VENENO PURO
Lo peor de nosotros/Reprobados a prisión
Las campañas electorales, al contrario de lo que debería suponerse, sacan lo peor de cada uno de nosotros incluyendo el profundo rencor acumulado y la desconfianza no sólo hacia los candidatos y partidos sino igualmente contra los comunicadores y los demás grupos llamados “de presión” con los empresarios y militares a la cabeza. A veces he escuchado que los narcotraficantes, cuando menos, actúan como son y no con hipocresías en una apología tan trastornada como la de quienes por proteger a los animales procuran su extinción con tal de llevar agua a sus verdes e inmaduras heredades.
Es sorprendente lo bien que se hilvanan las frases manipuladoras, la rapidez con la que se responde con lugares comunes a las preocupaciones de una población aturdida por la reiteración de las mentiras y la forma en que se pronuncian para impresionar a un conglomerado que asiente, tolera y hasta acepta la oratoria repelente para luego ir a envolverse dentro de la realidad que nadie se atrevió a analizar. Por un momento, a lo largo de un mitin, cada aspirante pretende que aceptemos vivir en el paraíso o insistir en que podemos recuperarlo si optamos por la dividida y divagante oposición. Pero también es cierto quienes preguntan si es o no responsable anular el voto; bueno, cuando menos es un derecho que cada quien debe resolver en absoluta libertad si no siente confianza alguna en ninguno de los aspirantes que aparecen en las boletas. ¿O alguien nos obliga a sufragar por un emblema específico o un independiente desconocido bajo la amenaza de que si no lo hace destruye al país? Por favor, seamos sensatos.
Por las Alcobas
Insisto, por ejemplo, en que la (i) legitimidad del mandato presidencial no comienza y termina en la expresión de las urnas sino que se prolonga a cada uno de los actos de su gobierno. Así es la democracia cuando se acepta que los mandantes son el conjunto de mexicanos capaces de exigir rumbo y definiciones por encima de los propósitos de la cerrada elite del poder. Pero, por desgracia, las filtraciones son tantas que discutimos por nimiedades, descalificamos como si de un deporte se tratara y asumimos, con soberbia, que no hay NADIE con capacidad para liderar a este país convulso. Una cosa es que no los hayamos encontrado, refugiados algunos en su ensimismamiento, y otra muy distinta la evidencia sobre la multitud de talentos muy superiores a los de cuantos han llegado al poder en los últimos sexenios: Fox, el ególatra; Calderón, el mediocre blindado; Peña Nieto, el títere sin cerebro salvo para las funciones íntimas propias. Ni siquiera sabemos que Calderón, al llegar a la Presidencia, tenía menor edad -44 años-, que el joven y radiante, además de mediático señor Peña quien arribó con 46 años, cinco más de los que tenía el deplorable magnicida Carlos Salinas quien contaba con 41 al rendir la protesta de ley. De esta breve comparación surge, desde luego, una nueva confusión colectiva para demostrar la pobreza del análisis general antes de emitir el sufragio.
¿O vamos a observar, sin detenernos, los cientos, miles, de comerciales proselitistas enfrascándonos en una lucha brutal con nuestra propia conciencia al reconocer que no podemos soportar las hipocresías que nos constan ni los mensajes ayunos de contenidos? Es un alud absolutamente inútil. Sencillamente, los televidentes y radioescuchas ni siquiera se molestan en prestarles atención a los mensajes rebosantes de descalificaciones hacia los adversarios y de falsos seguros de garantía basados en la falsa presencia de los inmaculados abanderados. Y ya viene Baja California con comicios para gobernador por dos años. Ridículo.