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Guerra por la riqueza de Chiapas

por Andrés Garrido del Toral
7 agosto, 2020
en Editoriales
ANDRÉS GARRIDO DEL TORAL / EL QUERÉTARO CHACOTERO
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Son los tiempos del nacido en Illinois, Ronald Wilson Reagan —el número cuarenta de los presidentes de Esta­dos Unidos— se encontraban algu­nas personas que de primera ima­gen, distaban mucho de ser aquellas del servicio secreto norteamericano, es tal vez, el ala de esta fuerza de im­pacto mundial, que menos se apre­cia de ser el típico “gringo”.

Menudos, más bien bajitos, re­gordetes y morenos, son el equipo de inteligencia que daban los pormeno­res del apoyo a los Contras el grupo de terroristas latinoamericanos, que “so pretexto de una guerra en con­tra del narcotráfico” trataban de de­rrocar al partido político del Frente Sandinista de Liberación Nacional, en Nicaragua, llevan acumulados — hasta esos días— ¡más de mil ataques terroristas en aquella nación!

Esperaban con prudencia las in­dicaciones o la plática —aún no sa­bían— de los siguientes actos a desa­rrollar, por el enlace entre ellos y el gobierno norteamericano. Al abrirse la puerta del exuberante restaurante, vieron entrar varios de los persona­jes que ya conocían, pero que de pri­mera mano, eran altamente peligro­sos, uno encargado del Cartel Gua­dalajara, otro del Cartel de Medellín, un representante de los cubanos en Miami, el jefe de inteligencia de la CIA, el representante de los Contras y algunos hoteleros de la península de Yucatán.

El restaurante en el que se habían quedado de ver daba todas las garan­tías para llevar a cabo la reunión ¿el motivo? lograr hacerse del mayor te­rritorio de Centroamérica posible, debido a la riqueza de esas tierras.

¡Orden propia de Ronald Rea­gan!

Petróleo, litio, riquezas hídricas, históricas, naturales, accesos en­tre los dos océanos, riqueza mine­ral, oro, e infinidad de recursos im­posibles de encontrar en otra región geográfica, daban el entendido de los movimientos de guerra menor —fi­nanciada por el gobierno de Reagan sin el permiso del senado norteame­ricano— para hacerse de esta zona.

Esta región abarca desde el Istmo de Tehuantepec —la zona más an­gosta de todo el continente america­no entre los dos océanos— en Méxi­co, hasta el mismo Panamá.

—¡Estamos en el entendido de que esta operación debe ser clara y de intervención política! el recurso militar es esencial en este movimien­to, debemos entrenarlos en los cam­pamentos de Irán para lograr ma­yor efectividad, manden los infor­mes del total de efectivos para esta capacitación.

El encargado del Cartel Guadala­jara estaba presto de ser escuchado:

—¡Tenemos ya al personal que cuidará los laboratorios de Yuca­tán! permiten el transporte del tal­co —cocaína— hacia el norte vía Cu­ba y Miami.

El personal de la CIA estaba aten­to al plan, y parte de su misión era el lograr financiar los recursos milita­res, más no los de tráfico de drogas, los representantes del Salvador esta­ban por llegar tarde, por cierto, debi­do a que fueron retenidos por agen­tes de la CIA en la entrada, quienes les solicitaron sus identificaciones.

Era la gente del Frente de Libe­ración Farabundo Martí, quienes ya llevaban varios años trabajando con los norteamericanos, el personal concerniente al apartado Argentina, quienes ya habían llevado más de 32 millones de dólares para el frente de los Contras, en conjunto con Reagan, estaban apenas en el vuelo y no era posible su llegada, por alguna razón, sus boletos de avión habían sido mo­dificados en horarios, pareciera que alguien no deseaba que llegaran.

Reagan no les perdonaba a los rioplatenses que hayan capturado las Malvinas, en pro de la herman­dad con los norteamericanos y con ello haber desatado el encono mili­tar con Inglaterra.

Ante esta expectativa, el resulta­do de la reunión se quedó en varios temas a tratar y llevar a cabo, entre muchos otros, reconocer en Méxi­co la posibilidad de lograr un acuer­do en esta región —del Istmo— para observar una alianza… o un encono.

—¡Pero México no tiene ejército de liberación nacional! —comenta­ron.

Estados Unidos, Canadá firma­ron junto con México el North Ame­rican Free Trade Agreement el 17 de diciembre de 1992, entrando en vi­gor a partir del 1º de enero de 1994.

La globalización antes de enero de 1994 había dejado a México, un sabor de boca cercano a un primer mundo, el tratado de libre comercio con Estados Unidos tenía como fin lograr empatar comercialmente las políticas neoliberales, para lograr un crecimiento sustentable de México y de la región, así como liberar gra­dualmente beneficios arancelarios.

En San Cristóbal de las Casas, ca­pital del municipio de Chiapas, en la zona de mayor importancia de la re­gión, bajó un ejército autodenomi­nado zapatista de liberación nacio­nal conformados por indígenas de Chamula y Huixtán, así como de Te­nejapa, Teopisca, San Lucas y Zina­cantán.

Son las 0:30 horas del 1º de ene­ro de 1994.

Como antecedente en estas tie­rras, el pentágono y la secretaria de la Defensa Nacional habían encon­trado un campamento militarizado en la Sierra Corralchén, en Ocosin­go Chiapas, en mayo de 1993, pero se mantuvo en secreto por la firma del tratado de Libre Comercio, la idea de difuminar por completo este movi­miento para el 10 de enero de 1994.

El ingreso del ejército se dio de manera rápida y concentrada, los re­cursos eran propios pero la orden era tajante:

—¡tomen las cabeceras munici­pales a como dé lugar! — firmaba un subcomandante autodenomina­do Marcos.

El primer grupo del ejército de li­beración —nuevo— entró por la par­te sur de la plaza principal, aproxi­madamente unos trescientos efecti­vos armados con fusiles FN FAL de manufactura Belga, rifles semiau­tomáticos checoslovaco Vz.52/57 de 7,62 x 39 mm; altímetros PRV- 16 y PRV-13 y pistolas Makarov de manufactura rusa, todos ellos diri­gidos por el comandante Armando, con acento de Guatemalteco. Todo este armamento proporcionado por el movimiento del Ejército Popular Sandinista y la Unidad Revoluciona­ria Nacional de Guatemala, quienes habían capacitado a todos estos gue­rrilleros en combate, dentro de esce­narios de ciudades.

Toman las comunidades de Mar­garitas, Altamirano, San Cristóbal de las Casas, Ocosingo y Chanal.

En las Margaritas la sorpresa se la llevaron los municipales, que siendo atacados por un sector dirigido por el comandante Pedro, atacaron con los disparos de los fusiles FN FAL, con una precisión milimétrica, logrando solo tres muertes en el camino hacia la oficina de presidencia municipal, cuando llegaron y ocuparon la plaza, los habitantes se rindieron.

¡no era una guerra de baja inten­sidad!

1º de enero, 1:45 am…reporte de oficina de inteligencia de fuerzas ar­madas de México, sala de coman­dancia suprema del ejército nacio­nal mexicano.

—¿cuántas municipalidades te­nemos ocupadas?

—¡siete hasta ahora sr. presiden­te!

—¿cómo se armó tanta gente?

—¡Inteligencia menciona que Ni­caragua envió armamento de alto ca­libre a las comunidades! y en la selva un tal “Comandante Marcos” quien los dirige, establece comunicaciones con varios movimientos insurrectos de centro américa, inclusive, se le ha escuchado hablar en italiano, lo mis­mo pasa en el Salvador, y movimien­tos comunistas en Cuba.

—¡Quiero la verdadera identidad de ese tal Marcos!

El general encargado de la infor­mación dio varios nombres en fól­deres amarillos, con una fotografía reciente y las ligas con movimientos de Centroamérica, quienes el pentá­gono ya sospechaba de ellos, le acer­có uno con código naranja, es quien más se acerca a la identidad real, el presidente lo miró, hojeó el fólder y de inmediato dio la orden.

—¿Qué sabemos de Rafael Sebas­tián Guillén Vicente?

—Hasta ahora que ¡ha declarado la guerra al país!

La orden de Comandancia Supre­ma del Ejército Nacional Mexicano fue clara:

«…con la reserva de las plazas es­tratégicas como la hidroeléctrica de peñitas, Chicoasén, Raudales Mal Paso y la Angostura, así como los descubrimientos de los yacimientos petroleros, y la reserva Integral de la biósfera de Montes Azules… se orde­na la captura de estos lugares, la in­cursión y cuidado, así como el ase­guramiento de la existencia nula del enemigo en estas plazas… a las 400 horas del día…»

Desde diferentes puntos de la re­pública, más de 50 monoplazas Pila­tus PC-7, con ametralladoras y cohe­tes aire-tierra parten hacia Chiapas, con la consigna de establecer un ata­que aéreo ¡son la avanzada!, mien­tras tanto la movilización de cuer­pos de Cóndores, Águilas, Jaguares, Panteras, Quetzales y toda la fuerza de fusileros paracaidistas, así como los batallones de tierra en tanques y “hummys”. Potentes hércules C-130 rayaban el cielo de México, el prin­cipal temor era la invasión por el sur de movimientos de guerrilla centro­americanos, extra del levantamien­to en Chiapas, se temía un ataque de fuerzas armadas por las fronteras ba­jas, de tierra, mar y aire.

Las joyas del armamento mexica­no eran las 24 unidades de Northrop F-5A/B Freedom Fighter y F-5E/F Tiger II, potentes cazas capaces de alcanzar cualquier nave aérea en te­rritorio mexicano, y diseminar cual­quier intento de agresión, que vola­ban en posición ya de ataque desde el oriente hacia el poniente y de nor­te a sur.

¡Era una declaración de guerra!

La llegada del ejército nacional a San Cristóbal tomó por sorpresa a quienes ya sitiaban la plaza, por la parte norte ingresaron los primeros batallones de guerrilla en ciudad, há­biles y escurridizos hombres, entre­nados para uso nocturno de un ar­mamento de élite. ¡Lo mismo se ha­cía en las Margaritas y demás plazas!

Para este momento el gobernador de Chiapas Absalón Castellanos Do­mínguez fue aprendido y detenido como prisionero de guerra por par­te del ejército de liberación.

Los hábiles cóndores de fusileros paracaidistas y los jaguares de la mis­ma compañía cayeron sobre los edifi­cios coloniales, así como en cascada en la plaza, las flores de disparos se veían cuando iban bajando, y asimi­laron la calidad de los disparos, con las rayas que dejaban… ¡calibres ba­jos! cuando estaban adentrándose los cuerpos de la milicia federal, iban terminando con las pequeñas insu­rrecciones, puestos de comando por el enemigo de manera sencilla ¡no había resistencia exponencial!

—¡Aquí líder jaguar a comando!

—¡Adelante gran jaguar!

—¡La resistencia es mínima! los calibres no son los informados, es fuego bajo.

—¡Prosiga con el objetivo gran jaguar!

Se adentraron a las casas, en los cuartos, se capturaron a todos los encontrados, quienes tenían la osa­día de repeler el ataque eran masa­crados con calibres altos, de cuatro en cuatro iban alcanzado los objeti­vos, la capacidad estaba demostra­da, el enemigo era falto de pericia militar y el ejército ¡era altamente diferenciado de sus oponentes! los capturados fueron llevados al cen­tro de la plaza, varios cadáveres ya­cían en las calles y en las casas de San Cristóbal.

—¡Aquí águila uno a comando!

—¡Adelante águila uno!

—No hay resistencia antiaérea.

—¡Prosiga con el plan águila uno y destellos implican objetivo del ene­migo!

Cuando pensaron que estaban ante un enemigo bajo de artillería, comenzaron los disparos desde la selva ¡el grueso de los calibres era mayor!

Las hélices de los helicópteros Sikorsky SH-60 y MH-60 Seahawk de tonos marrones del cuerpo éli­te puma, tronaban la selva de Chia­pas, que, al observar los destellos de las flores de fuego de los fusiles, les daban el punto exacto para dispa­rar ¡descargando la artillería aérea!

¡Ráfagas de luces alumbraron la madrugada!… destrozaron la selva, las flores de fuego salían de entre la maleza, los soldados y los cuerpos sabían que eran flanco fácil al des­cubierto.

—¡Nos disparan desde la selva! —alertaban los pelotones desde el interior de la ciudad.

—¡Repelan ataque y utilicen sis­temas nocturnos…!

De pronto un cohete antiaéreo de manufactura rusa, alumbró por sor­presa al Seahawk MH-60 y le alcan­zó en el rotor de cola, haciendo que se desestabilizara.

—¡Nos dieron! — mientras to­do giraba.

Las alarmas y los sonidos de ex­pulsión de pilotos tronaban, la cen­trífuga evitaba que lograran quitar­se la seguridad.

—¡Busque estabilidad puma uno!

—¡Negativo estamos en caída…!

—¡libere peso…

Nadie más respondió.

Cuando llegó la luz del día, lo que alcanzaban a ver desde los avanza­dos binoculares fue desgarrador: in­dígenas fallecidos, que en sus manos tenían armas hechas de madera ¡co­mo una artesanía! cuando las foto­grafías llegaron al comando princi­pal se quedaron en un silencio total.

Cuando llegaron al búnker de co­mandancia suprema de fuerzas ar­madas y obtuvo diamante uno las imágenes, el sudor le invadió, le lle­nó de mil cuestiones el movimien­to armado, se miraba la mano de los norteamericanos, pero ¿con qué motivo?

Sus dedos sonaban en la made­ra fina de su escritorio, por prime­ra vez en varios años volvió a tomar un cigarrillo del Prado —de los que fumaba su padre— lo encendió con un simple cerillo, le dio una profun­da fumada y soltó el humo poco a po­co, como dejando que sus nervios se estabilizaran.

—¡Comunícame general con la Casa Blanca!

Foto: Especial
Etiquetas: Estados UnidogringoIllinoisRonald Wilson Reagan

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