ENTRE LÍNEAS
Hace pocas semanas comentábamos mi amigo Régulo Cortés y yo, una entrevista de Leo Zuckermann a Soledad Loaeza, amiga nuestra, y coincidíamos en la enorme prestancia intelectual de Marisol, como le decíamos en El Colegio de México, recién nombrada Maestra Emérita de esta institución. Autora de un libro clásico: El Partido Acción Nacional: la larga marcha, 1939-1994 : Oposición leal y partido de protesta ( Fondo de Cultura Económica / 978-968-16-5645-4) y el más reciente: La restauración de la Iglesia Católica en la transición mexicana, (El Colegio de México / 978-607-462-472-4). Marisol, al terminar la licenciatura en Relaciones Internacionales se fue a Alemania y después a Francia a concluir sus estudios de posgrado, ha escrito innumerables libros y artículos y catedrática de las instituciones más prestigiadas de México y en el extranjero. Yo he sostenido con ella una relación cercana de amigo y aunque reconozco su valía intelectual, tenemos algunos desacuerdos. El que describo a continuación es uno de ellos.
Recientemente publicó en la revista Proceso, un artículo muy ácido en relación a la frase de López Obrador, que en una de sus “mañaneras”, dijo que la crisis del COVID-19 le caía como “anillo al dedo” a su proyecto político. La crítica de Soledad Loaeza es formulada de acuerdo a las presunciones ideológicas y personales de ella. Textualmente dice: “Esta frase, seguramente dicha al pasar, pone al descubierto la insensibilidad, la falta de empatía y la arrogancia de un presidente al que le importan poco las angustias, el dolor y la ansiedad de sus conciudadanos desempleados, de los informales que han perdido su clientela callejera, de quienes han sido contagiados y no saben si van a sobrevivir la crisis, y de quienes han perdido a seres queridos. ¿Dónde está la compasión que le despertó la madre del Chapo?”. (1) Desde este concreto punto de vista tiene razón Soledad, pero no fue el contexto del planteamiento presidencial.
La frase de López Obrador se refería a un contexto mucho más amplio y por ello se ha prestado al escarnio de sus malquerientes. El argumento de Soledad Loaeza y el de muchos que han descontextualizado la frase, se salta la premisa mayor del silogismo y se llega a conclusiones erradas, es cuestión de lógica. El contexto de la frase lo están abordando muchos pensadores e intelectuales y se refiere al cambio de paradigma después de la crisis de la pandemia. ¿La crisis acelera el fin del capitalismo salvaje? ¿Es el fin del neoliberalismo? ¿Cuáles serán las pautas de colaboración de las naciones? ¿hay una crisis de la idea de soberanía de Occidente, frente a la eficacia de Oriente para controlar la pandemia? Lo cierto es que la crisis de salud se torna en crisis de la economía en su conjunto. El mundo no será el mismo después de controlada la pandemia. Habrá cambio de paradigmas.
Dos filósofos han tomado posiciones diferentes ante estos cuestionamientos, el esloveno Slavoj Žižek (2) y el coreano Byung-Chul Han (3). Žižek hace un análisis muy optimista de los efectos de la crisis sobre el capitalismo salvaje, el golpe de la crisis no permitirá que se sobreponga y predice que la única salida es el comunismo como una forma de reemplazar finalmente al sistema, buscando así regular la economía. El capitalismo ha demostrado que la privatización de los servicios de salud ha sido la causa del desastre en Occidente. El filósofo afirma que la globalización ha provocado que los países occidentales tengan medios propios para crear armas sofisticadas pero no tengan producción de bienes como los respiradores y las mascarillas, lo cual ha demostrado la ineficiencia de un sistema capitalista global. La producción de bienes esenciales para la salud, por la ganancia de mano de obra barata, se trasladó a los países del Sudeste Asiático y principalmente a China, dejando a Occidente sin medios inmediatos para enfrentar la crisis.
Esta línea de pensamiento es tal vez la que tomó López Obrador al afirmar que la crisis le viene como anillo al dedo, el neoliberalismo acelera su fin con la pandemia. Mientras el pensamiento lopezobradorista es histórico-ideológico, de largo plazo, los analistas insisten en buscar respuestas en el contexto de corto plazo, del inmediatismo en las respuestas presidenciales ante la amenaza que nos agobia. Es claro el desencuentro.
Sin embargo, el pensador coreano Byung-Chul Han trae al análisis lo que ya mencionaba en mi artículo de la semana pasada “La geopolítica del COVID-19 ”, el ideal de la comunidad como base de la relación del individuo, como valor máximo de la sociedad frente a un individualismo personalista de Occidente, sostenido por Jorge Alberto Lozoya. La tesis de Byung-Chul Han consiste en demostrar que el dilema no es el comunismo reinventado o la barbarie, sino que la actual crisis demuestra que la solidaridad y la cooperación responden al instinto de supervivencia de cada uno, y que es la única respuesta racional y egoísta que existe. No sólo para el coronavirus. En Asia impera el colectivismo. No hay un individualismo acentuado.
El filósofo coreano profundiza en el tema del peligro del control tecnológico sobre los ciudadanos, demuestra que en Asia las epidemias no las combaten solo los virólogos y epidemiólogos, sino sobre todo también los informáticos y los especialistas en macrodatos. Un cambio de paradigma del que Europa todavía no se ha enterado. Los apologetas de la vigilancia digital proclamarían que el big data salva vidas humanas, eso es lo que está sucediendo en China, Singapur, Corea y Taiwan.
Ahí está precisamente el peligro de una sociedad controlada por los medios electrónicos al servicio del estado. El peligro es que exista un super big brother en el que cada ciudadano sea evaluado en función de su conducta social y desaparezca la intimidad. En China no hay ningún momento de la vida cotidiana que no esté sometido a observación. Se controla cada clic, cada compra, cada contacto, cada actividad en las redes sociales. En Corea se ha hecho un seguimiento electrónico de cada movimiento de una persona contagiada por el coronavirus. Las redes sociales cuentan que incluso se están usando drones para controlar las cuarentenas. Una situación así es inconcebible en México. El control ha sido eficaz, pero en Occidente no se toleraría una intromisión de ese tamaño en la vida privada.
Como podemos advertir, el asunto de la frase “como anillo al dedo” no tiene nada que ver con la “soga al cuello”, aunque sí le ha provocado una sensible caída en las encuestas al presidente López Obrador. Un análisis no debe centrarse en la literalidad de una afirmación solamente, hay que escudriñar que hay detrás, delante, arriba y abajo. Los políticos no deben ser valorados solamente en función de la rapidez de la respuesta ante la crisis, sino debemos ir un poco más al fondo, ¿Cuál es su capacidad de planeación estratégica? ¿Qué tipo de sociedad buscamos? ¿Es el control social el paradigma que todos anhelamos? ¿A qué tipo de equilibrio se encauzan los deseos sociales, al control de la tecnología que brinda eficacia y seguridad o a uno en que exista eficacia y seguridad, pero con ciertos márgenes para la privacidad? ¿De verdad todos deseamos un comunismo renovado? Ni tan optimista, ni tan pragmático. Meden Agan. El asunto está en encontrar el término de equilibrio.
Con los instrumentos analíticos de la formación de Soledad Loaeza y sus excepcionales dotes académicas, a mí me hubiera gustado que se inclinara más por la Filosofía que por la ideología. Recuerdo muy bien que ella me mencionó alguna vez su admiración por los filósofos. Ahora es cuando.
1. Loaeza, Soledad. “Como Anillo al dedo”. Nexos, abril 3, 2020
2. Slavoj Zizek, acaba de lanzar en inglés Pandemic (OR Books), un ensayo cuyos derechos de autor ha cedido a Médicos sin Fronteras.
3. Byung-Chul Han es un filósofo y ensayista surcoreano que imparte clases en la Universidad de las Artes de Berlín. Autor, entre otras obras, de ‘La sociedad del cansancio’, publicó hace un año ‘Loa a la tierra’, en la editorial Herder.