EL CRISTALAZO
Verne Troyer y Schwarzenegger en Donceles
Dejemos de lado el jolgorio en la zona del Primer Cuadro y las calles cerradas; olvidemos por un momento la toma en favor de la ceremonia de entronización de la primera mujer elegida para gobernar una de las más grandes ciudades del mundo, doña Claudia Sheinbaum Pardo de cuya abundante lista de invitados y testigos, no debemos ocuparnos ahora, excepto en el caso de su creador político, ejemplo, luz, guía, oriente, líder, tutor y benefactor, el presidente Andrés Manuel López Obrador. Hagamos eso a un lado.
Centrémonos en los dos personajes cinematográficos en los cuales parece asentarse el estilo de la señora Jefa de Gobierno: Verne Troyer, quien encarnaba a “Mini-me” (Mini-yo) en la cinta de Austin Powers, “Gold Member”, y Arnold Schwarzenegger, el célebre ”Terminator”.
Del primero de esos actores, la señora Claudia, lleva la tendencia mimética e imitativa de los modos y hasta ademanes del presidente de México, tal y como el pequeño “Mini-me”, clonaba las actitudes del malvado Doctor Evil (Mike Myers).
–¿Cierra AMLO Los Pinos para hacer un centro cultural y museo?
Pues Doña Claudia cierra el edificio del viejo ayuntamiento y hace ahí otro museo.
–¿Suprime el Ejecutivo, el Estado Mayor Presidencial?
Pues ella desaparece el cuerpo de granaderos, dizque para darle satisfacción a una demanda de hace medio siglo del Movimiento Estudiantil y los autos oficiales, blindados o no. Ni para ella.
Y hay muchos efectos del “minimismo” (parece, como lo he dicho aquí, una Regenta; una intérprete, no una persona con pensamientos propios). Pero queda poco espacio para comentar la actitud de “Terminator”.
Ofreció con vehemencia terminar con la persecución política, el abandono, la compra del voto, la privatización del espacio público; terminar, acabar, cancelar, disolver, abatir, cortar… en fin cualquier sinónimo orientado a hacer de esta la ciudad de los derechos y la innovación, palabras cuyo significado es hermoso y encomiable, digno de orgullo y a las cuales solamente les falta el tiempo para convertirlas en una realidad luminosas; para convertir la esperanza inútil, en exacta realidad de todos los días, cuando también se acabe los asaltos, los embotellamientos, el narcomenudeo, los cárteles de la extorsión y la venta de territorios; los autobuses retacados a lo largo de rulas mal planeadas, cuando se acabe la inseguridad de todos tan temida, cuando Terminator termine su trabajo y se enfile a la gran maravilla de su generación; llevar a una mujer –a ella– a la Presidencia de la República.
Por eso desde ahora la orientación de su discurso inaugural no sea sino un relato de la historia, de los maceguales al triunfo de Andrés Manuel. Esta ciudad es el escenario donde se fraguó el movimiento convertido ahora en la inminente, incipiente y marchosa, Cuarta Transformación.
Pero la inauguración tuvo también –como ocurrió el sábado anterior–, su doble modalidad. Un juramento en el Congreso, lo formal, y otro largo discurso en el Teatro de la Ciudad para reunirse con sus funcionarios, ante quienes presentó el, plan de gobierno. Todos probos, todos dignos, todos incorruptibles, faltaba más.
Un detalle interesante es el relacionado con la reconstrucción. Todavía no se termina con ese proceso, y ya se ha cambiado la ley respectiva dos veces.
Ahora Claudia Sheinbaum anuncio un paso más en la evolución del populismo: nadie será deudor de la banca, se van a otorgar “apoyos directos”, fórmula cuyo significado conocemos: regalarle dinero a la gente a cambio de su lealtad política y su gratitud gástrica convertidas en votos.
Y así la ciudad recibe anuncios jubilosos, la siembra (como AM), de diez millones de árboles, aun cuando de los otros millones no se haya dicho nada. ¿Cuáles? Los 9 mil saltarines y brincones cuyo destino nadie conoce, los cuales estaban destinados precisamente a la reconstrucción post sísmica.
También anuncia la doctora en Ciencias el magno programa educativo y cultural de la ciudad (Instituto de Educación Superior, Rosario Castellanos, entre otros afanes), porque un deportista más, un artista más, un estudiante más, es un delincuente menos y para ello –entre muchas cosas—nos habla de la organización de seis festivales y seis ferias (en la ciudad de los dos “clips”), pues no sólo de pan vive el hombre. Ni la mujer.
Y como si nada a anuncia la duplicación del presupuesto de cultura, con lo cual Fernández del Real, su secretarlo en ese ramo, se relame los bigotes porque le entregan la tajada lucidora.
Con eso él garantizará su salto al siguiente “hueso” Moreno. Pan y circo.