A finales de octubre pasado se presentó Sí por México, un movimiento cuyo objetivo es, o quizá era, impulsar una agenda ciudadana en temas como seguridad, justicia, democracia, economía, salud y medio ambiente entre otros. En principio Sí por México manifestó su apoyo a la extraña alianza PRI, PAN y PRD, con la idea de que, aprovechando su estatus jurídico de partidos políticos, pudieran llevar entre sus candidatos a ciudadanos apartidistas, lo cual quedó enterrado la semana pasada cuando se dieron a conocer las listas de quienes representarán a los partidos en las codiciadas pluris, así como en los más importantes y ganables distritos a lo largo del país.
Sí por México no era un espaldarazo sin condiciones de miembros del sector privado a la inédita alianza política entre los antes archirrivales, que durante décadas se acusaron de todo lo malo que pasaba y pasa en el país, se trataba también de una especie de intercambio pragmático. Ante el fracaso de las candidaturas independientes, cuya expectativa de ser exitosas tuvieron su debut y despedida con “El Bronco”, algunos personajes del sector empresarial altamente politizados, necesitaban de la marca de los partidos y sus estructuras para poderse postular, mientras que los partidos sentían, al menos en principio, la necesidad de lavar su desgastada imagen con el respaldo de organizaciones civiles. La combinación parecía atractiva y podría generar ganancias para ambas partes, pero los políticos involucrados en esta alianza no pudieron al final negar su naturaleza.
La semana pasada PRI, PAN y PRD dieron a conocer las listas de sus candidatos plurinominales y de mayoría, donde se vieron las mismas caras de personajes que elección tras elección encuentran los medios de presión entre sus cúpulas partidistas para permanecer o colocar a los suyos en los cargos legislativos o ejecutivos, aunque no sin los jaloneos internos que se presentan entre los grupos. Lo cierto es que Sí por México parece haber llegado hasta aquí en su intento para que los partidos les abrieran espacios a ciudadanos, algunos ciertamente politizados y con agendas personales, pero al final que vendrían a traer un baño de ciudadanización a los partidos y a este movimiento.
Pero los espacios seguros son hoy tan pocos, ya sean pluris o distritos con mayor viabilidad electoral de ganarse, que los políticos de los tres partidos que conforman ahora la alianza parcial Va por México, decidieron mejor repartirse esas preciadas candidaturas entre ellos, dejando sin espacios a aquellos que pretendían utilizar las plataformas partidistas para ingresar principalmente al congreso federal.
Así entonces, al no alcanzar para todos, los partidos decidieron que solo habría para los de siempre, lo cual no sería sorpresa alguna, sino se hubiera generado la expectativa de acuerdo entre un grupo de líderes de asociaciones empresariales y civiles con los partidos que visualizaron la necesidad de intercambiarse apoyos donde ambas partes veían que ganaban algo que querían, los partidos el respaldo ciudadano que disminuyera su desprestigio y los líderes ciudadanos de esos movimientos, espacios seguros en posiciones políticas que no podían ganar por otra vía más que la de ser incluidos por los partidos.
Pareciera entonces que la alianza política Va por México al final desplazó al proyecto disfrazado de ciudadanizado Sí por México. Quizá en el futuro otros intereses los vuelvan a unir, pero por lo pronto los espacios políticos se quedaron en manos de lo mismos, simplemente no hubo para repartir y aplicaron la máxima: “ de que lloren en mi casa a que lloren en la suya …”
Notario Público y Maestro en Políticas Públicas
@AMaximilianoGP