EL JICOTE
Las últimas transformaciones estructurales del país no han sido por iniciativa de la clase política sino de la presión internacional que nos ha llevado prácticamente a empujones a realizarlos. El estilo socarrón y taimado de nuestros gobernantes se ha enfrentado a un vecino prepotente y a organismos mundiales que no saben del: “Mañana lo hacemos” o “Déjenme consultarlo y luego les digo”.
El Banco Mundial, apoyado por Transparencia Internacional, aburrido de constatar que por más apoyo económico que se le diera a los países los fondos acababan en los bolsillos de los corruptos, optó por restringir los préstamos hasta que no estuvieran debidamente explicados y justificados. De lo que se trataba era de romper ese ciclo de: proyectos improductivos, corrupción, falta de crecimiento, aumento de la deuda externa y mayor pobreza. La ONU y los Estados Unidos impulsaron en todo el planeta, no solamente en México, una ola de claridad, transparencia, rendición de cuentas y honradez. Y no porque estuvieran preocupados por el alma de los políticos, sino que el terrorismo requiere de recursos económicos que demandan de dinero sucio y es necesario rastrearlo en todos los países. La lucha contra la corrupción en México, tuvo el empujón internacional.
La firma del Tratado del Libre Comercio tiene como condición, determinada principalmente por Estados Unidos, que México aumente los salarios de los trabajadores y haga una reforma laboral. Y lo que tiene tensos y atribulados a empresarios, autoridades y obreros: la apertura sindical. La lucha de la izquierda y de sectores progresistas no estremecía mínimamente la anquilosada de las relaciones laborales, tuvieron que venir los poderes económicos, capitalistas y neoliberales, a darnos otro empujón con la democracia sindical.
Nuestra frontera sur estaba en el más absoluto descuido, el flujo y reflujo de gente se hacía sin ningún control, era como de chacoteo el ver a la luz del día pasar el río en lanchas y llantas gigantes colmadas de migrantes. Pero ¡Oh sorpresa! Que aparece el pedante, marrullero y veleidoso de Trump y nos amenaza con imponernos a aranceles que pondrían en crisis la economía nacional. A empujones recordamos que tenemos una frontera sur que es necesario vigilar y controlar.
La gran lección es que los países ya no se mandan solos, menos nosotros, vecinos del país más poderoso de la tierra. La cuarta transformación es una hoja de tamal en remolino, en el remolino de las relaciones internacionales y el neoliberalismo. La desgracia es que López Obrador sigue aferrado a la tesis de que la mejor política internacional es la política interna. De mantenerse en esta postura la realidad nos seguirá llevando a empujones.