En este 2021, los queretanos conmemoramos veinticinco años de la Declaración por parte de la UNESCO (vale decir de la ONU, o lo que es lo mismo Las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y La Cultura), de la ciudad de Querétaro: Patrimonio de la Humanidad.
Previos a la integración del expediente, ya estaban ahí los patronatos en favor de la restauración de los templos y la buena disposición del doctor Enrique Burgos, entonces gobernador de nuestra entidad. Zacatecas se nos había adelantado. Y teníamos que apresurar el paso. El inolvidable Carlos Arvizu tomó la batuta y comenzó a trabajar con un grupo formado, entre otros, por Jaime Font Franci y Antonio Loyola, ambos ya doctorados gracias a ese gran mentor que fue Carlos Chanfón Olmos, arquitecto e historiador egresado de la UNAM, admirablemente generoso, a quien Querétaro le debe tanto aunque poco se le recuerda. Chanfón Olmos era de la idea de integrar un grupo interdisciplinario. Chanfón fue el impulsor del laboratorio para la conservación documental que durante años tomó a su cargo Guadalupe Barrera, esa gran señora que amén de su amor por la indumentaria mexicanísima, alentó las danzas prehispánicas, que conocemos como los concheros. Chanfón mismo, enamorado de esta ciudad nuestra, vivió aquí durante un tiempo en una casa frente al Templo de Teresitas.
Pero vuelvo al proceso para integrar el expediente que habría que sustentar la Declaración. El grupo que colaboró con Arvizu, incursionó en la historia de la ciudad, consultó una amplia bibliografía; contó con la simpatía de Flores Marini, quien amén de formar parte de la redacción y firma por México Carta Internacional de Restauración y conservación de Monumentos conocida como Carta de Venecia. Y presidió ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios).
Todos por Querétaro, expertos, políticos. ¿Qué valoró la UNESCO? El ser una ciudad viva. Su autenticidad, su integridad. Su belleza: la de sus templos, espacios conventuales, sus casonas, su acueducto. Sus tradiciones que se aferran a la vida. La cartonería de todos santos. Los carros alegóricos…
Hagámonos merecedores de esa Declaración. Laica bendición para quienes aquí vivimos. Honremos a sus paladines: Arvizu, Font, Loyola, Chanfón… Salvador Díaz-Berrio que bajo el brazo viajó a Paris con el expresidente. Camacho Guzmán, Enrique Burgos. A todos nuestra gratitud que no es otra cosa que la ‘alegría de la memoria’.
Virgilio decía: “Mientras el río corra, los montes hagan sombra y en el cielo haya estrellas, debe durar la memoria del beneficio recibido en la mente del hombre agradecido.”
En este 2021, los queretanos conmemoramos veinticinco años de la Declaración por parte de la UNESCO (vale decir de la ONU, o lo que es lo mismo Las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y La Cultura), de la ciudad de Querétaro: Patrimonio de la Humanidad.
Previos a la integración del expediente, ya estaban ahí los patronatos en favor de la restauración de los templos y la buena disposición del doctor Enrique Burgos, entonces gobernador de nuestra entidad. Zacatecas se nos había adelantado. Y teníamos que apresurar el paso. El inolvidable Carlos Arvizu tomó la batuta y comenzó a trabajar con un grupo formado, entre otros, por Jaime Font Franci y Antonio Loyola, ambos ya doctorados gracias a ese gran mentor que fue Carlos Chanfón Olmos, arquitecto e historiador egresado de la UNAM, admirablemente generoso, a quien Querétaro le debe tanto aunque poco se le recuerda. Chanfón Olmos era de la idea de integrar un grupo interdisciplinario. Chanfón fue el impulsor del laboratorio para la conservación documental que durante años tomó a su cargo Guadalupe Barrera, esa gran señora que amén de su amor por la indumentaria mexicanísima, alentó las danzas prehispánicas, que conocemos como los concheros. Chanfón mismo, enamorado de esta ciudad nuestra, vivió aquí durante un tiempo en una casa frente al Templo de Teresitas.
Pero vuelvo al proceso para integrar el expediente que habría que sustentar la Declaración. El grupo que colaboró con Arvizu, incursionó en la historia de la ciudad, consultó una amplia bibliografía; contó con la simpatía de Flores Marini, quien amén de formar parte de la redacción y firma por México Carta Internacional de Restauración y conservación de Monumentos conocida como Carta de Venecia. Y presidió ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios).
Todos por Querétaro, expertos, políticos. ¿Qué valoró la UNESCO? El ser una ciudad viva. Su autenticidad, su integridad. Su belleza: la de sus templos, espacios conventuales, sus casonas, su acueducto. Sus tradiciones que se aferran a la vida. La cartonería de todos santos. Los carros alegóricos…
Hagámonos merecedores de esa Declaración. Laica bendición para quienes aquí vivimos. Honremos a sus paladines: Arvizu, Font, Loyola, Chanfón… Salvador Díaz-Berrio que bajo el brazo viajó a Paris con el expresidente. Camacho Guzmán, Enrique Burgos. A todos nuestra gratitud que no es otra cosa que la ‘alegría de la memoria’.
Virgilio decía: “Mientras el río corra, los montes hagan sombra y en el cielo haya estrellas, debe durar la memoria del beneficio recibido en la mente del hombre agradecido.”