LA APUESTA DE ECALA
Poncho Robles, un hombre sencillo y de calidad académica
En una de las salas anexas al despacho presidencial del Lic. Luis Echeverría Álvarez, esperaba ansioso el embajador de México, ante las Naciones Unidas, el michoacano José Alfonso Eufemio Nicolás de Jesús García Robles, que en la política se le conocía mejor como Poncho Robles, por su sencillez y gran calidad académica.
Esperando al Sr presidente Echeverría -dentro de la oficina de recepciones- un estridente y lujoso recinto de maderas de pino talladas a mano y colocadas con precisión milimétrica, dentro de espacios y curvas finas, para darle forma a las arcadas del lugar, un sillón negro de fina piel, y elegantes mesas minimalistas, le dan un toque de elegancia, sin llegar al extremo, la simple madera, aromatizaba el ambiente.
Es tal vez – dentro de las emociones que brotan de los visitantes a palacio nacional- el lugar de mayor estrés para quien allí era citado, porque es en este espacio, en donde se tratan los temas de mayor importancia del país, y que sabía fuertemente Robles, que las noticias no eran halagadoras.
Sabedores de la inexistencia de micrófonos o cámaras milimétricas, esta sala daba las garantías – previa diaria y extenuante búsqueda- la única zona de seguridad, para el propio mandatario.
El Lic. Poncho Robles, hombre calvo, de negras franjas en su cabeza, de nariz entre aguileña, delgado y de cuerpo bien nutrido, un hombre letrado y de excelentes relaciones internacionales, que ya había parado el crecimiento del armamento nuclear en el mundo, con su famoso Tratado de Tlatelolco.
Documento en el cual, en 1967, ante la preocupación del mundo de los misiles obtenidos por Cuba, y que los norteamericanos no sabían que los tenían.
¡hombre que paró el armamento nuclear en América Latina!, pero lo que venía, no lo podría parar… ¿o quién sabe?
Entró el presidente a la sala de maderas finas y aromáticas, fajado en un elegante traje de color azul marino, con zapatos cafés -lustrosos- le combinaba su fina camisa de color blanco y una corbata de color rojo brillante, que, de cerca, se lograban ver algunos detalles del logo del PRI, una pluma en la camisa y una libreta de piel negra en su mano izquierda, que despedía el olor a problemas, porque las cosas no habían salido como se hubiera querido.
-¡Poncho siéntate! …no andes con protocolos que no ando de ganas de paleros… – le decía el presidente, en lo que se sentaban al unísono… – ¿Qué te dijeron los empresarios?-
-¡Están molestos presidente! la continuidad de su plan de reformar las inversiones privadas en el país, los tiene colapsados… unos hablan de retirar los apoyos, otros de sacar los capitales y unos más, de tratar de negociar algo… ¡no sé!… desean hablar con Usted.
-¿me apoyan?
-¡más bien lo critican!
-¿la inflación?
-¡Usted subió el salario! pero los comerciantes suben los precios, ¡así que estamos igual!
Los gorilas que atraparon a Pedro Orozco Guzmán, mejor conocido como Camilo, y lo trasladaron a la antigua Casa de Caridad y Misericordia, un elegante edificio neoclásico, que resguardaban a los huérfanos de Guadalajara -por casi 170 años- y que es sede de los murales de José Clemente Orozco.
Lo trajeron a rastras hacia la capilla clementina, en donde se le veía a Luis Echeverría, perfectamente alineado, y con una cara de pocos amigos, algo estaba seguro el joven ¡no venía a negociar!
-¡Así que tú eres el famoso Camilo! anda dime, ¿Qué carajos quieres?
-¡no!… ¡no soy!
¡un golpe del gorila de la derecha le rompió el labio superior!
-¡vamos mi buen amigo! nos podemos poner de acuerdo, no es necesaria la violencia… tú me dices quien eres, y si eres quien creo que eres, nos podemos poner muy bien a favor de México, del crecimiento… ¡de tener un mejor país!
-¡vete a la mierd…!
El siguiente golpe sí lo desmayó…
Un hospital sencillo, de habitaciones con una sola cama, todo el cuarto de blanco – con pintura de aceite- la cama básica, pero limpia, las sábanas de un impecable, un suero puesto en el brazo derecho… con su otra mano se tocó el rostro, lo tenía con algunas suturas en diferentes partes… – temió estar muerto de inicio, pero luego se percató de su condición-… al mirarse la mano izquierda observó que le faltaban…
-¡mis dedos!
-¡ya despertaste!…
-¡pero que madres…! ¡mis pinches dedos!…
-¡ah! ¿eso?… no te preocupes, ¡gajes del oficio!… solo que sí deseo preguntarte antes que te vuelvas a dormir… ¿qué le decimos al presidente? ¿haces o no haces el trabajo?
Al instante previo de contestar, la enfermera introdujo cuidadosamente en la cánula… un líquido amarillento -por medio de la jeringa de cristal, con aguja de acero inoxidable…- el brazo estaba sujetado a la cama con vendas… el cuarto olía a hospital.
¡pero que mierd…!…
Solo sintió sueño… ¡y temor!
…¡díganle que sí…
…así Camilo, caminó a un mundo subterráneo, lleno de ilustres oradores, todos clamaban la igualdad de las clases sociales… ¡idilio!…
El Galaxie de color negro -imponente y lujoso V8 de gran potencia-conducido por Berny Chapa, el chofer consentido de don Eugenio Garza Sada -importante empresario de la cervecería Cuauhtémoc – dio vuelta en la calle de Villagrán, en Monterrey, cuando dos personas se le acercaron, y con pistola en mano, trataron de bajar a Berny – un hombre corpulento de más de 120 kg de fuerza y músculo- cuando el mismo chofer disparó y logró matar a los dos.
¡el bólido salió disparado rechinando las llantas y sacando el humo hediondo del quemar del caucho!
¡otros cuatro malandros se acercan arriesgando el físico ante el carro!
Se colocan de frente y comienzan los disparos, dos de ellos lograron alcanzar a Don Eugenio y lo hieren de muerte, Berny ya había metido al empresario debajo del lugar del volante, casi pegado a la gran guantera del auto.
¡Dos escoltas más de Don Eugenio se bajaron dentro del fuego cruzado! las rayas de fuego que dejaban los disparos hacían ver el calibre 38 de los atacantes… ¡no se intimidaron!
¡Berny tenía el acelerador hasta el fondo…!… ¡no se movían! ¡Berny siguió disparando mientras le gritaba a Don Eugenio:
-¡Vamos mi “genio” respira profundo…! ¡no te me vayas mi viejo…! ¡aguanta… nos falta irnos a la playa que tanto te gusta…! fumarte tus puros y tomar unas bien frías…!
Mientras trataba de animar y proteger, ¡los secuestradores le volvieron a llenar la espalda de plomo…! sus palabras ahora salían como si estuviera flemoso, ya no se escuchaba el Berny… ya no hablaba… solo balbuceaba… ¡mientras en vez de saliva, le brotaba sangre…!
Dentro de su visión borrosa por el delirio, alcanzó a ver la mano de uno de los atacantes, en donde se fijó que le faltaban dos dedos…
-… ¿cómo se le dirá a alguien que le faltan dos dedos? – se preguntaba Berny, una vez que trataba de memorizar todo, para después contárselo a la policía.
¡no tuvo tiempo!… falleció.
Tal vez el agravio de mayor jerarquía que recibió el sepelio de Don Eugenio – que había colapsado a todo Monterrey y la gente de la ciudad salió y se volcó a las calles- era la llegada del presidente Luis Echeverría Álvarez… ¡el mismísimo presidente en el funeral!
¡los hijos estaban indignados!… ¡la familia completa!…
¡la gente en la calle le mentaba la madre…!
Se acercó el presidente y les dijo:
-¡toda la fuerza del estado para que se aclare esta infamia que daña no solo a una gran familia, sino a toda la comunidad empresarial de Monterrey y del país mismo!
En la mente del abogado Campuzano Tarditi, resonaba la voz de Don Eugenio…
-¡Mira cabrón! el pinche de Echeverría me quiere chingar!… ¡no sé si en secuestro o asesinato! pero si me llegaran a secuestrar no les des un clavo a estos populistas…. a estos que desean regalar todo al pueblo, y que al rato que se acabe, van a querer lo de nosotros.
-¡vaya tranquilo Don Eugenio! ¡eso no pasará!
Estacionamiento privado del palacio de Bucareli, 8:32 pm
-¡mira Camilo! ¡cuenta la lana y desaparécete lo más pronto que puedas!
-¿está completo?
-¡no mames! ¡no te vamos a hacer pendejo a estas alturas…!
-¡puedo contarlo?
-¿Quieres que te llene de plomo los calzones?
Se difuminó la sombra de Camilo.
A partir de la promesa de Echeverría, a la familia de Don Eugenio, todos los que conformaban la liga Comunista 23 de septiembre, fueron buscados como criminales y encontrados culpables… muchos de ellos estudiantes de Guadalajara, izquierdas religiosas de choque.
Terminó de leer la carpeta el embajador de México en la ONU.
-… ¡Así que dime Poncho Robles…! ¿qué hacemos?
-Creo presidente, es buen momento de comenzar a diversificar la relación con los empresarios, a partir de lo que me muestra en esta carpeta, podemos vislumbrar que no solo debemos apoyar a los trabajadores, aumentar el salario, crear un apoyo para que logren tener casa, pagando los empresarios parte de esa casa… ¡ellos tienen mucha lana!
-¡todo a las clases trabajadoras! aunque en ello se me vaya el total de los recursos de la federación… ¡se lo merecen!
Cerró la plática Echeverría… caminó por el mismo lugar que llegó, dejando su personalidad en el ambiente.
¿Qué me cuentas a mí que se tu historia?
Luego entonces amigo lector, no nos quejemos del México que estamos viviendo, porque en ello quede claro: ¡Tenemos el País que queremos!? Esa es mi apuesta ¡y la de Usted?…