ALHAJERO
Un sueño de hace 20 años
El 1 de septiembre de 1997 fue un día muy especial en nuestro país. Esa fecha –creía buena parte de sus actores ciudadanos- no sólo marcaría un antes y un después en la vida política del país sino que, por fin, tendríamos una verdadera división de poderes.
Desde la tribuna de la Cámara de Diputados, en un discurso pronunciado por vez primera por un opositor en respuesta al Informe Presidencial, el diputado perredista Porfirio Muñoz Ledo resumiría aquel momento –recordando los albores del parlamentarismo- así:
“Nosotros, que cada uno somos tanto como vos y todos juntos sabemos más que vos…”
Las elecciones intermedias del sexenio de Ernesto Zedillo (realizadas un par de meses atrás) producirían ese vuelco que aquella tarde –en el tercer Informe Presidencial del último presidente priista del siglo pasado- se cristalizaba en San Lázaro: El PRI había perdido la mayoría en el Congreso.
Incrédulos aún por la derrota en las urnas, los del tricolor todavía pensaron que podrían hacer valer su mayoría numérica como bancada y seguir fungiendo como líderes de la Cámara de Diputados.
Nunca imaginaron que el PAN y el PRD unirían fuerzas.
Encabezados por Santiago Creel y por Muñoz Ledo, la oposición tomó control del proceso legislativo. Por sobre las intenciones del PRI y de Gobernación, instalaron la LVII Legislatura de la Cámara de Diputados –sin la presencia de los diputados priistas- y rindieron protesta.
Porfirio fue electo Presidente del Congreso, responsable de contestar el Informe Presidencial.
Para los priistas aquello era inaudito. Lo que acontecía –fuera de su control- no sólo les parecía una afrenta a su posición y a su poder, sino una bofetada en el rostro. Muñoz Ledo no sólo pertenecía a la oposición; era además ex priista (había sido hasta Presidente del PRI) y por añadidura no le perdonaban el haber interpelado –nueve años atrás y también desde una curul de oposición- a Miguel de la Madrid en uno de sus Informes presidenciales.
Nadie fuera de él podía causarles mayor encono. Se temían un discurso insultante y aguardarían el momento de echársele encima.
Acostumbrados a las ceremonias solemnes y cortesanas, no permitirían el más mínimo asomo de insolencia.
Lo que no esperaban, era un gran discurso –elegante y de altura, con golpes certeros- de Porfirio. Pero así fue.
Entonces se le escuchó decir. “A partir de hoy y esperamos que para siempre, en México ningún poder quedará subordinado a otro y todos serán garantes de los derechos ciudadanos, de la fortaleza de las instituciones y de la integridad y soberanía del país”.
No ocurrió. Y hoy, a 20 años de distancia de aquel sueño fugaz, ya ni siquiera los Presidentes de México se presentan ante el Congreso a rendir su Informe. De la igualdad de poderes, ni hablar.
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Gemas: Obsequio de Porfirio Muñoz Ledo: “Que esta igualdad en que hoy descansa el equilibrio de las instituciones de la República, se convierta en la forma de vida que heredemos a las futuras generaciones de mexicanos”.