CARMEN
MARTÍNEZ DIEZ
“Las mentes que buscan venganza destruyen los estados, mientras que las que buscan la reconciliación construyen naciones. Al salir por la puerta hacia mi libertad supe que, si no dejaba atrás la ira, el odio y el resentimiento seguiría siendo prisionero” Nelson Mandela.
¿Cuándo es el momento del decoro? Siempre, porque el ser humano desea vivir en paz y para lograrlo se requiere un aprendizaje y una práctica constante en donde los resentimientos sociales no salgan a flote con la violencia con que suele ocurrir. Es fundamental desear para sí mismo la vida digna en la cual, inevitablemente, se encuentra el respeto, el amor la vida saludable, la capacidad de perdón, de diálogo y negociación con la cortesía que debe existir aun con el mayor opositor. La vulgaridad del insulto, el sarcasmo, denigrar al otro, no hace más que colocar un espejo que refleja la grotesca imagen de quién recurre a estos medios porque no sabe ser libre. La pluralidad es un factor democrático por excelencia, es decir, ser más de uno. Así las ideas e intereses distintos se convierten en una fortaleza y no en una debilidad. Ciertos valores distintos pueden ser igualmente fundamentales y correctos siempre con la tolerancia, respeto e inclusión. Cada cultura aporta cualidades que pueden ser asumidas en la diversidad, su límite estará en los derechos de los demás. Aportaciones esenciales de la filósofa Hannah Arendt.
Nelson Mandela fue un personaje muy admirado por el mundo se ganó el respeto internacional por su defensa de la conciliación nacional e internacional, siempre actuó con respeto y decoro pese a su historia como activista. Estaba sumamente ligado a las tradiciones de su pueblo, un hombre amante de la libertad para ello es indispensable estar bien informado, cumplir con las necesidades básicas para una existencia sin carencias, Mandela cursó la profesión de abogacía y por su lucha contra la igualdad y la segregación acabó condenado a cadena perpetua, finalmente estuvo en prisión entre 1963-1990 con torturas inenarrables, enfermedades y todo tipo de miserias. Valga decir que en 1993 ganó el Premio Nobel de la Paz y lo hizo con la conciencia libre e igualdad también requisito para la libertad, como señaló Julio Anguita en (Cáceres, España 1999) en una conferencia junto al escritor José Saramago. Mandela acabó como primer presidente negro democráticamente electo en 1994 a 1999.
Citar a Mandela es necesario para poder escribir lo que dijo al comer junto a su torturador que temblaba por su suerte sin que su víctima pensara ninguna venganza, por el contrario, este fue su comentario: “Las mentes que buscan venganza destruyen los estados, mientras que las que buscan la reconciliación construyen naciones. Al salir por la puerta hacia mi libertad supe que, si no dejaba atrás la ira, el odio y el resentimiento seguiría siendo prisionero” Efectivamente, con resentimiento, rencor, insultos, burlas no se consigue nada de lo deseado por el contrario las personas reaccionan oponiéndose a quienes se atreven a semejantes improperios y vulgaridad.
Que extraordinaria lección para la humanidad la de Mandela, las guerras finalmente acaban siendo inútiles, ahora hay otras formas de control a través de todos los medios masivos de comunicación que van tras las noticias desesperadamente incitan al odio en sus en sus divulgaciones modificando las cosas, escriben solo parte de los discursos o frases dichas por las personas públicas y políticos en lucha o en ejercicio del poder. Y sí, parten también de lo que escuchan, diatribas llenas de escarnio, descalificaciones, ninguneos, presentaciones ante la ciudadanía sin la formalidad mínima requerida, es decir, con todo esto se da pie a la desinformación a la tergiversación de propuestas al descreimiento. Actitudes de soberbia que empeoran el ambiente de reconciliación, de negociación para un fin que se supone persiguen todos, el bienestar común. No es posible que al final acaben pareciéndose los unos a los otros. Se miran y lo que hacen es espejearse, reflejarse.