EL CRISTALAZO
LA CORRUPCIÓN DE TODOS TAN TEMIDA/Rafael Cardona
Los jóvenes, hombres y mujeres, irrumpen en la caseta de cobro poco antes de Chilpancingo.
Han instalado ahí una aduana en el nombre de la industria de la protesta y la victimización. Son estudiantes de la normal de Ayotzinapa, o de cualquier otra escuela vecina del estado de Guerrero –lomas pelonas, pastizales secos, roquedales para la siesta de las iguanas—y ya ni siquiera se molestan en decir el, motivo de la usurpada labor de cobradores de peaje carretero.
Una muchacha, cuyos ojos negros emiten intenso brillo detrás del pañuelo cuyo rostro cubre, extiende ambos brazos y abre un talego de yute color arena.
–Cincuenta pesos, dice.
–¿Por qué?, le pregunto mientras retadores sus compañeros miran con supervisora superioridad.
–“Es lo mismo de la caseta”, argumenta con hastío magnifico quien se pavonea como líder.
Las monedas caen como pequeñas campanas en el fondo del saco y un tercero quita un cilindro de plástico color naranja con el logotipo de Capufe. Nadie los molesta, nadie los estorba. Se han ganado el derecho de cobrar el paso (o ejercen el derecho de quienes defienden el sagrado derecho de la “protesta social”), así como otros se hacen del “derecho de piso” con la sola defensa de sus armas o sus bombas incendiarias.
–¿Se habrá corrompido así un movimiento social?
No lo sé y debemos ser muchos quienes lo ignoremos. Pero por, lo pronto los cálculos marean. Si van a tomar esa caseta durante la semana de mayor turismo en el Puerto de Acapulco, van a cobrar miles de miles de pesos. ¿Quién sabrá el monto (pueden ser 250 mil pesos por día), ¿quién repartirá esos haberes?, ¿cuál es su destino? Nadie lo podrá jamás saber. Es un misterio de la tolerancia en el nombre de la llamada “paz social”. No mover el avispero, dejar hacer, dejar pasar.
La carretera queda libre. La cinta de cemento y asfalto se ondula ante la vista. Dos kilómetros adelante hay un convoy estacionado: soldados. Más adelante circula otro convoy, este de seis camiones repletos de infantería.
–¿También ellos pagarán el peaje de los embozados o los enmascarados están ahí cuando ya se han ido los soldados, o los militares no acuden a defender la instalación federal por temor a señalamientos de cuánto violan los derechos humanos si mueven a los cobradores?
–Eso tampoco se sabe, como no se sabe si algún día servirá de algo el Sistema Nacional Anticorrupción, por ejemplo.
Pero mientras tanto las prensas se fatigan y los micrófonos llegan a la ronquera: por fin, después de tanto y tanto, el señor Tomás Yarrington, ex gobernador de Tamaulipas y en los sueños más delirantes de su megalomanía imaginario pre candidato a la presidencia de la República, fue detenido en Italia.
La Interpol lo buscaba y si los americanos –siempre los americanos en este tipo de cosas, como con “El Chueco” Villanueva o el ex fiscal de Nayarit o cualquiera otro caso vivo en la memoria–, se lo llevan, le meterán dos cadenas perpetuas, lo cual no deja de ser un hilarante desafío a la lógica, pues sólo podrá cumplir una. La perpetuidad no tiene prolongación ni duplicado.
DATOS SUELTOS
“Pese a los esfuerzos que hace el gobierno de México en el combate a la corrupción, el país se encuentra muy rezagado frente a sus principales competidores económicos, como Brasil, Chile y Perú, señaló la firma Hogan Lovells en su informe Global Bribery and Corruption Review 2014.
“Luis Enrique Graham, socio de Hogan Lovells BSTL, resalta que esta reforma (para crear el recientemente instalado Sistema Nacional Anticorrupción) surge como una respuesta a graves hechos de corrupción ocurridos en el país y a compromisos internacionales del gobierno mexicano.
“Esto explica que las fuerzas políticas estén llegando a acuerdos para crear un marco normativo para combatir efectivamente la corrupción.”
Compromisos internacionales…vaya, pues.
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