ENCUENTRO CIUDADANO
Gángsters contra charros
El surrealista involuntario Juan Orol realizo en 1948 la película “Gángsters contra charros”, que más allá del enfrentamiento entre el gángster Johnny Carmenta y el charro del arrabal Pancho Domínguez (si, así Pancho Domínguez), muestran la ya definitiva división de la sociedad mexicana entre el campo y la ciudad. La injusta distribución de la riqueza del régimen posrevolucionario, va acomodando la sociedad en segmentos antagónicos: la ciudad y el campo; ricos y pobres; burgueses y proletarios; nacos y pirrurris; chairos y fifís. Estos últimos vocablos tienen una connotación que evidencia la lucha de clases al interior de la sociedad mexicana, así como la polarización ideológica y política, con claros matices clasistas. Esta segmentación ha sido nombrada constantemente para situar a unos y otros en alguno de esos espacios. Los ‘chairos’ son un grupo ideológicamente orientado hacia la izquierda, que suele promover el ideario de la izquierda, el ecologismo, los derechos de la mujer y las minorías. Los ‘fifís’, en contraparte, son un grupo cargado hacia el conservadurismo de derecha, que busca mantener sus privilegios con la continuidad del modelo económico neoliberal. En sus versiones más extremas, este sector de la población mexicana, identificado con las clases altas, ha manifestado una retórica antiinmigrante, utilizando consignas propias del fascismo, extendiendo las protestas contra la cancelación del aeropuerto a un repudio abierto hacia los simpatizantes de López Obrador. En sus manifestaciones (que se muestran con un tono de agresividad), retoman como símbolo el color del fascismo, el negro, el mismo de las juventudes franquistas, las juventudes hitlerianas, los camisas negras. Aunque la división en México comenzó, de manera marcada por el impulso de medios de comunicación afines al empresariado, a raíz de las elecciones presidenciales de 2006; la disputa se reavivó durante la campaña presidencial de 2018, en la cual, López Obrador calificó como “fifís” a algunos representantes de la “prensa conservadora”. La disputa entre izquierdistas y conservadores está generando una polarización donde, con oídos sordos, se desestima la opinión de quién sea percibido a una clase social diferente. Si esto se profundiza lograría generar una mayor división social que podría tornarse violenta. Ahora, la polarización tiene como origen la profunda desigualdad económica y social en nuestro país. La desigualdad económica es un tema de política pública, ya que de acuerdo con datos del Banco Mundial, México se encuentra entre los 10 países más desiguales del Mundo, donde el 1% de los mexicanos más ricos concentró el 28% de la riqueza del país, de acuerdo a Oxfam. La evidencia estadística muestra que México es un país de pobres, más que de clases medias. La pobreza es 2.3 veces mayor que lo que representan las clases medias. En las últimas dos décadas, los mexicanos más ricos han incrementado sus fortunas y los pobres se quedaron en la miseria, reafirmando que México sigue siendo profundamente desigual. Los cuatro hombres más ricos aumentaron su patrimonio en sectores con alta concentración del mercado, en sectores privatizados o fuertemente regulados por el Estado: telecomunicaciones, banca comercial y minería. Y este proceso de enriquecimiento se ha dado a costa del sacrificio de la mayoría de la población. El sistema neoliberal, además de ser una fábrica de pobres, lo es de desigualdad. Y más allá de los buenos deseos, todo parece indicar que los continuos choques entre Charros contra gángsters o ‘chairos’ y ‘fifís’, serán un rasgo característico del gobierno de López Obrador.