“Oiga oficial, ahí va una mujer perseguida por un hombre, ella con la ropa desgarrada y sangrando de la cara, vaya usted a auxiliarla -le dije, señalándole que a unos cuántos metros sucedía aquella escena, a un policía que sentado detrás del volante de su patrulla comía una gordita de migajas- ¿El hombre parecía ser su marido? – me preguntó el policía sin inmutarse- posiblemente, ambos salieron de una casa, dije todavía espantada, entonces, el policía desenvolvió otra vez su gordita y antes de morderle del lado de los nopalitos dijo – si es su marido, entonces tiene derecho, déjelos”.
Esto, que sucedió hace unos años en La Cañada cabecera municipal de El Marqués, es sólo una muestra de lo que sigue ocurriendo en ese pueblo y municipio en donde la violencia hacia las mujeres es común; hace unos meses un hombre arrojó aceite caliente al rostro de dos mujeres, recientemente los habitantes del Fraccionamiento Los Héroes han reportado la desaparición de cinco adolescentes de entre quince y diecisiete años y en los últimos días sucedió el doloroso e indignante caso de una pequeña asesinada, a unos cuantos pasos de su hogar, de sus padres, de sus vecinos. ¿Cuánto dolor mas será necesario para que el abuso hacia las mujeres deje de ser motivo de anécdota, nota roja, espectáculo, promesas de políticos, indignación para la fotografía?
Hasta hace poco las tierras del municipio de El Marqués eran de cultivo y granjas de ganado, luego llegaron las fábricas, el Aeropuerto, las universidades, todos aprovechando la oferta de autoridades estatales y municipales de terreno plano y paralelo a la autopista a la Ciudad de México, dotándoseles de áreas amplias, jardines, agua, accesos espaciosos. Luego llegaron los constructores de vivienda aparentemente barata y realmente de pésima calidad, para la gente que trabajaría de obreros, choferes, sirvientas, empleadas, jardineros y todas las labores mal pagadas que se acumulen. Evidentemente el negocio que han hecho las inmobiliarias, sobre todo en esa parte que circunda la zona fabril, ha sido espectacular para ellos y las autoridades que se los han permitido, fomentado y hasta impulsado. Habría que sacar de su estado de hibernación, al gran ausente en la más reciente tragedia que por repulsiva trascendió a nivel nacional, el presidente municipal Enrique Vega Carriles, quien de empresario saltó a la política con este puestecito que termina en el 2024 y que favorecido con la fea treta de la reelección cumplirá doce años en él, su acción más destacada es el traslado de las oficinas municipales a una exhacienda rehabilitada a costa del erario público cercana a la comunidad de Jesús María, sí, cerca de la unidad habitacional en donde ocurrió el espantoso crimen y de la zona de miles de condominios y casitas apiñadas una sobre otra, una detrás de otra, sin privacidad, sin agua, sin vigilancia, que por lo mismo han dado cabida a malvivientes y viciosos como quedó evidenciado, también a nivel nacional, que incluso durante el funeral masivo de la pequeña, había quienes se drogaban con la llamada “piedra”.
La violencia se alimenta del deterioro social y éste es responsabilidad de las autoridades municipales y estatales, por ejemplo, los permisos de desarrollo urbano que al obedecer a intereses individuales ocasionan la polarización de clases sociales y económicamente distantes dejando en la indefensión a los que menos tienen; porque exactamente es lo qué pasa en El Marqués, la mayoría vive paupérrimamente, carente de atención cultural, educativa, recreativa, de salud y de transporte colectivo, ya no se diga de padecer calles llenas de baches, escombros arrumbados, caminos de tierra, invasión de terrenos, desmonte indiscriminado de cantera y piedra al grado de modificar la orografía del lugar, contaminación de las quebradoras de piedra que llega hasta la ciudad de Querétaro y del Río Querétaro que a su paso por este municipio conduce aguas negras, olores pestilentes y enjambres de mosquitos transmisores de enfermedades, pero sobre todo, se padece de falta de agua, a varios de esos hacinamientos de viviendas, les abastecen con pipas, cuando en el mismo municipio, pero en las zonas residenciales el agua sobra, sí, sobra para hacer lagos artificiales, como se promociona el fraccionamiento súper residencial que se extiende en lo alto y a lo largo de La Cañada, con 14 lagos artificiales, dos albercas en la casa club y en una superficie de 550 hectáreas el 50% son áreas verdes, claro, que sólo con agua se mantienen así, verdes.
Aunque hombres y mujeres son víctimas de violencia, la infringida por hombres a mujeres es de canallas, porque su ser primitivo de supremacía todavía les impulsa a lanzar lo mismo un insulto a la que se le cruza en la calle, que una bofetada a quien juró amar, esgrimir un arma o usar su fuerza bruta sobre ellas, aunque en eso se les vaya la vida o la libertad. Urge que los gobernantes dejen de mirarse en el espejo de las encuestas y actúen de las mil formas que estén a su alcance, si no es ahora ¿Cuándo? Al tiempo.