MÉXICO, TIERRA DE IGNORANTES
La declaración presidencial en torno del futuro de la reforma de la reforma educativa, se produce en un momento en los cuales vemos por todas partes el triunfo de la ignorancia, el privilegio de la incultura y la falsedad en la promoción de nuevas instituciones de formación, las cuales (como los Pilares del gobierno de la CDMX) tienen nada más una finalidad de control electoral.
Así, en el país donde la primaria está por debajo de lo primario y los grados académicos son de carcajada, con maestros expertos en el sabotaje y el chantaje, pero con presencia legislativa en la Cámara federal y los congresos estatales, el dinero de la educación se va en el gasto corriente, es decir, en la burocracia.
Si el presidente confirma, como consecuencia del desacuerdo con la CNTE, la cancelación de todo y el regreso a lo anterior, bastaría revisar estos datos de la OCDE en materia educativa (2006) para darnos cuenta de dónde está la raíz de esta generalizada incultura nacional, cuyos ejemplos más recientes pueden estar en la exhibición de ignorancia de los integrantes actuales de la CRE. Y sólo es un caso de muchos.
Así como en la muy citada lucha contra la corrupción las escaleras se barren desde arriba; en la educación se construye desde abajo. Y desde ahí estamos podridos.
En comparación paralela, la educación actual y las presiones sindicales, nos regresan a los tiempos de Luis Echeverría cuando el secretario de Agricultura y Ganadería, Oscar Brauer, dijo con plena confianza: en México el ejido está preparado para votar; no para producir.
Hoy sucede lo mismo con la inversión educativa: no está hecha para promover el conocimiento —así el gobierno quiera hacer centros culturales de Los Pinos a Santa Fe o a las Islas Marías, puro pan con circo— sino para apaciguar a los maestros.
Éstos son los datos de la OCDE en la fecha citada:
“…Por primera vez, el gasto en educación como porcentaje del PIB en México al ubicarse en 6.3% se encuentra por encima del promedio actual de la OCDE de 5.8%.
“México es uno de los 10 países de la OCDE en donde el gasto en la educación ha crecido más rápido que el PIB (Cuadro B2.1a, p.184).
La participación del 24% del gasto público invertido en la educación en México en el 2002, fue la más alta dentro de los países de la OCDE y casi dos veces mayor que la del nivel promedio de la OCDE (12.9%)…
“… aunque el gasto por estudiante continúa siendo bajo, especialmente a nivel de educación primaria…
“A pesar del aumento en el financiamiento, el gasto por estudiante de primaria en México es de $1,467 dólares americanos, el cual es todavía muy bajo, aproximadamente un cuarto del promedio de la OCDE de $5,313 dólares americanos.
“Lo mismo ocurre en la educación secundaria. En el nivel de preparatoria, el gasto por estudiante en México es de $2,378 dólares americanos, considerablemente más alto, sin embargo, continúa representando tan sólo una tercera parte del nivel promedio de la OCDE de $7,121 dólares americanos.
“En el nivel terciario, el gasto por estudiante en México es de $6,074 dólares americanos ligeramente por arriba de la mitad del promedio de la OCDE de $10,655 dólares americanos.
“Y la mayoría del gasto en educación está ligado al gasto corriente.
Con niveles de gasto relativamente bajos, México compromete la mayoría de sus recursos al gasto corriente. Lo que deja poco espacio para mejorar la infraestructura educativa.
“En los niveles de primaria y secundaria, sólo el 2.7% es asignado al gasto de capital… La situación es similar en el nivel terciario, en donde sólo el 2.7% se dedica a gastos de capital, comparado con el promedio de la OCDE de 11.6%.
“Además, la mayor parte del gasto actual en los niveles de primaria y secundaria en México se destina a la compensación del personal…
“… México está aumentando su gasto en la educación bastante rápido, mucho más rápido que el crecimiento de su riqueza nacional, como medida del PIB. Sin embargo, no ha alcanzado un nivel que le permita mucha discreción para la asignación del gasto”.
En esas condiciones no resulta difícil comprender el enorme poder del sindicato o de los sindicatos, porque hoy el hecho simple es, la minoría beligerante, sólo se representa a sí misma y exacciona al Estado con un plantón en el Zócalo.
¡Ah!, tomar el Zócalo, ¿de quién habrán aprendido semejante conquista?
Quienes antes estaban afuera, hoy están adentro.
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