El resultado electoral de 2018 creo que tomó por sorpresa a nuestra clase gobernante, empezando por el señor presidente, pues su actuación en el gobierno es francamente desconcertante, y es que este término tiene como sinónimos lo mismo sorprendente que incomprensible, como también extraño, o repentino, tremendo o raro. Y referido a la persona, desconcertado, acepta como sinónimos, desordenado, desarticulado, confundido, confuso, dislocado, entre otros.
Ejemplos del desconcierto se pueden encontrar en las políticas seguidas, tanto en materia de relaciones exteriores, en la que un día se enarbola la no intervención y en otro se niega el reconocimiento y se interviene en la política interna de otros países; como también en el combate a la corrupción cuando en el discurso se condena pero en la práctica la asignación de contratos, obras y compras se realiza discrecionalmente, por asignación directa y sin concurso violando toda normatividad, solapando desvíos mayores a 10 mil millones de pesos en Segalmex y sin transparentar todo el gasto multimillonario que se realiza por la Secretaría de la Defensa en las obras y proyectos asignadas a los militares.
Hay una inclinación al pragmatismo, o mejor dicho al desparpajo, que los obliga a responder a lo inmediato y a trastornar, desorganizar, revolver y desarreglar, que también son sinónimos de desconcertar, instituciones y políticas de desarrollo sin un propósito definido que no sea la obtención de popularidad y votos, o responder a presiones internacionales con medidas igualmente desconcertantes.
Un ejemplo de la desconcertación prevaleciente es que el 3 de octubre del 2019, al participar en un ciclo de entrevistas en la UNAM, siendo moderador John Ackerman, en ese tiempo miembro destacado y favorecido del régimen, el director de la CFE, Manuel Bartlett decía lo siguiente: “La energía eólica y la fotovoltaica no son rentables porque necesitas una máquina atrás que al instante responda y no tener que decirle al usuario que espere que haya viento para prenderle la luz”, partía para esa aseveración de una premisa muy discutible: “muchas empresas extranjeras dicen que es muy barata pero no lo es, porque si no hay sol en toda la noche no funcionan … Entonces esas fuentes de energía limpia tienen que tener un respaldo para que cuando deje de hacer aire o pase una nube se metan maquinas convencionales” y siguió afirmando que; “nosotros creemos, y el presidente ha insistido en que debemos fomentar la energía hidráulica”.
Ahora a contrapelo de lo afirmado en esa entrevista el presidente muestra orgulloso la mayor planta de energía fotovoltaica de América Latina construida en Puerto Peñasco, Sonora con una inversión de 1,600 millones de dólares para generar un millar de mega watts, que al decir del Gobernador Alfonso Durazo iniciará con una generación de solo 120 mega watts y se llevan invertidos 840 millones del total presupuestado. Resulta entonces que ahora ya es redituable para la CFE invertir en la energía fotovoltaica, y seguramente ya no le preocupan al señor Bartlett las máquinas de respaldo para cuando deje de operar esta planta en la noche, como ingenuamente lo dijo.
Entonces, la política seguida en el inicio del régimen ya cambió. Qué bueno, rectificar es de sabios, sin embargo, será motivo de otra colaboración explorar la rentabilidad de este proyecto para una empresa con dificultades financieras como la CFE, que no ha explicado de donde salió el dinero para esta inversión y la que se necesita para la necesaria conducción de la energía generada en una entidad que tiene saturadas sus líneas.
Y también veremos si el haberlo construido sobre 2 mil hectáreas no afecta el paisaje turístico de la región, como lo afirmó el presidente en La Rumorosa refiriéndose a torres de generación de energía eólica, o si la desaparición de sahuaros, mezquites, choyas y biznagas se justificó con el estudio de impacto ambiental. O bien si este mega proyecto no pasa de ser nada más que otra de las ocurrencias onerosas que habrán de gravar a la hacienda pública, ante la terca negativa del gobierno a la participación de la inversión privada en la generación de energía.
Pero las contradicciones y las improvisaciones sobre la marcha son evidentes, como fue la construcción de un aeropuerto internacional sin comunicaciones terrestres ni infraestructura aledaña, sin estudios de operatividad aérea, hechas sobre la marcha y en consecuencia, sin vuelos ni pasajeros que le den rentabilidad. O la creación de universidades sin edificios, con deficiencia de maestros y calidad académica dudosa. Y así podemos seguir enumerando ejemplos de dispendio de recursos y desconcierto administrativo.
Esta es una administración en la que «los cocodrilos vuelan si así lo dice el presidente» y las formalidades de procedimiento y cumplimiento de normas son impedimento para su voluntad imperial, mientras que algunos, muchos, navegamos en el desconcierto, desconcertados, confusos, desorientados sin saber el rumbo que tomará el país a la mañana siguiente.