ENCUENTRO CIUDADANO
La improvisación
Hace unos días señalábamos que las democracias nuevas, recién salidas de autoritarismos prolongados, tienen el inconveniente de poner las libertades públicas al servicio de sus enemigos. O peor de los incapaces e improvisados. Mucho de esto último comienza a mostrar el todavía virtual candidato ganador, que no Presidente electo López Obrador y su equipo proto secretarial.
¿Qué tienen en común la negativa del Vaticano a integrarse a las conferencias de paz; la malograda intermediación del padre Solalinde con el EZLN y la carta enviada a Donal Trump?
Que las tres son fruto de la improvisación en la acción del próximo gobierno, resultado de desconocer sus responsabilidades y límites; ya que el poder del gobernante, no es ni absoluto ni discrecional, y éste existe para ser ejercido con responsabilidad y oficio. De la carta y misivas con Trump ni hablar, digamos que se vive una delirante simpatía, durante la cual un Presidente con débil respaldo ciudadano y enorme poder, por medio de órdenes ejecutivas expeditas y sin fórmula de juicio, hace y deshace, con órdenes que más parecen edictos reales de inmediato cumplimiento y no decisiones propias en una democracia. A ese presidente, López Obrador le habla como si fuese Juárez con Lincoln. Como bien lo señala Luis Hernández Navarro (la carta) “Es un inusual informe unilateral de las medidas que su gobierno tomará para frenar la migración hacia Estados Unidos. Habrá muchos cambios, señor presidente Trump, escribe el tabasqueño. ¿Desde cuándo hay que enterar al mandatario estadunidense de lo que será nuestra política interna”. Lo que ahora debe buscarse y hacer valer es un cambio de paradigma en las relaciones exteriores, dónde prevalezca una política exterior de Estado, no de gobierno. Ahí la improvisación se viste de pragmatismo.
Ahora, el fallido acercamiento con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, es paradigmático ya que se piensa en marcar a la guerrilla dentro de un proceso de desmovilización. El actuar y decir de Solalinde, desnudó de manera dramática el grado de improvisación de un proceso, que empezó mal, fallando en algo tan básico como es la comunicación. La tarea no era ni imprevista ni desconocida; sin embargo por la falta de planeación terminó en las redes de la improvisación.
Finalmente, Loretta Ortiz, coordinadora designada por López Obrador para el proceso de pacificación en México, expresó que cometió un error por “un asunto de ansiedad” al asegurar que el papa Francisco participaría en el Primer Foro de Reconciliación Nacional convocado por AMLO. La política exterior no es un asunto baladí, ni de ansiedades, es un asunto que forma parte de la nación y su proyecto de independencia y soberanía. Ya que toda actividad internacional, está enfocada a conseguir objetivos concretos y a definirse mediante un proyecto específico tendiente a satisfacer los intereses nacionales. Y la paz interior es uno de los más importantes, con ello no debe improvisarse, ni generar falsas expectativas.
Y parecería como si al gobierno entrante (y a buena parte de los mexicanos), todo comience a resolverse con el anuncio de la realización de los Foros de paz y que entonces el conflicto de violencia que vivimos desaparecería como por encanto.
Las circunstancias son complejas, y es deber el entender mejor el actual papel y amenazas a la democracia, que debe ser alma de la gestión pública y brújula de la tarea de gobierno.
De seguir así, sería necesario que a todos los políticos entrantes se les ofrecieran estudios de la improvisación en la Comedia del Arte. Así las inevitables y desordenadas actuaciones se nos harían más divertidas. Al fin y al cabo política y teatro van unidos de la mano: en ambos se necesitan actores, ideas y público para la ilusión, que en el hombre se traduce en comunicación.
Y habría que recordar que la improvisación en política es muy grave, y se paga caro.
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