INGENIERÍA HUMANA
TU CUERPO: UN ECOSISTEMA PARA ÁCAROS
Nuestro cuerpo, en todas y cada una de las regiones que constituyen la piel, es un verdadero campo para el desarrollo de flora y fauna. Curiosamente, en nuestro cabello, cejas, pestañas y rostro se desarrollan una serie de increíbles especímenes animales: los ácaros.
Casi invisibles
Los ácaros son animalitos microscópicos, parientes de las garrapatas, semejantes a las arañas, con ocho patas, que práctica y seguramente pasan toda su vida en nuestras caras, donde comen, se aparean y, finalmente, mueren. De hecho, son dos las especies de ácaros que se alojan en tu rostro, su nombre científico es: Demodex Folliculorum y el Demodex Brevis.
¿Cómo son?
En ambas especies, las ocho patas cortas y rechonchas se ubican cerca de su cabeza. Su cuerpo es alargado como una lombriz. Bajo el microscopio pareciera que estuvieran nadando sobre aceite sin desplazarse muy rápido ni llegar lejos.
¿Dónde viven?
La primera especie citada atrás, el Demodex Folliculorum, vive en los poros y en los folículos de tus cabellos, mientras que el Demodex Brevis prefiere asentarse en las grasosas glándulas sebáceas. Los ácaros prefieren vivir en tu rostro, ya que tiene poros más grandes y numerosas glándulas sebáceas, lo que puede explicar por qué los ácaros suelen vivir ahí, aunque también se les encuentra en otros lugares, como genitales y pechos. Aunque en Francia, allá por el año de 1842, se encontraron Demodex Folliculorum en cerilla humana.
Todos los tenemos
En la Universidad State en Raleigh, la especialista Megan Thoemmes descubrió que aproximadamente el 14 por ciento de las personas poseen ácaros que se pueden detectar a simple vista. Aunque también descubrieron ADN de Demodex en los rostros de todas las personas que examinaron. La especialista señala que una baja población de ácaros va por los cientos, mientras que el alta será de miles. Para que lo entendamos mejor, Megan dice que prácticamente tenemos dos ácaros en cada pestaña.
¿Cómo se reproducen?
La Dra. Thoemmes señala que para reproducirse, parece que los ácaros salen de noche para aparearse y luego vuelven a refugiarse dentro de tus poros. De lo que sí se tiene certeza es que colocan sus huevos alrededor del poro donde viven. Para tu “regocijo”, la doctora comenta que “sus huevos son bastante grandes, de un tercio a la mitad del tamaño de su cuerpo. Probablemente depositan uno a la vez, ya que no me puedo imaginar que les puedan caber más. Grabamos a un Demodex poniendo un huevo”, agrega. El video está disponible en YouTube.
¿Dañinos?
La doctora, es aún más descriptiva, ya que hablando de objetos que los Demodex necesitan expulsar de sus cuerpos, estos ácaros no tienen ano, pero de todos modos tienen que defecar. Así que esos desechos se van guardando hasta su muerte, cuando explotan, degradándose en tu cara. Eso puede sonar horrible pero, sorprendentemente, parece que los ácaros no son dañinos.
Rosácea
El Dr. Kevin Kavanagh, de la Universidad Maynooth, en Irlanda, ha estudiado la enfermedad llamada Rosácea y su relación con los ácaros. En un estudio publicado en 2012, Kavanagh concluyó que la raíz del problema radica en los cambios en la piel de las personas, por ejemplo, al envejecimiento o por la exposición al clima. Lo que sí se ha relacionado con los ácaros es un problema en la piel llamado Rosácea, que afecta principalmente a la cara. Comienza con un enrojecimiento antes de avanzar a una irritación permanente, manchas y una sensación de ardor o escozor. Sus estudios han mostrado que quienes la sufren tienden a tener más ácaros Demodex. En vez de uno o dos por centímetro cuadrado de piel, el número aumenta de 10 a 20.
Más sebo = más ácaros
La exposición a los cambios de clima, según Kavanagh, altera el sebo, la substancia grasosa producida por las glándulas sebáceas que ayuda a mantener nuestra piel húmeda. Se cree que los Demodex comen el sebo y esa transformación puede causar un boom poblacional. “La Rosácea es causada por una irritación en la cara simplemente porque hay tantos ácaros”, apunta Kavanagh. Aunque parece que también hay un vínculo entre los síntomas de Rosácea y la gran descarga de desechos que ocurre cuando muere un ácaro. “Contiene muchas bacterias y toxinas que causan irritación e inflamación”.
Sistema inmunológico
Volviendo con la Dra. Thoemmes, cita que también puede haber un vínculo con el sistema inmunológico, que normalmente nos protege contra las infecciones. Thoemmes dice que los ácaros se han encontrado con particular abundancia en personas con deficiencias inmunológicas, como el SIDA o el cáncer. “Creo que los ácaros crecen rápidamente porque tienes una respuesta inmunológica a otra cosa”, señala Thoemmes. “La Rosácea es otra respuesta para eso”. Thoemmes nos recuerda que los Demodex necesitan expulsar de sus cuerpos, estos ácaros no tienen ano, pero de todos modos tienen que defecar. Así que esos desechos se van guardando hasta su muerte cuando explotan, degradándose en tu cara.
Compañeros de viaje
Existen terapias que matan a los Demodex, aunque no los podemos eliminar para siempre. Ya que vuelven después de unas seis semanas, sostiene Kavanagh. “Los recogemos de otras personas con las que estamos en contacto, de las sábanas, almohadas, toallas. Hay pruebas fehacientes de que los transmitimos entre nosotros”. Por su parte, Thoemmes especula que han estado con nosotros “desde que evolucionamos de nuestros ancestros homínidos”. Eso significaría que los hemos estado llevando durante 20 mil años.
Sarna o Escabiosis
Estamos hablando de una enfermedad contagiosa por ácaros en la piel, llamada Escabiosis o Sarna, producida por el ácaro de la especie Sarcoptes scabiei. El epidemiólogo Eulogio Pérez Peniche, del IMSS de Yucatán, comenta que esta afección se disemina por contacto directo con personas infectadas. Es una enfermedad que causa mucha comezón, principalmente por las noches, se caracteriza por costras, pequeñas vesículas y túneles ubicados principalmente en los pliegues de la piel y en los genitales.
Prevención
El Dr. Pérez Peniche recomienda cambiar y lavar toda la ropa y prendas de cama, evitar alfombras, libros, muñecos de peluche o cualquier otro objeto que retenga el polvo, lavar cortinas, aspirar y asolear los colchones y sábanas regularmente.