Don Salvador Septién Barrón, fue usted el primer Rector de la UAQ electo por el Consejo Universitario, el más joven de Latinoamérica, tomó posesión el 1º de octubre de 1968, al día siguiente fue la matanza de estudiantes en Tlatelolco ¿Cuál es su postura en aquel momento ante los eventos ocurridos?
•La información no fluye como hoy, los impactos no eran inmediatos. Aquellos acontecimientos se venían desarrollando meses antes, yo diría que años antes, desde el inicio de la Revolución cubana con la entrada de Fidel Castro a Cuba el 8 de enero de 1959 y aún antes, durante la estancia de Castro en México entre 1955 y hasta el 59. Fue entonces cuando se permeó el comunismo en los sindicatos y en el campo y ante la resistencia se interponen las universidades, al grado de que para ser Maestro Universitario debería el aspirante ostentarse como comunista.
A esas condiciones se agregaban las económicas, puesto que la deuda externa estaba invertida en actividades productivas, había falta de empleos, huelga de trabajadores como la de médicos del IMSS. Diaz Ordaz se presentó en 1967 ante el Congreso norteamericano ostentándose como líder de América Latina, buscando apoyos para revertir la situación económica que padecía México, de hecho, el no estaba en México aquel 2 de octubre, fue Luis Echeverría Álvarez, como Secretario de Gobernación quien ordenó el ataque que terminó en matanza aquel 2 de octubre, en el que, por cierto, ningún líder del movimiento murió, algunos fueron encarcelados, pero salieron libres.
Cuando se evidenciaron los resultados represivos ¿cuál fue su postura como Rector?
•Mi responsabilidad era que los estudiantes de la Autónoma de Querétaro no corrieran la misma suerte, no iba a tomar una postura de enfrentamiento, ni había un entorno de coincidencia entre rectores para formar algún frente; no impedí ninguna manifestación de estudiantes y maestros, pero tampoco la alenté, pude haber tenido fuerza para hacerlo con el respaldo de la comunidad universitaria, pero carecía del respaldo del gobernador, porque fui el primer Rector al que no impuso y no tenía el respaldo de muchos maestros, porque no creían que fuera autónomo, que no hubiese sido impuesto por el gobernante. Tenía sobre mí la posibilidad de huelga o renuncia masiva.
Si la tragedia del 68 le tomó en momentos de cambio y por ello coyunturales, ¿que hizo después?
•Renunciar. Era una consecuencia lógica a la falta de apoyo de los maestros y del Patronato de la UAQ respaldado por el gobierno. Fue año y medio después de que, como Rector, intenté fortalecer a la UAQ. Lo primero que abordé fue defender los sueldos de los maestros y el presupuesto. Había maestros con categoría de tiempo libre, de medio tiempo y de tiempo completo, el gobierno y Patronato pretendían que a todos se les pagase por hora-clase impartida sin considerar que unos dedicaban mas tiempo o todo su tiempo a la Universidad. Mientras resolvía este absurdo, solicité al Rector de la UNAM Javier Barros Sierra su apoyo, el dispuso auxiliarnos con bibliotecas y laboratorios que visitamos en viajes realizados para consultar y practicar, además de maestros que en su año sabático podrían dar clases en la UAQ con categoría de maestro visitante. El problema es que no había maestros que cubrieran el requisito de tener licenciatura. Yo mismo invité a Mariano Amaya Serrano quien entonces tenía dos licenciaturas, a impartir clases de Economía y en la Escuela de Sicología. Tuvimos que reordenar a los colegios particulares incorporados a la UAQ puesto que las religiosas eran las que impartían clases sin cubrir los requisitos básicos. Me negué a hacer favores al propio gobernador, como despedir a determinados maestros u otorgar algún título inmerecidamente y aún así, había maestros que ni el saludo me dirigían. Fue un tiempo de transición hacia la autonomía, bastante tenso. Lo que me llevó a renunciar a año y medio de haber tomado posesión fue que el gobierno estatal y el Patronato de la UAQ decidieron desaparecer las categorías de maestros y trabajar solamente con maestros de tiempo libre y retribuirles de esa forma, lo que consideré agresión a la autonomía universitaria y a la actividad académica de la UAQ, por lo que presenté mi renuncia.
Como Rector recibió al candidato a la presidencia de la República Luis Echeverría Álvarez.
•Ciertamente. Antes de esa visita, el Gobierno estatal me pidió opinar sobre la construcción de la ciudad universitaria en el Cerro de las Campanas, yo opiné que era preferible distribuir la Universidad en diversos puntos de la ciudad, contesté que teníamos muchas construcciones para utilizar como el anexo al templo de Santa Rosa de Viterbo, el anexo a Capuchinas o el edificio de Guerrero y Juárez en donde después se instaló la Presidencia Municipal, dije que lo que nos hacia falta eran bibliotecas, laboratorios y maestros, nuestro presupuesto de entonces era de cuatro millones de pesos pero Echeverría estaba dispuesto a recomponer su imagen ante los universitarios de todo el país y una vez que fue presidente incorporó a muchos de esos líderes del 68 a la burocracia e inició la construcción de CU en el Cerro de las Campanas. En aquella visita de Echeverría, me pareció un hombre alocado. En las instalaciones de la Universidad se metió entre la gente de donde tuvieron que rescatarlo sus guardaespaldas y a mi me pidió que nos fuésemos corriendo, sí corriendo por las calles a las instalaciones del Diario de Querétaro, yo, como el Rector que era, ni me levanté mientras el permanecía de pie, ni corrí con él como lo hicieron los estudiantes, yo me fui en taxi para marcar distancia.
Salvador Septién Barrón es hijo de Salvador Septién Orozco y de Luz María Barrón, Nació en Parral Chihuahua el 22 de julio de 1936. Realizó estudios medios y superiores hasta titularse como Contador Público, en la Universidad Autónoma de Querétaro, ciudad de origen de su padre, a donde retornó para quedarse junto con sus hermanos Pedro y Gilberto. Contrajo nupcias con Ma. De Lourdes Moreno Negrete y son sus hijos José Salvador, Jorge, Ma. De Lourdes, Héctor y Arturo. En sus 57 años de vida laboral ha desempeñado su profesión en los sectores público y privado, una amplia gama de cargos honoríficos en los círculos universitarios y profesionales del estado, destacado deportista e impulsor del deporte y también ha sido, representante estudiantil, maestro, director y Rector en la UAQ.
POR: ANA MARÍA ARIAS SERVÍN