México opina lo que pasa en el país, con polarizaciones entre anti o pro gobierno. La gente lo sabe, lo dice: NO se lo calla. Ya no impone la voz intelectual –o la presión estatal–, como otro tiempo. Existen cada vez más individuos que hablan por sí mismos, no son coro de lo leído en medios de comunicación. Las redes sociales han influido para bien y para mal. Los periodistas no hemos terminado por comprender que tenemos que cambiar la perspectiva de la información y comprensión del mundo. Eso, o la pérdida de credibilidad. La disputa por la nación está de puertas abiertas.
Por eso no entiendes que te sugieran tener cuidado con lo que escribes. La crisis toca fondo en la prensa y hay que escuchar el rumor de la calle o pronto veremos a más de un medio, sin lectores. Es profundo el cambio. ¿De qué somos voceros los reporteros, articulistas, intelectuales? La respuesta la tiene uno con su pensamiento: ver, observar la política universal. ¿Defender a la indefendible de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas? ¿Estar contra la renacionalización de los recursos naturales? ¿Funcionará el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles? En el documental de Epigmenio Ibarra queda patente que los ingenieros militares trabajaron en tiempo y forma. ¿Pendientes del actual gobierno? Salud, seguridad y economía. Le faltan menos de tres años. Pero creerle a Chumel Torres, Loret de Mola o Brozo, imposible. Ni a Denise Dresser, una caricatura de académica en tiempos de recomposición social. Preferible los juicios de Jorge Zepeda Patterson o Sabina Berman.
Parece mentira que no entendamos que la política forma parte del espectro cultural. Si no entendemos eso no seremos óptimos periodistas culturales. No estamos para aplaudir al escritor, pintor, director de teatro, compositor o político. Estamos para cuestionar sin prejuicios y con apertura consciente. No somos publicistas, somos voz de un ruido que provoca despertares. No somos activistas, somos difusores de pensamiento e ideas. No aplaudimos al presidente: convocamos a ver con apertura una nueva forma de gobierno: lejos de asesinarlo con críticas adversas desde su primer día en el mandato: está perfectamente documentado.
Callar la diferencia es delito ético.