumentos autóctonos; ritmos, banda, norteño, jarocho, mariachi, le dan color a los personajes; los recorridos por ciudades y pueblos de nuestra inmensa geografía destacan valores fundamentales, la alegría de vivir, de saber de dónde venimos, el valor de la familia y el honrar a los que nos precedieron y ya partieron al lugar donde más temprano que tarde non reuniremos con ellos. En suma, COCO se desarrolla en el contexto de cuando los difuntos quieren visitar a los vivos en el Día de Muertos.
COCO tiene además la virtud de hacernos hurgar en el arcón de los recuerdos, de momentos de nuestra infancia. Vinieron a mi memoria aquellos días de muertos en que mi abuelita Delfina convocaba a sus cuatro nietos mayores, mi hermano Eduardo, yo y mis primos Gloria y Armando para después de asar los chiles en el comal y molerlos en el metate para luego de mezclarlos con las especies y el chocolate y colocar la olla de lo que sería el mole negro en el anafre. Ya por la tarde, nos permitía tomar del altar cacahautes, un trozo de caña, manzanitas de tejocote y un pedazo de calabaza; luego, por la noche, alumbrados por la tenue luz de un candil, colocaba un petate –donde nos acomodábamos- en torno a su cama, se recostaba y nos comenzaba a platicar historias de los fieles difuntos, las animas del purgatorio y las almas en pena.
Aún recuerdo su narrativa de aquel mal hijo que había abandonado a sus padres y arrepentido recorría los caminos de las serranías; así vagaba cuando una noche del 2 de noviembre vio en la lejanía acercarse una procesión, a medida que se acercaban, advirtió que todas las personas apenas perceptibles por sus siluetas en la oscuridad, estaban cubiertas con una manta negra sin dejar ver su rostro y portaban una vela. Él se quedó parado viéndoles pasar, cantar y rezar, cuando de pronto un escalofrío recorrió sus venas, al pasar junto a él escuchó una voz igual a la de su madre que le decía a su acompañante, “por fin lo hemos encontrado, ahora ya le podemos decir cuánto lo amamos y que lo hemos perdonado, ahora ya podremos descansar en paz”; rompió en llanto, sollozando se hincó y cerró los ojos. Cuando los abrió, la procesión había desaparecido. La culminación llegaba cuando ya para mandarnos a dormir, nos platicaba la historia de la mujer vestida de blanco que todas las noches de luna llena, sentada en una piedra al centro del solar, llamaba a los hombres que pasaban; y aquellos que se acercaban amanecían tirados en un campo de espinas con una cruz marcada en la frente.
En su libro “En Esto Creo”, Carlos Fuentes comentaba “Mi visión de México está siempre capturada entre el enigma de la aurora y el acertijo del crepúsculo y en verdad no sé cuál es cual, pues ¿no contiene cada noche el día que la precedió y cada mañana a la memoria de la noche que le dio origen?…Por eso las victorias de lo humano son mayores en México. Por extrema que sea nuestra realidad, no negamos ninguna faceta de la misma. Intentamos, más bien, integrarlas todas en el arte, la mirada, el gusto, el sueño, la música, la palabra. México es el retrato de una creación que nunca reposa porque aún no concluye su tarea”.
COCO la nueva película de Disney y Pixar refleja lo anterior. Nuestra entrañable complejidad. Nuestras raíces, el presente y los sueños del mañana y nuestra capacidad de amar.
Vayamos a verla. En estos tiempos aciagos y complejos, tomémonos un espacio para recordar la maravilla de país que somos.
Es viernes ¡hoy toca! diría Germán Dehesa.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?