FERNANDO VENEGAS RAMÍREZ
Se cumplió y celebró medio siglo de la creación de la Parroquia de Cristo Rey, ubicada en la Colonia Niños Héroes, pero se olvidó al fundador Filiberto Carrillo García, canónigo y poeta guadalupano que también dirigió por 25 años la Peregrinación de a pie al Tepeyac.
De esta omisión hablaron sus hermanas la contadora Natalia y la maestra Cuquita Carrillo García, mostrando su disgusto porque ellas conocieron y compartieron los trabajos realizados por encargo del obispo Alfonso Toriz Cobián. No fueron invitadas a la conmemoración, como tampoco el sobrino predilecto del canónigo, Roberto, hermano marista.
-Nos hubiera gustado mucho asistir, pero no lo supimos, refiere Natalia, quien también recuerda que el terreno fue donado por Manuel Díaz Guevara y la obra fue dirigida por el ingeniero Alfonso Macedo, construyéndose con los recursos que don Filiberto, vicario residencial de la capillita, obtuvo con los vecinos, donadores y recolección de limosnas en mercados, plazas, calles y hasta cantinas, además de quermeses.
Transcurrieron 18 años de arduo trabajo hasta el 27 de agosto de 1969 se firmó el decreto de la erección cumplida dos días después. Así lo recuerda una placa colocada en el exterior del templo en 1994, al cumplirse 25 años.
En tan alta empresa se contó con la colaboración d e distinguidos queretanos, como Pascual Alcocer, Lolita Andalón de Aragón, Adolfo X. Blanco y su esposa Eulalia Montero, Quintila Rodríguez, Gloria de Correa y algunos más.
Sin embargo, el pasado 29 de agosto se puso una nueva placa por el cincuentenario, en la que el párroco actual, Manuel Tavera Pedraza y el vicario José Félix Domínguez Aguilar olvidaron al fundador Filiberto Carrillo García, fallecido el 17 de marzo de 2010.
El padre Carrillo inició como párroco de San José Iturbide, Guanajuato en 192, pero también lo fue en Amealco, Pedro Escobedo y Santa Clara, además de canónigo de graca de la Catedral de Querétaro, en cuyo altar reposan sus restos. Toda una historia al servicio de la Iglesia y de los feligreses, por lo que las hermanas Carrillo García consideran como una grave ingratitud de los organizadores el olvido de don Filiberto, que también fue guía espiritual de la Peregrinación, a cuya pía unión entregó el terreno colindante a la Parroquia de Cristo Rey, que le donó don Pascual Alcocer.