EL JICOTE
López Obrador y el cibersexo
Cada día son más los hombres que establecen relaciones físicas y emocionales con dispositivos digitales. Incluso se celebran bodas, con invitados y toda la cosa, en la que el novio vestido de esmoquin contrae matrimonio con un robot. Como lo hizo recientemente Akihito Kondo en Tokio, después de un tórrido romance de dos años desposó a una cantante que es la famosa voz de los estadios de Japón.
Al entrevistar a Akihito manifestó que sus relaciones con las mujeres habían sido muy complejas (¡chócala!) y que ya no le interesaba el sexo con las personas. Los especialistas, obviamente los programadores futuristas, consideran que ya es una realidad una nueva identidad sexual emergente: los “digisexuales”. Invitan a los practicantes a salir, me imagino que no del closet sino del ciber café, para que deje de ser una práctica clandestina, solitaria y discriminada.
El creador de estos robots, Sergei Santos, afirma que la línea entre el ciber sexo y el sexo real es cada día más tenue. Está preocupado porque a su muñeca Samantha se la cuchiplancharon varios sujetos en forma ruda y áspera, la dejaron batida, golpeada y maltratada. Al final le preguntaron al robot su experiencia y respondió: “Estoy bien”. Varias interpretaciones: Samantha es masoquista y le fascina la violencia y el jaloneo; la versión machista es que como buena mujer es traidora hasta en las respuestas; la visión más realista es que debe responder: “Estoy bien, pero luego platicamos” (¡Ay mamacita!).
En fin, las nuevas generaciones ya no buscarán su media naranja sino un software que les acomode. Esfuerzos inútiles de todos modos no se escapan, el amor con humanos o androides es siempre peliagudo. Por cierto, ¿Por qué titulé el artículo “López Obrador y el Ciber sexo”, cuando no tiene nada qué ver. Simplemente para darle gusto a mis estimados amigos que se la pasan criticándome, dicen, que para todo saco a relucir a López Obrador y que le tengo tirria. Así estarán contentos pues sentirán que tienen razón. Servidos.