ALHAJERO
Se me pasó esta vez… -reconoció Andrés Manuel López Obrador-, pero lo voy a hacer en el futuro cada vez que haya una elección.
¿A qué se refería el Presidente?
A enviarles cartas a los mandatarios estatales. Sí, así como lo hacía Francisco I. Madero, según narró: -Les enviaba cartas a los gobernadores pidiéndoles que se respetara el voto, que no intervinieran y que se garantizara que los ciudadanos votaran libremente… Y les decía: “Con todo respeto, les pido que se cuide para que el voto sea respetado, gane quien gane. No tengo preferencia por nadie, la preferencia es por la democracia”. Esto –apuntaría en su conferencia mañanera- aplica también para ciudadanos, para todos… Ya no va a haber tolerancia. No se puede permitir que haya impunidad para nadie, ni autoridades ni ciudadanos.
El tabasqueño llegó al tema en uno de tantos recovecos de la conversación del tabasqueño con los reporteros. En este caso, a propósito de la ley garrote aprobada en su tierra, Tabasco.
¿Cómo le hizo para enlazar un tema con el otro? Quién sabe. El hecho es que terminó hablando del Apóstol de la Democracia y de que Madero ha sido el único presidente de México en ejercer esa práctica –la cual va a emular- de enviarles cartas a los gobernadores para pedirles que se porten bien.
Esto nos lleva a lo ocurrido en otras elecciones: los fraudes electorales.
Tema, por cierto, que también ha sacado a relucir varias veces en estos días. Y ayer no fue la excepción:
-Si no se hubiese hecho ese fraude –el de 2006, cuando Felipe Calderón y todo un grupo de intereses económicos y políticos le “robaron” la Presidencia-, no estaría este país como está… ¡Lo hundieron! El caso es que enviará cartas a los gobernadores para pedirles que no metan las manos en las elecciones.
Y está convencido de que va a funcionar. De por sí, con la pura advertencia verbal –en señales enviadas desde Palacio Nacional- el cambio fue más que notorio en las pasadas elecciones de julio (las primeras ya con AMLO en el poder).
Datos de la Fiscalía Electoral para Delitos Electorales (Fepade) muestran que en esta ocasión hubo tan sólo 76 denuncias en la jornada electoral, frente a un promedio de 230 que existían antes. Por añadidura, alrededor de 50% de las denuncias eran “ficticias”. Es decir, no ocurrieron los supuestos delitos denunciados.
José Agustín Ortiz Pinchetti, titular de la Fepade, suele explicar este hecho así: “Antes, por quedar bien con el Presidente, (los gobernadores) propiciaban el fraude. Ahora, para quedar bien con el Presidente, no se meten”.
Cuenta en este nuevo panorama otro “pequeño detalle”: para los fraudes electorales se necesita mucho dinero.
Y como sabemos –con cartas o sin cartas-, estamos en tiempos de austeridad franciscana.
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