EL JICOTE
Cien o más días. El Gobierno de los sobresaltos IV
El Estado Providencia es un permanente primer impulso de los gobiernos, pues nada es más gratificante que en forma inmediata y concreta entregar dinero contante y sonante. ¿Quién en la vida no le gustaría ser Santa Claus? Además de esta hinchazón de la vanidad que produce ser distribuidor de felicidad, también tiene beneficios muy tangibles en las elecciones, pues los beneficiados están prestos a pagar en las urnas semejante esplendidez de la providencia laica. El Presidente López Obrador ha dedicado 191 mil millones de pesos a programas sociales y se estima que con este dinero tendrá 23 millones de electores agradecidos, pues además los beneficios no tendrán intermediarios y se entregarán directamente. Para que no haya duda de quién es Santa Claus.
Lo más fácil es, apoltronado en un sillón y comiendo palomitas, condenar con dedo flamígero esta política y, para no especular mucho, simplemente recordar la consigna oriental: no dar el pescado sino enseñar a pescar. El problema es que a los sectores a quienes se les otorga la asistencia pública tienen urgencias de primera necesidad, solicitarles paciencia hasta que las políticas económicas, siempre tardadas, les salpiquen bienestar, es también poner en riesgo la paz social. También esto debemos reconocer.
El mecanismo de redistribución gratuita de la riqueza, es justicia fast track, pero sin crecimiento económico la crisis está a la vuelta de la esquina. López Obrador sostiene que ese no es problema, pues la austeridad y la lucha contra la corrupción darán el financiamiento correspondiente. Me parece una hermosa ilusión, Independientemente de ello, lo real es que un gobierno benefactor está divorciado del liberalismo. Su decreto de que ya se acabó sin modificar las estructuras de producción y ganancia, es decir, sin una profunda reforma fiscal, al liberalismo ni lo despeina.
Finalmente, no se sabe si por la inercia del gobierno de Peña Nieto o por las políticas erráticas del actual, pero hoy por hoy, el país está económicamente parado. ¿Y cómo es posible que el gobierno tenga tan altos índices de popularidad? Creo que la popularidad se mantendrá mientras la contracción y la inflación no se chupen los beneficios de los regalos de Santa Claus.