EL JICOTE
La corte y el cinismo
Para cubrir la vacante de un Ministro de la Suprema Corte, López Obrador envió una terna al Senado de la República que es el ejemplo del cinismo político. Las candidatas son: mi buena amiga Celia Maya, entusiasta promotora de López Obrador y sus causas, candidata por Morena a la gubernatura del Estado. De las otras dos, una, Loretta Ortiz, es esposa de otro simpatizante histórico de Presidente, José Agustín Ortiz Pinchetti, actual consejero para la elaboración, imagínense, de la Constitución Moral. Finalmente, Yasmín Esquivel, esposa del contratista preferido de López Obrador, José María Rioboó, que en el apellido lleva una carga.
El conocimiento de la Constitución y las leyes no es el fuerte del Presidente, dice que no hay ninguna ley que prohíba proponer a los miembros de un partido político como ministros de la Corte. Sorprende la actitud política de López Obrador, es impulsor de la Constitución Moral y al mismo tiempo viola el principio ético mínimo que debe tener un juzgador, que es precisamente la imparcialidad. Pero no sólo eso, también transgrede a la Constitución, pues en su artículo 108 estipula que se sancionará a los servidores públicos que violen la legalidad, la honradez, la lealtad, la eficiencia y la imparcialidad. ¿Puede alguien defender la imparcialidad de candidatos a la Corte comprometidos política y personalmente con Morena y con el Presidente?
López Obrador como candidato se quejaba de que había un “compló” de las autoridades judiciales para violar la ley contra él, me recordó a Clemenceau, destacado político francés. Clemenceau había sido, en su juventud, un militante revolucionario. En su madurez fue presidente del Consejo de Ministros. Y un periodista le preguntó: “-¿Qué piensa ahora el señor presidente acerca de las revoluciones? Respondió: –“Exactamente lo mismo que pensaba en mi juventud. Con una sola diferencia: que ahora lo pienso desde el otro lado”. Discúlpenos Señor Presidente, pero sospechamos que ahora es Usted quien encabeza el complot.