Sabino Medina
No es fácil atreverse a reducir la conflictiva mundial en caracterizaciones de personalidades tan disímbolas que el tiempo y la realidad parecen haber dejado atrás y que, sin embrago, siguen pesando y actuales de modo distinto cada uno.
La cuestión de Ucrania es grave, pero nunca del tamaño y la gravedad como lo fueron las desidente de EU, Nixon, y un consejero nacional de Seguridad, luego secretario de Estado, con otro Presiente de EU, Henry Ford, entre otros cargos y desempeños que tuviera en su inteligencia el doblemente paisano de Donald Trump, nacidos ambos en Baviera, Alemania y estadunidenses ambos en circunstancias disímbolas.
La cuestión de Ucrania es delicada y cuesta trabajo interpretarlo en su dimensión política e histórica.
Hay elementos comunes entre lo que sucedió en China, en tiempos de Mao y Shou En Lai, ambos dialogantes, alternativamente con Nixon y varias veces con ambos, con Kissinger.
¿Qué es lo que trae e nuestro interés de Kissinger? Su política de distensión entre la Unión Soviética de entonces y EU, en el contexto internacional de entonces, representada la primera potencia por Leoni Breznev, ya no más Nikita Kruchev, hay que señalarlo.
Kissinger es una fuerte combinación de hombre de inteligencia y contrainteligencia, que antes de sus grandes desempeños como responsable en la política exterior, fue agente de la FBI.
De ahí que cuando asciende a las altas y delicadas responsabilidades que tuvo, no era un improvisado, un novato aprendiz de brujo en materia diplomática y de inteligencia.
Su libro “UN MUNDO RESTAURADO”, publicado por el Fondo de Cultura Económica, en el año de 1973, coincide su publicación con los acontecimientos de derrocamiento del Presidente Chileno, Salvador Allende, hechos que emocionalmente no impidieran sopesar la importancia de los juicios y pronunciamientos que ahí se contienen en el libro, cuyo título encubre la cuestión de fondo en que la diplomacia de entonces y tal vez la de ahora, pretende encubrir al Imperialismo.
Esta obra de Kissinger cobra y tendría gran actualidad, para formularnos, si caso, un equidistante enfoque de las fuerzas que se puedan en Ucrania y toda Europa, por decir lo menos.
De la otra parte, Vladimir Putin, Presidente de la Rusia postsoviética, resurgida a la par como la otra potencia mundial del momento, encarna, al igual que Kissinger, ambas caracterizaciones del mismo: hombre de la inteligencia política y madurado en Alemania, al igual que poseedor de una mano firme, al modo Nixoniano, por decir lo menos.
Si hubiera oportunidad, en alguna otra colaboración, podríamos ampliar nuestro análisis a la luz del espeso y controversial pragmatismo, no exento de actualidad, del Kissinger en retiro y Putin, recio jugador en los acontecimientos, abundantes en cohetes balísticos e improvisaciones políticas, como lo es la emergencia del Presidente Ucraniano, Zelensky, que en muy poco se le asemeja a Lec Tru Do, representante de Vietnam del Norte y recio contrincante en la mesa de las negociaciones en Paris.
Richard Nixon, a su vez, se estrenó en la lid internacional entendiéndose de las listas de los hombres claves de la inteligencia de la Gestapo y demás, que luego se distribuirían por el mundo, entre otros puntos en Colonia Dignidad de Chile, y a lo largo de Sudamérica.
Vamos a entender lo que acontece en Ucrania su nos valemos de la historia de Rusia y en particular de Ucrania en su relación con los imperios Austrohúngaro, Otomano y lo acontecido en la Ucrania en su multicolorido étnico con que se integrara a la Rusia Zarista, especialmente tomando en cuenta su conflictiva política con el resto de las naciones eslavas, como Polonia que, alguna vez se viera fuertemente involucrada en sus acercamientos y distanciamientos en los procesos de la Revolución de Octubre 1917, en adelante.