ENCUENTRO CIUDADANO
Guadalajara en un llano, Querétaro en una laguna
Las inundaciones no se producen porque los ríos crecen, sino porque las instituciones se hunden. Nuevamente con la llegada de la temporada de lluvias salen a la luz deficiencias de los servicios públicos; apenas bastó una semana para que las lluvias evidenciaran defectos en las obras públicas publicitadas como históricas e infalibles. Haciendo un breve recuento, apenas en agosto del año pasado, el gobernador Francisco Domínguez Servién, informó que ya se contaba con el plan maestro pluvial para el estado, el cuál había sido elaborado por la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), señalando que costo “muchísimo dinero”, debido a las obras que implica su realización, las cuales deberán “contener todas estas aguas, que son escurrimientos de zonas altas y que vienen a inundar de forma fuerte”. El gobernador en esa ocasión afirmó que las obras que componen el plan maestro pluvial están planteadas para desarrollarse en cinco años e implican una inversión de más de 5 mil millones de pesos. Pero el pasado 7 de julio Oscar Hale, presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de Querétaro, informo que sólo el 7% de las obras del Plan Maestro Pluvial han sido ejecutadas en Querétaro. Previniendo el alud de críticas ante el retraso de las obras y el inminente fracaso a la contención pluvial, el diputado presidente de la Comisión de Desarrollo Urbano y Obras Públicas, Gerardo Ángeles, señalo que “aunque el gobierno del estado y los gobiernos municipales se encuentran trabajando, es muy poco tiempo para que se resuelvan todos los problemas que se tienen”. Y como ha sido costumbre de las administraciones panistas, el flamante diputado remató su alocución señalando que “debido a que el gobierno anterior no invirtió lo suficiente en obra hidráulica se tienen que hacer trabajos integrales, de tal modo que podemos observar resultados debido a que este tema es prioridad para las administraciones actuales”.
Habría que recordar que el modelo urbanístico de Querétaro actualmente se encuentra estrangulado, como lo alertó en su momento Enrique González Sosa, doctor en Mecánica de Medios Geofísicos y Medio Ambiente por el Institut National Politechnique de Grenoble (Francia) y coordinador de la Maestría en Ciencias con línea terminal en Hidrología (Facultad de Ingeniería de la UAQ), y quién señalo que son las fallas del sistema hidráulico de la ciudad las que ocasionan encharcamientos e inundaciones con lluvias en menos de 15 minutos. En Querétaro las lluvias siempre han sido de intensidad regular, pero como la superficie urbana no era tan grande, pues no se presentaban mayores problemas. De forma natural, el agua se filtraba, pero ahora la zona urbana ha crecido exponencialmente, y su infraestructura hidráulica no. No se ha innovado y tampoco se ha contado con un desarrollo tecnológico eficiente. Es necesario contar con una memoria social de las inundaciones en Querétaro, lo cual ayudaría a comprender sobre los daños que sufre la ciudad. La historia de Querétaro no ha estado exenta de eventos catastróficos causados por sequías e inundaciones y éstas le han dado el rostro que ahora vemos. En el libro “La importancia de las Inundaciones en la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos en México” el Dr. González Sosa realizó un seguimiento histórico de las inundaciones, cuyos objetivos son: constituir una exploración de las acciones públicas sobre la realización de obras de protección y actualizar la concepción del patrimonio cultural. Entre las conclusiones del autor están que hoy en día, con el crecimiento de la zona urbana y conurbada de Querétaro, el sistema de desalojo de aguas urbanas tiene como objetivo fundamental desalojar las aguas en forma expedita sin importar el costo social, urbanístico y ecológico, mezclando agua de lluvia con aguas negras, sin evaluar el impacto que tiene en el patrimonio del estado. Los excesos de agua cobran otra magnitud, y son ocasionados por los cambios de uso de suelo y la impermeabilización de áreas donde anteriormente ésta se filtraba de manera natural, condición que ha creado problemas aún ‘más graves’ para la población, ya que aparte de inundar sus viviendas, el agua lleva fuentes de contaminación ambiental y afecta el patrimonio cultural. Señala el investigador que “Hay 120 kilómetros de drenes para desalojar las aguas urbanas, casi la distancia de aquí a la Ciudad de México, y aún así se va seguir inundando, porque estamos en una hondonada natural”. Y finalmente reflexiona sobre uno de los divorcios más caros que tiene la sociedad, que es entre la ciencia y el gobierno. Afirmando que no hay un acoplamiento entre lo que ve el gobierno y lo que ve la ciencia. “La ciencia requiere más tiempo para comprender los procesos y el gobierno requiere de respuestas rápidas, por eso es que no hay acoplamiento”. Más claro, ni el agua.