Domina la entrada del nuevo Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro la espectacular escultura del elefante de Dalí, con sus siete toneladas de bronce y casi ocho metros de altura, pero otra pieza, pequeñita, un conejito rojo de apenas 29 centímetros podría ser la joya de la exposición inaugural, el “Balloon Rabbit” de Jeff Koons, muy parecido a esos globos que hacen los payasitos en los restaurantes o quizá la impresionante mano en bronce “We The People” del vietnamita Danh Vo, inspirada en la de la Estatua de la Libertad y que usa en su título las tres primeras palabras de la Constitución de los Estados Unidos.
Eso opina la investigadora Laura de la Mora al reportero de PLAZA DE ARMAS, El Periódico de Querétaro, en un recorrido por las antiguas celdas del Convento de la Santa Cruz, que hoy albergan no a monjes, sino la obra de 65 artistas de 15 países, reunidos aquí por el director Papus Von Saenger, panameño de reciente adquisición.
Con esta colección, que permanecerá abierta durante los próximos cuatro meses, fue inaugurado el MACQ el miércoles 7 por el gobernador Francisco Domínguez junto con la secretaria de Cultura, Paulina Aguado, en la esquina de Manuel Acuña y Reforma, frente a la plazoleta del templo La Cruz.
Más de 36 millones de pesos se invirtieron sólo en el rescate de esta parte del histórico edificio que albergó al Primer Colegio de Propaganda Fide, creado por bula papal de 1683 y que hasta hace diez años ocupó la escuela primaria Sor Juana Inés de la Cruz.
Fue en 2016 que la actual administración estatal decidió recuperar el deteriorado inmueble, ubicado en el corazón de la fundación de Querétaro, y establecer el museo que según Antonio Crestani, director general de Vinculación Cultural del gobierno federal, se perfila como uno de los recintos más importantes dedicados al arte contemporáneo en el centro de la República.
Cabe señalar que sin acervo propio, el MACQ cuenta hoy con el apoyo de instituciones públicas y privadas, así como importantes coleccionistas, que han prestado más de 80 cuadros, esculturas e instalaciones, entre los que destacan además de las firmas de Salvador Dalí, Jeff Koons, Danh Vo y Javier Marín, las de artistas vinculados a Querétaro, como Jordi Boldó, Ramsés de la Cruz, Víctor Cauduro, Rubén Maya, Fernando Garrido, Erika Harrsch, Juan Muñoz, Gustavo Villegas, Luis Selem, Jacqueline Sánchez, Rafael Rodríguez y Aura Francisca Moreno Lagunes que deambula alegre y jovial por las 14 salas, enfundada en su vestido hecho e ilustrado con acrílico, crayola, textil, canutillo, costuras y escritura.
“Soy la pieza itinerante del museo” dice, mientras posa en los corredores con un grupo de sus alumnos del Tec de Monterrey.
Aura, creadora visual que ha presentado más de 70 exposiciones en el país y el extranjero aclara que, aunque sea parte –ahora sí que activa- de esta colección, no duerme aquí ni estará los cuatro meses. “No habría dinero suficiente para pagarme” comenta y suelta la carcajada.
Ella, igual que la investigadora Laura de la Mora y el museógrafo Fernando Mantilla García, junto con otros expertos, atienden a los cientos de visitantes –ya miles- que están conociendo nuestro nuevo espacio para el arte, entre ellos muchos vecinos que están entre sorprendidos y satisfechos de que se haya instalado este museo, aunque algunos hubieran preferido un centro cultural en el para la enseñanza de las artes y oficios.
Eso opina la queretanísima universitaria Guillermina Sámano, dueña de la tienda de enfrente, conocida como “La Peineta de Doña Josefa”, que mientras acomoda sus dulces típicos, entre mazapanes, nieves y chocolates, suelta resignada: lo bueno es que no nos pusieron un centro comercial.
SERGIO VENEGAS ALARCÓN